Dramaturga

invitada

KATERINE POMBO JIMÉNEZ

Cartagena, Colombia

Historiadora de la Universidad de Cartagena y estudiante de quinto semestre de Arte Dramático de la universidad de Antioquia.

 

Con una experiencia de más de 12 años, ha trabajado como actriz en los grupos más representativos del quehacer teatral cartagenero como Zambo teatro, Teatro estable El Aguijón, Teatro taller Atahualpa, Mamarrachos parlanchines y Gente de Teatro. Ha participado en dos versiones del Festival alternativo de teatro- Bogotá, 2004- 2006. Ganadora del concurso “Palabreando-ando”, organizado por CazaTeatro en el 2012 y ganadora en la modalidad de Premio de Dramaturgia de la convocatoria Arte y cultura 2015 de la Secretaria de ciudadanía de la Alcaldía de Medellín.



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Katerine Pombo Jiménez
QUE TRISTEZA DE PUEBLO QUE HASTA EL CURA
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“QUE TRISTEZA DE PUEBLO, QUE HASTA EL CURA SALIÓ MARICA”

 

Sinopsis: En un territorio desangrado por la Zona Dura y la Zona Abierta- dos comunidades políticas, totalmente discrepantes- y golpeado por el monopolio violento del gobierno central, conocido como la Zona mayor, se da un homicidio. Situación que evidencia el impacto nocivo de los prejuicios, estereotipos y odios fraternales de las gentes acostumbradas al terror del control y las irregularidades de la justicia.

 

Personajes:

·         Consolata

·         Maximina

·         Rosalinda

·         Policía Peralta

·         María Eugenia

·         Teresa

·         Padre

·         Ernesto

·         Policía Torres

·         Secretario

·         Inspector

·         El Juez

 

I.

Tres mujeres. Dos, aparentemente, maduras. La una, relativamente, joven. Visten vestidos de flores rojas y negras. La más madura aruña guayabas en un rayador, la otra cuela la pulpa de guayaba en un liencillo. La joven le agrega azúcar al jugo. Cantan.

 

CONSOLATA: Rosalinda, cierra la puerta y le pones la tranca. La brisa, luego, la empuja y el “Suenequesuene” no me deja dormir, y ya la valeriana se me está acabando.

 

MAXIMINA: (A Consolata ) No es el sonsonete lo que no te deja conciliar el sueño, Consolata. Son estos calores, que parece que mataron la poquita brisa, que a veces se acordaba de este pueblo. Este mañana amanecí empapadita, que enseguida, salí al patio a echarme agua.

 

ROSALINDA: (Casi inaudible) No es la puerta, no es el calor. No, no lo es... Es la noche...

CONSOLATA: ¡Qué!... No es la noche… (Maximina mira preocupada hacia el lateral izquierdo) La noche es bienvenida como lo lechuza que cante sobre mis muertos.

 

ROSALINDA: (Aún más inaudible) Es... Es... Es la noche, que con su taciturno manto cubre nuestros gritos de exhaustos animales, y con ella trae los espantos que se duermen en nuestras manos.

 

CONSOLATA: Cierra la puerta y ponle la tranca.

 

MAXIMINA: ¿Y si esta noche vuelven a prender las casas? ¿Cómo vamos a salir?

 

CONSOLATA: No salimos, Maximina. Nos quedamos. Seremos unas más que saltan en la lista negra donde cuentan a los rebeldes, gente inocente, que llena los

renglones de esos malparidos, sin tener cuchillo, sin tener nada. Sólo miedo. Nos quemamos como lo hacen nuestros hijos en el monte ¡Nos quemamos!

 

ROSALINDA: ¡Schsss!... Baje la voz que las paredes tienen oídos.

 

MAXIMINA: Pero no dicen nada. Años siendo testigo de atrocidades terminan volviéndose cómplices. Cada día estas tapias se envejecen por la culpa...

 

CONSOLATA: ¡Y Ojalá se pudran! ¿Oíste Peralta? ¡Ojalá te pudras, tombo de mierda!

 

(Maximina y Rosalinda tapan la boca de Consolata)

 

ROSALINDA: ¡No haga eso! Que luego nos queman la casa y yo no quiero salir corriendo esta noche.

 

CONSOLATA: No te preocupes. De pronto, venga tu querido Peralta a extinguir el fuego, que el mismo prendió, a punta de golpes de bolillo.

 

ROSALINDA:(Al borde del sollozo) Peralta no quema las casas. Él sólo prende la mecha, pero por orden del inspector.

 

(Todas se miran hacia el lateral derecho. En sus miradas hay decepción. Cantan. Golpes fuertes de puerta)

 

CONSOLATA: ¿Cerraste la puerta y pusiste la tranca?

 

ROSALINDA: (Asustada) ¡No!

 

MAXIMINA: ¿Y los cuchillos?

 

CONSOLATA: (Tapa la boca de Maximina) Nosotras no tenemos cuchillos

 

(Los golpes de puerta continúan)

 

MAXIMINA, ROSALINDA Y CONSOLATA: Cierra la puerta y ponle la tranca

 

(Mientras las tres mujeres cantan, en el fondo las sombras de dos cuerpos. Uno está de rodillas junto al otro. Le hace sexo oral de manera forzada.)

