Manual de instrucciones para extender nuestra vida en la Tierra desde las ciudades

Por Nataly Díaz Cruz*

Abril, 2021

 

 

¡Hemos llegado al futuro! A esa época imaginada por la literatura, el cine y la televisión que nos hablaba de la conquista del espacio exterior, de cruceros a la luna, de cyborgs y de teletransportación (aunque sólo a escalas cuánticas). Al mismo futuro que venía acompañado de crisis climáticas, suelos infértiles y pandemias… Todos hemos visto películas apocalípticas o distópicas y sabemos muy bien que, si no actuamos de inmediato en pro de la conservación de los ecosistemas que mantienen el equilibrio de nuestro planeta la catástrofe social y ambiental será inminente. Por eso tiene mucho sentido cambiar nuestros hábitos de consumo y desecho asumiendo acciones cotidianas que permitan disminuir el impacto que generamos en la naturaleza. Puesto que, si bien escapar a Marte ya casi una opción viable, la Tierra continúa siendo el único lugar de nuestra galaxia donde es posible la supervivencia de la vida humana.

 

Para gozar de muchos años más de existencia en nuestra casa común no tenemos que abandonar las ciudades, la tecnología y la comodidad que hemos alcanzado, pero sí es necesario que seamos conscientes de las elecciones que hacemos a la hora de adquirir productos y que dediquemos un poco más de tiempo a gestionar nuestros residuos. 

 

Si pensamos en una especie de manual para lograr estos propósitos, podríamos decir que la primera instrucción es planear nuestras compras y decidir dónde comprar. Esto funciona desde la adquisición de alimentos hasta la de inmuebles. Planear nos permite saber si realmente necesitamos lo que queremos comprar y evitar el desperdicio. Pensando en la alacena podemos incluir además la pregunta sobre ¿Cuánta cantidad de aquello que vamos a comprar necesitamos? Así, por ejemplo, podremos también asegurarnos de consumir todo lo que adquiramos y hacerlo antes de su fecha de vencimiento, pues por cada alimento y empaque que botamos a la basura estamos desperdiciando litros de agua. 

 

En segundo lugar, es importante entender que la gestión de residuos también empieza cuando se adquieren los productos. Si por comodidad decidimos comprar las frutas o verduras peladas pero envueltas en plástico sobre una bandeja de icopor, nuestra gestión está fallando desde el momento cero. Entonces, evitar adquirir envolturas adicionales o que no son biodegradables hace parte de las decisiones iniciales para extender nuestra vida en la Tierra. Podemos empezar por cargar con nosotros una bolsa reutilizable para las compras hasta llevar nuestra propia bolsa de papel a la panadería o incluso nuestro recipiente para el queso. Como todo esto es más difícil de hacer en un supermercado de gran superficie, comprar en la tienda de barrio y la plaza de mercado es la decisión más sostenible.

 

 

 

Como tercer paso, ya una vez en casa lo que mejor podemos hacer es organizar la manera en la que dispondremos de nuestros residuos, teniendo en cuenta que la meta es reducir la cantidad de basura que terminemos enviando al botadero de la ciudad. Con ese fin es importante recordar que nuestros residuos básicamente se dividen en orgánicos o degradables y en inorgánicos o no degradables y así debemos separarlos en casa. En Bogotá la mejor manera de gestionarlos es:

 

Residuos Orgánicos: Podemos recolectar el aceite de cocina usado en botellas y contactar a Bazero para que lo recojan o llevarlo a los puntos de recolección de la EAAB con el fin de transformarlo en biodiesel. Con los residuos de alimentos, de barrido y de jardín podemos hacer compost de manera personal o pacas digestoras con los vecinos y evitar la bolsa verde. Para hacer pacas pueden contactarse con uno de los nodos de paquerxs_bogota y para compost están Bioambientar, Mas compost menos basura, y Vive Vibra Verde. En cuanto a los residuos de las mascotas, la mejor opción es usar bolsas compostables y arena ecológica de maíz, o aserrín, para los gatos.

 

Residuos Inorgánicos: Casi todos son reciclables desde que estén limpios y secos. Los plásticos pequeños que suenan como envolturas de dulces y paquetes de chips se pueden disponer bien apretados en botellas y llevarlos a los puntos de recolección de botellas de amor. Todo lo demás, es decir, vidrio, papel, cartón, plásticos, aluminio, y tetrapack se puede entregar directamente a los recuperadores ambientales. En cuanto al icopor lo mejor es evitar adquirirlo, pero si ya lo tenemos, se puede entregar limpio y seco a la fundación verde natura.

 

 

Así, la cantidad de residuos que terminarán yendo al botadero será mínima y habremos hecho nuestro aporte responsable para evitar la catástrofe.

 

 

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Nataly Díaz Cruz

Docente e investigadora en temas socioambientales. Licenciada en Química y Magister en Geografía.

 

 

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