Teatro vivo en tiempos de pandemia

Ángela Correa Villamizar

Abril, 2021

 

 

Mi estadía en la ciudad de Cúcuta, capital del departamento Norte de Santander, implicaba el cumplimiento de muchos deberes a realizar antes de volver a Pamplona, la ciudad mitrada. Sorpresivamente y pese a las múltiples ocupaciones, la vida me permitió presenciar dos espectáculos teatrales que dijeron sí a la lucha por mantener el arte vivo en tiempos de pandemia. Cabe resaltar que observar una obra de teatro tras meses de encierro debido a la crisis mundial de salud que nos llevó a todos a un aislamiento preventivo obligatorio fue como recibir una dosis de anticuerpos que, definitivamente, muchos necesitamos. Recordando así que el teatro en toda su extensión de la palabra le permite al actor explorarse, encontrarse y reinventarse.

 

 

Sueño Dionisiaco

 

Diógenes Osorio Días más conocido como Diógenes Ya, presentó una creación dramatúrgica en la cual tenía más de dos años trabajando. Elaborada por el mismo actor y asesorada por el maestro Juan Carlos Agudelo y Eugenio Bravo durante un laboratorio nacional de circo realizado en el año 2019. Sueño Dionisiaco es el resultado de trabajar en ese laboratorio la dramaturgia, interpretación y dirección para el circo. Uno de sus mayores retos fue demostrar que en el circo como en el teatro también hay dramaturgia. Pues en el nuevo circo, (circo teatro) el actor se explora para transformar sus habilidades y de esta forma poder contar una historia al público.

 

Esta puesta en escena tuvo como protagonista a un hombre que luchaba contra sus propios demonios, tratando de controlar el alcoholismo y de decirse a sí mismo cada día un rotundo y contundente: “solo por hoy no”. Articuló la danza teatro, los malabares, acrobacias y, por último, pero no por ello menos importante, el clown. El actor utilizó como recurso escénico una botella de vino, una copa y la espesura de su gran cabello afro. Los gestos, la danza, el vaivén de su cabello bajo una cortina de humo blanco que se desprendía del exterior de su cabeza permitieron que sin modular palabra alguna la puesta en escena fuera limpia y entendible.

 

Pueden encontrar este trabajo y muchos más en Café Paris 1871, ubicado en la calle 14 #2-09 La Playa, Cúcuta, Norte de Santander, o en redes sociales@cafeparis1871 y @baco.jya. Se debe resaltar que este café-Bar abrió sus puertas a los espectáculos teatrales y de narración oral desde hace unos meses y ha permitido que artistas como Diógenes realicen eventos culturales.

 

 

Los excéntricos

 

La compañía independiente de artistas La buena vibra nos presentó la segunda puesta en escena. Allí, bajo la luz de la luna, la oscuridad invadió la sala y tras el silencio absoluto de los espectadores, los refractores rojos, amarillos y verdes anunciaron la llegada de Los excéntricos. Este grupo de artistas utilizó como recurso escénico un baúl. Este baúl no sólo contenía clavas, pelotas u otras herramientas del circo, no. El baúl se convirtió en una herramienta en sí que permitió al público adentrarse al mágico mundo del circo. El baúl fue como esa carpa que cuando la gente entra su mundo queda suspendido por un par de horas, donde se asombran, ríen, sorprenden, incluso tienen miedo. El payaso ríe, canta, llora, baila, siente, ¡escucha… el payaso actúa! Esta muestra de circo teatro permite ampliar en gran escala la percepción que durante años se ha tenido del circo y busca cambiar los estereotipos que con el pasar de los años los han marcado.

 

Pueden encontrar mayor información sobre sus siguientes presentaciones en sus redes sociales @labuenavibraca o contactarlos al teléfono 312 4961648.

 

Ahora bien, el término “Reinventar” es muy usado por estos días, pero… ¿Cómo se reinventa un actor en tiempos de pandemia? Para muchos de nosotros fue difícil aceptar la transición de las tablas a las pantallas de un dispositivo móvil o de una laptop, puesto que algunos de los objetivos del teatro es acercarnos al público y despertar emociones; escuchar las risas, los aplausos, y ¿por qué no? romper de vez en cuando la cuarta pared. Ahora somos migrantes digitales, es una realidad. Esta realidad ha permitido que aprendamos a darle buen uso a las herramientas virtuales, explorando así el máximo potencial del actor, quien se ha encargado de trabajar día a día en su lucha por mantener el teatro vivo y asumir el reto de tener un público expectante en cada función. Para que esto sea posible en esta nueva era digital, las redes sociales juegan un papel importante a la hora de difundir información. En este caso, a través de Facebook pude enterarme del gran trabajo que está realizando Teatro Nacional, y claro está, pude disfrutar de La invitación, escrita por Katherine Vélez y dirigida por Ernesto Benjumea. 

 

 

La invitación 

 

Esta obra fue escrita por Katherine Vélez y tiene como protagonistas a una escritora, acompañada de Ernesto Benjumea, Andrés Estrada y Marcela Benjumea. Ellos dan vida a los personajes de Alicia, Nacho, Polo y Tere en su respectivo orden. Todo comienza con un encuentro familiar en el cual van a celebrar el traslado de trabajo del esposo de Tere; Polo. Alicia, hermana de Tere, es quien planea la cena y advierte a su esposo; Nacho, de lo muy importante que será no hablar de los múltiples intentos de suicidio de Polo y mucho menos de los trastornos alimentarios de Tere. Los anfitriones de la invitación son sin duda alguna la pareja ideal. Ambos exitosos, guapos, dueños de una hermosa casa y con un hijo al cual han intentado dar el mejor de los ejemplos. Caso contrario de los invitados, quienes han fracasado en todos sus intentos por tener éxito laboral y de pareja, a quienes por infortunios de la vida no se les permitió tener un hijo, razón por la cual aprecian a su sobrino de una manera incluso sobreprotectora. Alrededor de la velada se intenta crear un ambiente cálido y armonioso con el fin de que Polo se sienta pleno y olvide sus deseos de morir, al parecer todos creen que ese es el único problema con el que lidiarán esa noche. A medida que pasa el tiempo se van desenmascarando secretos que cada uno de los personajes esconde. Cada secreto es más grande que el anterior. Al final los hechos demuestran que la familia seguirá siendo lo más importante, aunque para conservarla se requiera vivir de apariencias.

 

La obra puede disfrutarse todos los sábados a las 8:00 p.m. a través de Teatro Nacional Digital y tiene un precio de 20 mil pesos.

 


 

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