 

CUERPO 1: (Gimiendo de placer) Ya sabe que sino lo hace, la jodo más.

 

CUERPO 2: (Con reflejos vomitivos) Me está ahogando… No quiero...

 

CUERPO 1: ¡Siga o la encierro tres días! Y ahí si va tener que chupársela a todo el comando

 

(El Cuerpo 2 lastima el pene del Cuerpo1. El Cuerpo 1 reacciona violentamente y golpea al Cuerpo 2. Desaparecen. Las tres mujeres aumentan el volumen de su canto. Oscuridad.)

 

 

II.

En el Comando de la Policía. Entra El policía Peralta y lleva, bruscamente, del brazo a María Eugenia, quien viste ropas pequeñas y ajustadas. María Eugenia suda y sus cabellos están despeinados. Esta arañada en cuello y brazos.

 

POLICÍA PERALTA: ¿Estás viendo, cachetona, lo que me haces hacer? (La caricia con el bolillo. Ella lo rechaza)

 

MARIA EUGENIA: Vea, Peralta, yo no tengo cuchillos y usted lo sabe. Yo no puedo ser rebelde, aun si pudiera. Los clientes son los unos y los otros, vienen de acá y de allá. No distingo entre Abiertos y Duros

 

POLICÍA PERALTA: ¡Deja de andar diciendo mariconadas, sino quieres amanecer con la boca llena de moscas! Tú sabes que debes servir a los unos y los que vienen de acá... Además… (Mostrándose complaciente) Tu no viniste por lo de los cuchillos... ¿No me vas a contar?

 

MARIA EUGENIA: Tú no eres el inspector

 

POLICÍA PERALTA: Yo lo inspecciono todo (bruscamente, mete su mano en la entrepierna de María Eugenia.)

 

MARIA EUGENIA: (Defendiéndose) ¡¿Ahora me vas a revisar para ver si llevo cargas?!

 

POLICÍA PERALTA: ¡No sería mala idea!

 

MARIA EUGENIA: ¡Será después de sacarte el bolillo del culo!

 

POLICÍA PERALTA: ¡Ah! ¿Y es que estas muy guapita conmigo, que? Para encenderte a patadas (La sujeta de los cabellos) ¿Por qué estabas cogida de pelos con Cecilia Alfaro?

 

(Oscuridad. Luz sólo para Mará Eugenia)

 

MARIA EUGENIA: Tendré que decir que no hay menjurje que cure la insana vergüenza que tengo ante mis ojos, ni sangre fría vengue mi honor. Este cuerpo desgastado y maltrecho por sudores insaciables; penetrado por las lanzas desesperadas en encontrar mi pecado; estas tetas y esta vagina, que vendo a cualquier bastardo que me mira el culo, quieren arrancarse de mí, para clavarse de muerte en la maldita de Cecilia Alfaro. Porque, sólo extinguiendo a esa clase de moustros, podré abrirle la puerta a mi perturbada cesación; porque no compartiré la viña del Señor con aquellos podridos, con aquellas enfermedades, aquellos desviados… Cecilia Alfaro llegó a la casa, y escudada tras el tono de vecina sonriente, pasó el umbral de mi inhóspita morada. Me arrastró como lo haría un hombre hasta la sala y allí la muy blasfema me...

 

(Oscuridad. En el comando. Hacia el lateral derecho entra Teresa Rodríguez junto a Peralta. Teresa esta borracha)

 

POLICÍA PERALTA: Me lo dicen y no lo creo. ¡Yo tenía que verlo!... tan bella y tan codiciada. Me fueras llamado a mí, que yo si te la meneo rico y no a ponerte en esas...

 

TERESA: (Intentando Aclarar su mente) Señor agente, dejémonos de bobadas. Ni que yo tuviera cuchillo o fuera rebelde. Mi familia es de correctos.

 

POLICÍA PERALTA: Pero siempre hay una oveja negra

 

TERESA: ¡Ah! Pero esa no soy yo. Le propongo un trato: (Acercándose a él) usted me hace un favor y yo le hago un favor…

 

POLICÍA PERALTA: ¡Quítese, Puerca!

 

TERESA: ¡Usted no tiene ni puta idea a quién está tocando!

 

POLICÍA PERALTA: Bueno, puta si eres, y la idea, de pronto la tendrás entre las piernas… Acomódate, que ahí es donde vas a pasar la noche… Si es que no vienen a comerte los cuervos

 

TERESA: ¡Que vengan! De pronto, los animalitos duran más que tu, Polvo de gallo (Carcajadas)

 

POLICÍA PERALTA: Malparida… Sigue así y digo que te encontré en la frontera intercambiando gasolina por cuchillos con los de la zona Abierta y veremos quién va reírse... (Escribiendo el informe) “Estado de embriaguez; registrada como Teresa Rodríguez; 27 años; hallada en medio del peaje con Cecilia Alfaro; desnudas, en actos impropios, alterando el orden público. La susodicha, Cecilia Alfaro, huyó…” Esta con semejante peda no puede ni mover el culo…

 

TERESA: Pero muy bien que te lo revivo

 

POLICÍA PERALTA: ¡Te digo que te voy a joder!

