Carolina Dávila

(Bogotá, Colombia)

Diciembre, 2017

 

Poeta y abogada feminista, magister en Derechos Humanos y Democratización. Ha publicado el libro de poemas “Como las Catedrales” Premio de Literatura del Ministerio de Cultura de Colombia en el año 2010. Su segundo libro “Variables de Riesgo” se publicará en junio de 2018. Algunos de sus poemas han sido traducidos al inglés, el italiano, el portugués y el árabe. Actualmente cursa una maestría en escritura creativa. 

 

*La selección de poemas que aquí aparecen, hacen parte de sus libros: Como las catedrales, Universidad Nacional, 2011  y Variables de Riesgo, el cual se publicará en 2018.

 

(De Variables de Riesgo)

 

[EL CUERPO, LA MURALLA]

 

Un ojo expresa su resistencia y se cierra

en la claridad del silencio

se confunde el tecleo con la taquicardia

 

El día es este atropello que pasa por el cuerpo

por el cansancio

y la postergación de los alimentos

 

el cuerpo puesto en medio

el cuerpo 

             barrera de contención

recibe los embates de la palabra

de las milimétricas negociaciones

 

para que nada cambie 

para que se mantenga en el límite

la realidad con su desgarro

 

 

SOPORTA EN LA QUIETUD TODO SU PESO

 

relegado al margen

no al “parque natural”

menos al valle abierto

 

Un cóndor perpetuado en el metal

lejos de la flexible carne de sus alas

 

El viento pasa

no él

Él permanece constante

metalúrgicamente inalterable

 

Pasan los turistas 

sin percatarse de la herrumbre

Posan, se recuestan, toman fotos

 -una cámara promedio

hecha para captar los simulacros-

no queda en ellas 

ninguna señal del deterioro

 

Los turistas suben a los coches

Pasa el viento

los autos y el polvo que levantan

Cóndores –por supuesto– no pasan

 

 

TRES DÍAS  

 

    -en medio del estacionamiento- 

el cuerpo del pájaro

intacto 

 

no lo transforma

el desierto no la llanta 

ni hay huella como herida abierta

 

En el lugar del que vengo

las moscas lo toman todo

fundan su imperio

de malaria y dengue

y la sangre llama la sangre

 

No distinguimos vida y podredumbre

por eso la guerra y el carnaval

la risa y la canción en cada espacio 

que era de la rabia o la tristeza

 

Allá nunca un animal  

alcanzaría a consumirse desde dentro

nunca el rencor como 

músculo calcificado

como hueso que se atora

 

Acá, el pájaro

en su cama de plumas secas

sin reguero de sangre

sin la última seña

de su pálpito

 

 

 

(De Como las catedrales)

 

HABRÁ QUE DETENER EL IMPULSO

 

justo ahí

donde el borde de la montaña

es un fingido abismo

 

No creerá nadie en el sosiego

de un niño que juega a la pelota

en la plaza de un pueblo

donde todos se conocen

 

Ni en los colores que apaciguan

el peso en la espalda

de la mujer que huye

con el niño en brazos

 

Habrá que detenerse

en el filo de la roca

y escuchar el secreto

que la brisa cifra:

 

Comprobar que el vértigo

es un disfraz cobarde

y que salvo el camino

todo lo real es inasible

 

 

FRENTE A LA FLOR CASI MARCHITA

 

la niña suplicó a su madre: 

 

“No la cortes, déjala morir entre la tierra,

pues lo que yo he cuidado

no son sus pétalos, sino sus raíces negras”

 

 

LUGAR DE SALIDA: ESTACIÓN CENTRAL

 

El viaje comienza con una sacudida, 

el reloj de la estación central se estremece

 

                                    –primera señal del fin de la solidez–

 

Si lo sólido se disipa, 

                                    si lo sólido se funde

vamos directo a una cifrada oscuridad

 

Al otro lado del vidrio todo se desdibuja, se derrite

gotean los rieles

gotean las rocas

al otro lado el mundo se derrama

 

Me dices que lo sólido no se desborda

que las cosas saben guardar la compostura

 

Es el vidrio –dices– el vidrio y su superficie irregular, 

es el sol pegando en esa superficie

(pero la herida no está ahí, la herida es el afuera)

 

Tendrías que estar en el tren

tendrías que ver 

los tallos sobrepasando sus límites

 

la madera, crujir, romperse dolorosa 

en su pobre alma de madera

 

Sentir el sol del medio día:

 

condición sine qua non para saber 

que sólo él desborda las montañas, 

derrama la tierra negra

que se funde 

           con la nieve, 

                               con el tren

                                         conmigo.

 

 

***

 

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