 

(Oscuridad. Aparece María Eugenia)

 

MARIA EUGENIA: …Alzó la falda y me babeaba la boca, con su labial barato e intentaba meter sus dedos de mujer, jugando a ser hombre, imagínese… ¡En mi vientre!

 

(Aparece Teresa)

 

MARIA EUGENIA Y TERESA: Los tormentos rebotaban en mis sienes, y la realidad se escabullía en los confines de mi hueca cabeza

 

(Desaparece María Eugenia)

 

TERESA: Tan hueca es que había suficiente espacio para meditarlo un poco, dejando a un lado todas estas leyes y reglas de este pueblo viejo y olvidado, y quedarme suspendida entre el placer y el sexo, entre el pecado y el deseo, entre lo malo para muchos y lo bueno para mí... ¡Y era excitante!...Era como mirarme en un espejo y, ni cual narciso, descubrir la belleza en un cuerpo… En un cuerpo que ningún de ustedes sabe sentir, penetrar... Era mi deber como trabajadora del placer y del deseo, acudir a un llamado de socorro, que desesperaba más, en cuanto yo me acercaba guiada por el olor de su felpudo sexo. Si, Peralta, Le hice el amor a Cecilia por que buscaba ser amada. Y tendré que decirlo: Jamás me había sentido tan gozosa. Sí, me acosté con una mujer y nuestros gemidos se unían para formar una melodía suave y ligera, ligera…

 

(Aparece María Eugenia. Desaparece Teresa)

 

MARIA EUGENIA: (Iracunda) Ligera, ligera… ¡Ligereza tal que yo no podía soportar! Mi vecina de toda la vida, la de las empanadas a las cinco y sus pálidos “Buenos días”, me obligaba a tocarle la panocha y me mordía los labios como un hombre, como lo hace Rogelio después del toque de los domingos. (Asustada) ¡Dios!... Dios me estaba viendo, Dios me podía condenar…Dios, Dios...

 

(Aparece Teresa. Desaparece María Eugenia)

 

TERESA: (Alegre) Dios me guiño el ojo y me alentó mi solidaridad con Cecilia…

 

(Aparece María Eugenia. Desaparece Teresa)

 

MARIA EUGENIA: …Dios… Dios me indicó con el dedo y me mostró lo que debía hacer. Así que la cogí por los cabellos y le enseñé que un hombre es para una mujer y que una mujer es para un hombre…

 

(Aparece Teresa)

 

TERESA: No. Como un hombre no.

 

(Aparece María Eugenia)

 

MARIA EUGENIA Y TERESA: Dios… Dios… Dios....

 

(Oscuridad. Aparece Peralta)

 

POLICÍA PERALTA: (Su aspecto severo se torna preocupado) ¿Y porque no se confiesan? Antes de ayer llegó un PADRE por la entrada de la Zona Dura. Eso ha sido todo un evento. Desde que cayó el gobierno de Jiménez, no viene un cura y eso ya hace cinco años. Dios sobrevive en los rosarios de las viejas y en la boca de los pecadores. El “man” vino con la noche, en una chalupa, que no estaba de servicio, dicen que pagó el doble para que lo cruzaran. Al pobre le puyaron los ojos por parecer extranjero, pero según es un Duro, así que no hay problema. Vayan con él y purifiquen sus lamentos y pecados en las manos de ese hombre, que de seguro los escuchará y no creo que se olvide de ustedes... Déjenme a mí que yo veré como me olvido.

 

VOZ EN OFF: ¡Peralta!

 

PERALTA: ¡Si, mi inspector!

 

VOZ EN OFF: ¡¿Cuál es la puta habladera?! ¡Venga que llegaron cuatro rebeldes!

 

PERALTA: Si, mi señor

 

(Oscuridad)

 

 

III.

(En el confesionario. El PADRE y cuerpo 3, que no se deja ver)

CUERPO 3: (Con voz alta) ¡Padre, necesito confesarme!

 

PADRE: No grite hijo, lo pueden escuchar...

 

CUERPO 3: Necesito saber, sí Dios está aquí en el pueblo

 

PADRE: Claro, hijo. Siempre lo ha estado

 

CUERPO 3: ¡No!... Llego con usted...

 

PADRE: No, hijo. Yo sólo soy un... Un intermediario

 

CUERPO 3: ¡Mentira! Dios esta con usted, lo veo en usted... has regresado a este pueblo asfixiado de penurias

 

PADRE: Hijo… No creo que sea el momento para hablar de esto...

 

CUERPO 3: Si…lo sabes. Sabes cuanta falta has hecho por acá

 

PADRE: (Incomodo) Hijo, no creo que...

 

CUERPO 3: Siento que mi vida vuelve. He estado caminando sin ella desde… Quiero que me toques, quiero que me hables, quiero que me escuches ¡Lo exijo! ¡Quiero tener a Dios entre mis brazos!

 

PADRE: (Cediendo, casi excitado) Hijo, no me hables así...

 

CUERPO 3: (Inclinándose aún más hacia el PADRE) Quiero desgarrarme ante él para que fluyan mis espantos. Consuélame Dios, porque solo en un mar de lágrimas se me empapa la vida, consuéleme, padre, porque sólo tu cuerpo exorcizara mi espíritu...Padre...

 

PADRE: (Complaciente) Hijo...

 

CUERPO 3: Padre...

 

PADRE: Hijo... (Sale de su éxtasis) ¡Espíritu santo! ¡Basta! ¡Maldita sea! (Se levanta)

 

(Desaparece el Cuerpo 3. La escenografía se transforma: Ahora es una cantina. Están María Eugenia y Teresa, en diferentes lugares atienden la cantina. Esta el Dueño de la cantina en el fondo, dormido de la borrachera. Música bailable)

 

PADRE: (Trae consigo una cerveza) ¡Ernesto! ¡Tráigame una cerveza más a esta mesa! Y eso sí: Vestidita de novia (Ríe)… ¡Oh!... Cómo resistirse a las fortunas que nos da la vida. El júbilo y la bienaventuranza de todos mis hermanos, a estas albricias de toda una comunidad, (A María Y Teresa) a estos ejemplos de la perfección, que son avasallados por la brutalidad de unos cuantos que con fuerza desmedida hacen parecer este pequeño vergel de criaturas en un inmenso infierno donde se gestan monstros…

 

ERNESTO: (Aun dormido) Padre, no me agite las cosas por acá, que después me cierran el negocio...

 

PADRE: La verdadera palabra del señor es emancipación, no agitación... Esa palabra se materializa en la boca del oprimido o en la del ignorante, en la de un Duro y también en los rebeldes de la Zona Abierta... y en la del acallado, que cuando sale de su boca inerme se vuelve música... (Teresa la da un pellizco en la nalga) ¡Benditos están todos ante la presencia del creador!

 

(Oscuridad. Luz sólo para el cura, quien reza, temerosamente, un Credo. Entra el cuerpo 3, aún desconocido. El cuerpo 3 Acuchilla Al cura. Sale el cuerpo 3. El Cura cae. Oscuridad.

 

 

IV.

Cuadro 1 (En la Cantina. Entra el policía Peralta y el policía Torres, quien entra persignándose)

POLICÍA PERALTA: ¿Y tú qué tanto te persignas? Si tus sabias lo que él era

 

POLICÍA TORRES: ¡Yo no sabía nada! Lo único que... que sabía era que era un agitador y que se hacía pasar por un Duro

 

POLICÍA PERALTA: ¿Así que tú no sabías nada? La otra vez que te fui a buscar, estabas con él y dos putas del barrio abajo, en el “Reposo”. Rosalinda me lo dijo.

 

POLICÍA TORRES: ¡Rosalinda es una santurrona de mierda, que no sabe nada igual que tu, maricón!

 

POLICÍA PERALTA: (Amenazándolo con el bolillo) ¿Quieres que te abra la cabeza?

 

(Entra el secretario, consigo lleva una carta. Tiene una mano vendada)

 

SECRETARIO: ¡Cállense la jeta, respeten al muerto, carajo! (A Peralta) Peralta, llévele esta al inspector y procure entregárselo antes del alba, y vea que ya está amaneciendo. Ya sabemos cómo se pone cuando se le interrumpe. (Sale peralta) ¡No en el alba mismo, ni después! ¡Antes! (A Torres) Y usted torres…

 

TORRES: Si, señor

 

SECRETARIO: ¡No me mire, carajo!

 

TORRES: No, señor

 

SECRETARIO: Organíceme unos hombres y esté atento a mi orden. Lo más probable es que el inspector mande a buscar cuchillos entre el pueblo… ¿Qué me está viendo? ¡Muévase!

 

(Sale Torres El secretario examina el cuerpo y toma apuntes, entra el inspector a medio vestir, evidentemente ofuscado)

 

INSPECTOR: ¿Con usted era con quien yo quería hablar?

 

SECRETARIO: ¡Maldito Peralta!... ¿Inspector?

 

INSPECTOR: A mí el alba me lo respeta, Cifuentes, más que a nada en la vida, me lo respeta. Allá deje a una mujer a medio vestir, con el dorso desnudo y los labios entre abiertos esperando que la atravesara. Quedó con un tobillo en la cama y otro suspendido en el suelo que se abraza a una cadenita que le regale el día de las madres. Aquellos muslos sudados, que se separaban generosamente para mostrar su gracia sólo para ser devorados por mis besos ¡Acabo de dejar una mujer, a la cual le dedico veinte minutos y siete segundos al día, para venir a gritarte, insípido mosquito, por haberme interrumpido el polvo y todavía no sé porque mierda me has llamado!

 

SECRETARIO: Asesinaron al Cura.

(Oscuridad)

 

Cuadro 2 En el Comando.

 

INSPECTOR: ¿Estás seguro de todo lo que me has dicho?

 

SECRETARIO: Si señor. Yo también estaba en el recinto… (Cabizbajo) Ya es una costumbre desde que...desde que Marilda me dejo

 

INSPECTOR: Hombre, si... Mi mujer me estuvo comentando...lo siento... ¿Por qué no me dijiste nada? Somos amigos ¿No? ¿O, No? ¡Claro! Pero me extraña que te pongas así. Tú sabes cómo son las mujeres. Por eso la mía la tengo pitica corta. Pero, bueno…Ya estamos aquí…Anote… (Secretario saca una libreta, mientras el inspector examina el cadáver) El deceso se da a las doce horas de los quinces del mes de noviembre. Hasta el momento lo más preciso. Evidentemente fue por herida mortal en el hígado. Carecemos de información sobre la profundidad de la herida. Sin duda un cuchillo, lo que claramente demuestra que el sospechoso es de la zona abierta o un asqueroso torcido de los Duros. El cura había bebido lo suficiente como para delatarse el mismo. El hecho se ubica en la Cantina “Tentaciones Disco-Bar”. Tres testigos y no por eso sospechosos: el señor Ernesto, dueño del bar, estaba ebrio y no recuerda nada. (Al secretario) Hazlo recordar como sea. Tu que estabas en el baño orinando… (Para sí) ¿Quién pudo haber sido?

 

SECRETARIO: ¿Cómo saberlo?

 

INSPECTOR: (Con ira) Deberías saberlo… ¡Debería saberlo! ¡Deberíamos saberlo! El gobierno de la Zona Mayor y su política de militarismo social está hecho para nosotros y llegamos aquí a implantarla con los instrumentos suficientes...Cuando arribamos aquí, nuestra inteligencia era superior a la desgracia de este minúsculo pueblo. Somos egresados, Cifuentes, de grandes Universidades y estamos zambullidos en una institución deplorable de bastardos. ¡Maldita sea la hora en que deje preñada a Helena Del Rosario! Desde entonces estoy anclado en esta tierra de nadie que reduce mi inteligencia. Cifuentes, si estuviéramos en la ciudad ya esto estaría resuelto. A veces pienso que nos olvidaron... Pero nosotros no olvidamos ¿Verdad, Cifuentes?

 

SECRETARIO: No, señor no olvidamos

 

INSPECTOR: (Sollozo) Nosotros cumplimos

 

SECRETARIO: Si, señor. Nosotros cumplimos

 

INSPECTOR: Seguiremos implantando el militarismo social...

 

SECRETARIO: Señor...

 

INSPECTOR: Por el bien de este pueblo, para que el orden...

 

SECRETARIO: Señor...

 

INSPECTOR: Inspire a los jóvenes que luchan contra el terrorismo de la zona Abierta

 

SECRETARIO: Señor…

 

INSPECTOR: ¡Viva La zona Mayor! ¡Vivan la Zona Dura!

 

SECRETARIO: Señor, hay dos sospechosos

 

INSPECTOR: ¿En dónde?

 

SECRETARIO: En la salita

 

INSPECTOR: (Burlándose) “En la salita”... aquel recoveco de conciencias, que no hace más que

partir mentiras...Prepare la hacerle la autopsia

 

SECRETARIO: No, señor el que realiza la autopsia, se fue hace 18 meses

 

INSPECTOR: ¿Y cómo han hecho con los últimos muertos que han caído en las redadas?

 

SECRETARIO: Bueno… (Risita) Los dejamos en los cuartos del asfalto hasta que se pudran

 

INSPECTOR: (Indignado) ¿Qué es esto Cifuente? ¿Tú también te has contagiado de la brutalidad de la prole?... Busque cuchillos en la calle “Tenderete” y si ponen

problemas, busca gasolina. Ya sabes. Le dice a Peralta que prenda la mecha (Sale)

 

SECRETARIO: ¡Torres! (Sale)

 

 

V.

Cuadro 1 (En la salita. El secretario está sentado frente a una máquina de escribir)

 

INSPECTOR: (Mirando por segundos largos al secretario, quien se hace el desentendido) Tienes la camisa arrugada…

 

SECRETARIO: Señor, lo que pasa es que...

 

INSPECTOR: Yo sé. Está bien. Helena te puede planchar la ropa, ella era amiga de Marlinda y tú eres mi amigo y...

 

SECRETARIO: Señor, no tengo ganas de hablar de eso...

 

INSPECTOR: (Inquiriéndolo) ¿Por qué te dejo Marlinda?

 

SECRETARIO: Señor...

 

INSPECTOR: ¿Le pegaste, te pegó, te engaño, la engañaste?

 

SECRETARIO: Señor...

 

INSPECTOR: ¿No se entendían, era estéril, tu eres impotente? ¡Ya se! Era rebelde ¿Verdad?

 

SECRETARIO: (Enojado) ¡Señor, no quiero hablar de Marlinda!

 

INSPECTOR: Discúlpame Cifuentes. Haga pasar al primer sospechoso. (Entra María Eugenia y toma asiento) Señorita María Eugenia Norde. Dichosos los ojos que la aprecian. Dispense a contestar unas humildes preguntas. ¿Qué hacía usted, la noche de 15 de noviembre en el Tentaciones?

 

MARIA EUGENIA: Trabajo allí

 

INSPECTOR: ¿Qué hace?

 

MARIA EUGENIA: Soy trabajadora del placer

 

INSPECTOR: Puta.

 

MARIA EUGENIA: Si así le excita…

 

INSPECTOR: ¿Qué hacía usted en la escena del crimen?

 

(Aparece Teresa en la lateral derecho. En una misma silla y en la misma posición que María Eugenia)

 

MARIA EUGENIA Y TERESA: Yo mate al cura, lo mate como se mata el amor: clavándole un cuchillo en el corazón, empujada por la herida que él abrió.

 

INSPECTOR: Sea más específica.

 

MARIA EUGENIA Y TERESA: La noche de anoche, estaba destinada a quedarse guindada en los tiempos de este pueblo. Olía a muerte rociada en vela y bañada en brisa de diciembre bueno.

 

(Desaparece Teresa)

 

MARIA EUGENIA: Él llego a eso de las once y media, como de costumbre. Pidió cerveza. Desde que entro, clavó su mirada de miel en mí, con aquel semblante de hombre devorado por el pecado, escondido, tras una sotana de papel. Ella estaba allí y no me avergüenza decir que...

 

Aparece Teresa

 

MARIA EUGENIA Y TERESA: Soy una mujer celosa

 

MARIA EUGENIA: Porque su olor era mío, como mi piel suya y era suficiente para pelear su cuerpo. Entonces… (La escenografía se transforma. En la Cantina. María Eugenia Baila con el cura. Esta Teresa viéndolos de lejos) Una mano áspera raspaba mi piel y al ritmo de tambores quería balancear mi cuerpo. Bailamos sólo como los dos sabíamos, pero ella estaba allí y lo seducía con su baile vulgar.

 

PADRE: (Visiblemente borracho) Voy al baño

 

MARIA EUGENIA: Me dijo. La mirada de ellos se entrecruzó, se iban a culiar. “Vete, amor”, le dije, pero con esta perra me quedo yo (La toma bruscamente por el brazo) Entonces saque mi navaja y se la lucí en el rostro. Nos aferramos una con la otra. Era un cuervo enojado. Mi puño hambriento olfateaba su carne. Mi fuerza era tan bruta y ciega… (El PADRE se interpone y es apuñaleado por María Eugenia)… que el diablo sopló mi tino y el cuchillo beso su cuerpo. Yo maté al PADRE, yo lo mate.

(Oscuridad.)

 

Cuadro 2 En la salita. El inspector esta con Teresa. El Secretario continúa transcribiendo en su máquina de escribir.)

 

INSPECTOR: (A Teresa) El 15 de noviembre en Tentaciones Disco-bar hubo un homicidio ¿Que hacia usted allí, Teresa Rodríguez?

 

TEREZA RODRÍGUEZ: Ese es mi lugar de trabajo

 

INSPECTOR: Ah...Su lugar de trabajo y ¿En qué trabaja?

 

TEREZA RODRÍGUEZ: Soy la mesera

 

INSPECTOR: ¿La mesera?... ¿Qué hacía usted en la escena del crimen?

 

(Aparece María Eugenia en el lateral izquierdo)

 

TERESA RODRÍGUEZ Y MARIA EUGENIA: Yo mate al cura, lo mate como se mata el amor: clavándole un cuchillo en el corazón, empujada por la herida que él abrió.

 

INSPECTOR: Otra, Dios mío… ¿Puede ser más específica?

 

TERESA RODRÍGUEZ Y MARIA EUGENIA: La noche de anoche, estaba destinada a quedarse guindada en los tiempos de este pueblo, olía a muerte rociada en vela, bañada en brisa de diciembre bueno

 

(Desaparece María Eugenia)

 

TERESA RODRÍGUEZ: Él llegó a las diez. Todos nos sorprendimos, pues, él no se asoma por ese sitio. Llegó pidiendo un trago de ron, sosteniendo su mirada azuleja en mi, con aquel semblante de hombre devorado por el pecado escondido tras una sotana de papel, yo sabía que él estaba con ella y tendré los demonios en mi boca, pero...

(Aparece María Eugenia)

 

TERESA RODRÍGUEZ Y MARIA EUGENIA: Soy una mujer celosa

 

(Desaparece María Eugenia)

 

TERESA RODRÍGUEZ: El padre me había entregado igual o más de lo que yo le había dado a él, así que tenía una deuda con sus labios, y lo iba guerrear. Cuando una mano de ángel me elevo hacia la pista de baile y con ritmos eróticos calentó mi cuerpo. … (La escenografía se transforma. En la Cantina. Teresa Baila con el cura. Esta María Eugenia viéndolos de lejos) Su aliento hacia emanar mi sudor. Pero la otra loca lo miraba y lo seducía

 

PADRE: Voy para el baño

 

TERESA RODRÍGUEZ: Me dijo. Las manos de ellos se tocaron, se iban a culiar. ”Vete amor”, le dije. Pero con esta perra me quedo yo y le saque mi navaja y le dibuje una línea roja en la mejilla. (Coge, bruscamente, del brazo a María Eugenia) Era un cuervo enojado. La iba a matar. Iba a penetrar su asquerosa carroña con mi fuerza. Ya sentía que me le metían dentro…(El PADRE se interpone y es apuñaleado por Teresa)… cuando los ojos de mi amado se estrellaron con los míos de bestia. Yo mate al PADRE, yo lo mate

 

(Oscuridad)

 

Cuadro 3 En la Salita. Inspector y secretario.

 

INSPECTOR: Ellas no fueron, Cifuentes... Quieren enredarme en una telaraña que urden con respuestas confusas e incoherentes. Yo más que nadie conozco a esas mujeres. María Eugenia siempre me atiende en el “Tentaciones”, pero como mesera, porque ella lo es. A menos que le falte el pan vende el suyo. A cinco mujeres le legalizamos sus servicios sexuales y entre esas estaba Teresa Rodríguez que desde entonces pago 7.000 por acostarme con ella. Ella es la Puta. Esta dice que “No se asoma por este sitio” y la otra “Como de costumbre”. Los ojos del padre no son azules o mieles, son café oscuros. Y el hombre bebía aguardiente, no ron o cerveza. Cuando llegó lo mandé a investigar y puse hombres para que lo siguieran, por el cuento este que si era o no de la Zona Dura. Y el informe siempre decía que el hombre pedía aguardiente, mujeres y hablaba incoherencias con la palabra del Señor. Por último, el golpe certero fue en el hígado...no en el corazón. Ellas no fueron Manuel, ellas no tienen cuchillos. El primer barrio que limpiamos fue el de ellas, hemos quemado las casas más de cien veces… (Risita) Tanto es el miedo, que ya ni se hacen batidas, ellos mismos se ofrecen a prestar el servicio y buscan cuchillos en otros barrios y calles sospechosos de ser rebeldes abiertos. Ese barrio es nuestro centro de operación y abastecimiento (Risotadas. Mira al secretario) ¿Y tú porque no escribes? Hace como media hora dejaste de escribir ¿Qué es lo que te pasa?

 

SECRETARIO: Si he escrito, señor. Lo que pasa es que he descansado porque me duele la mano...

 

INSPECTOR: (Nota el vendaje en la mano del secretario) ¿Qué te pasó?

 

SECRETARIO: (Risita inocente) Me corté con una navaja sin querer cuando...

 

INSPECTOR: ¿Navaja? Ni nosotros tenemos navajas. Todas las semanas viene la JK a recoger lo incautado. No tengo porqué recordártelo.

 

SECRETARIO: (Nervioso) Ayer me corté. En la mañana llegaron cuchillos y García y yo lo estábamos acomodando en la caja y...

 

INSPECTOR: Ayer en la mañana, yo recibí los únicos cuchillos que llegaron y allí mismo, se los entregué a la JK... Cifuentes ¿A qué hora, exactamente, estaba usted en el baño?

 

SECRETARIO: Señor...

 

INSPECTOR: Usted estuvo allí ¿No? Tuvo que ver algo, oír algo...

 

SECRETARIO: ¿Estas desconfiando de mí, Rafael?

 

INSPECTOR: ¡No me tutees!... Yo no confió en nadie... ¿Me estas ocultando algo?

 

(Interrumpe el Juez, una mujer demasiada elegante)

 

JUEZ: (Extiende la mano al inspector) Inspector

 

INSPECTOR: (Besa la mano de la juez) Jueza

 

JUEZ: Juez, mi querido inspector, no me molesta.

 

(El secretario se escabulle, sigilosamente)

 

INSPECTOR: Menos mal es tenerla por aquí, lo solicitábamos urgentemente

 

JUEZ: Si, me enteré que hay un caso y vengo a resolverlo rápidamente.

 

INSPECTOR: Pero, jueza...

 

JUEZ: Juez, mi querido inspector. Me llegó una carta de la Zona Mayor donde requieren mi presencia, en la reunión donde se legalizará todos los medios necesarios para la continuidad de nuestro gobierno y se discutirán nuevas políticas de bien llamado Militarismo social. Así, que debo partir inmediatamente. Deme acá todo lo que ha hecho.

 

INSPECTOR: Disculpe, jueza. Pero las evidencias son confusas, no tenemos nada

 

JUEZ: Juez, mi querido inspector. Y ¿Desde cuándo querría hacer las cosas bien aquí? Por favor, no justifique su falta de trabajo y torpeza conmigo. Deme el acta para cerrar este caso

 

INSPECTOR: (Exaltado) ¡¿Cerrar el caso?! ¡No! No, no puede cerrar el caso, sin saber la causa, desarrollo del homicidio ¡Por dios!

 

JUEZ: ¡No olvide con quién está hablando! Pido moderación en su tono

 

INSPECTOR: (Mas exaltado) ¿Cómo se le ocurre? ¡Yo no le estoy gritando! Salvo que no ha pasado ni un día. ¡Jueza, por favor!

 

JUEZ: (Más exaltada aun) ¡Juez, mi querido inspector! ¿Qué es lo que le pasa? Como si fuera la primera vez. Usted nunca investiga, ridículo. Este caso lo cierro.

Y ni se le ocurra volverme a decir que debo o no debo hacer. Recuerde con quien soy yo. Aquí su título de universitario de promedio, no se compara con mi poder otorgado por el mismísimo gobernante, muy bien puedo hacerlo echar (Va a coger el acta, el inspector se lo impide)

 

INSPECTOR: ¡Ni se le ocurra! Cifuentes, se la dará, mi secretario… (Nota su ausencia)… ¿Manuel?... ¡Cifuentes!

 

JUEZ: (La toma) Permítame...Bueno, llame los respectivos sospechosos

 

INSPECTOR: ¡Peralta, Torres! (Entra los policías) Busquen a los sospechosos (A Torres, al oído) Búsqueme a Cifuentes.

 

(Entra María Eugenia y Teresa. El policía Peralta y Torres sin el secretario)

 

JUEZ: (Leyendo la hoja que estaba en el cilindro de la máquina de escribir) ¿Y esta mierda que es?

 

INSPECTOR: ¿No sabe lo que es un acta?…No me extraña

 

JUEZ: Sé lo que es un acta y esto no lo es… (El inspector se la arrebata, la ve, extrañado. Luego la juez se la quita) Permítame…

 

Cuadro 4: Lectura del acta

 

“La culpa me empuja y el amor me acusa de la manera más humillante, y me arrodillo ante ellos declarándome un hombre derrotado. Sin fuerzas me he quedado en medio del campo de batalla, sólo, sin arma y sin escudo, y peor, sin un enemigo a quien odiar o amar.

 

Yo, Manuel Casimiro Cifuentes Medina, oriundo de ciudad y moribundo de este pueblo, maté al cura, porque no resistí que se burlara de mi derrota.

 

Marlinda y yo duramos 6 años casados, suficiente tiempo para saber que estaba inconforme con nuestro partido y que apoyaba a los rebeldes de la zona abierta y que a veces se metía en el monte a llevarles comida. Yo no le decía nada, la amaba. Pero ella amaba más los cantares libertarios de Jesucristo, que decidió seguirlo, fue el mismo instante de la matazón de los campesinos de la zona Abierta... Y regresó... con un rosario entre los dedos y el padre nuestro en la boca. Mis ojos no soportaron lo que veían, mi tristeza se hacía más grande y me gritaba al oído lo que debía hacer. Tres días después de que el cura llegó, lo vi en la frontera intercambiando gasolina por cuchillos con abiertos, así que él andaba con un cuchillo debajo de la sotana. (El escenario se transforma en la cantina. Teresa y María Eugenia bailan con el PADRE; al fondo el secretario mirando)

 

Bailaba con las putas esas cuando de pronto dijo:…

 

PADRE: Voy para el baño.

 

…Sin saber que su propia daga le atravesaría el alma. Las mujeres se quedaron peleando y sus gritos sirvieron como cómplices de mi empresa mortal. Esperé que entrara al baño y cuando se sentó a orinar, le acallé su espíritu de un golpe de amor no correspondido. Sus ojos miraron a su asesino, mis ojos miraron a mi muerto... Yo maté a Marlinda, yo mate a mi mujer, yo mate al cura”

 

Cuadro 5 En la salita. El juez, el inspector, los policías y las mujeres.

 

JUEZ: ¿Qué significa esto, inspector?

 

POLICÍA TORRES: (Risita) Pero, al menos mató un rebelde, quién sabe si no estaba formando una pequeña guerrillada

 

INSPECTOR: ¡Cállese, Marica! (A la juez) No sé qué mierda escribió mi secretario

 

JUEZ: Traiga, inmediatamente, el cuerpo del padre

 

INSPECTOR: (A los policías) ¿Qué hacen parados ahí como unas pichas? ¡Muévanse!

 

(Salen. Entran con una camilla donde está el PADRE, podrido y hediendo)

 

JUEZ: ¡Quítenle la ropa!

 

(Los policías desnudan al PADRE)

 

POLICÍA PERALTA: ¡Es una mujer!

 

(Desorden en la escena)

 

JUEZ: Inspector ¿dónde está el secretario? ¡Orden!

 

(Suena un ruido fuerte. Es un disparo. Sale, rápidamente, Peralta. Entra)

 

PERALTA: ¡Se suicidó el secretario!

 

INSPECTOR: (Cabizbajo) Se mató Manuel

 

JUEZ: (Conmocionada) Pero... ¿usted está seguro?

 

INSPECTOR: (Ofuscado) ¿Es que no lo ves? (Levanta el cuerpo, los senos descuelgan) ¡Es una mujer!

 

(Todos quedan mirando hacia el público, congelados. Oscuridad)

 

 

 

VI.

Tres mujeres. Dos, aparentemente, maduras. La una, relativamente, joven. Visten vestidos de flores rojas y negras. La más madura aruña guayabas en un cuchillo, la otra corta la pulpa con un cuchillo. La joven le agrega azúcar al jugo con un cuchillo. Cantan.

 

CONSOLATA: ¡Rosalinda, cierra la puerta y ponle la tranca! El sonsonete no me deja dormir

 

MAXIMINA: No es el sonsonete, son los calores, Consolata.

 

ROSALINDA: No son los gritos, ni mucho menos el infierno lo que no la deja conciliar el sueño...es la locura de los Duros que amenaza con robarnos la dignidad

 

CONSOLATA: ¡Cierra la puerta y ponle la tranca!

 

MAXIMINA: Porque después entran a estrujarnos las tetas y a sobarnos para ver si somos mujeres

(Toque fuerte de puerta)

 

CONSOLATA: ¿Pusiste la tranca?

 

ROSALINDA: ¡No!

 

MAXIMINA: ¿Y los cuchillos?

 

VOZ EN OFF: ¡Vienen bajando los rebeldes! ¡Los rebeldes vienen! ¡Ya bajan los abiertos!

 

CONSOLATA: Eso ya no importa

 

(Las tres mujeres muestran sus cuchillos al público. Cantan. Oscuridad.)

 

 

FIN