Willaku, la suerte del indio poeta

Los 3 reinos unen la memoria de las palabras

Por Valeria Sandi

Marzo, 2021

 

Tres planos, se diría en la cosmovisión andina, la cosmovisión cotidiana en el que somos seres con deseos, soplando sueños, esperando que nuestra mirada llegue hacia el Hanaq Pacha, ese mundo superior y el reino de los dioses incas como Inti (el dios del sol) y su hermana Mama Quilla (la diosa de la Luna).

 

En Kay Pacha que es el mundo medio, está nuestra carne, conocida como el reino físico lleno de nacimiento, muerte y decadencia. Este lugar ha sido testigo de un ciclo de destrucción y renacimiento. Kay Pacha, literalmente «este mundo», fue el mundo medio de la mitología inca (hay varios deletreos, para empezar con la obra “Willaku”.

 

Para seguir el recorrido debemos entender nuestro Ukhu Pacha ese inframundo inca, que también podemos reconocerlo como «mundo interior» o el «mundo inferior». Ese que está debajo del reino humano donde los individuos no aptos son enviados después de la muerte. De hecho, Ukhu Pacha era el dominio de Supay, el dios inca de la muerte, gobernante del universo subterráneo y líder de una raza de demonios. También está asociado con la madre tierra femenina y los huesos de los antepasados.

 

El agua subterránea también era un producto de Ukhu Pacha, y los incas consideraban los manantiales que sostienen la vida como un enlace desde el reino humano hasta el mundo interior.

 

Aunque estos tres reinos tienen límites claramente definidos, hay numerosas conexiones espaciales y físicas que pasan entre ellos para entender los tres espacios. Podemos estar preparados para sumergirnos en el “Willaku” donde entran los rayos, el arco iris y la lluvia siendo luz conectando los mundos superior y medio.

 

Iniciamos el primer plano, en el camino llegan voces que nos dicen:

 

Presagio

Cómo se pasea en la cabeza de los enemigos

Muerte que recoge piedras en la orilla del río

 

El elemento aire trata de ganar al tiempo de una manera magistral. El Huaraquero, representado como símbolo que le gana a la muerte, el mejor tiro, con todas las piedras en la mano. La muerte le pide revancha.

 

En el segundo plano, el Kay Pacha, retorna el presagio, a través del llanto. El motor es el vuelo.

 

En la noche busca ocultar la cueva de serpientes que es el proceso que llega desde le Ukhu Pacha.

 

El Quechua viene como protección a medida que transcurren las imágenes nos santiguamos con las palabras.

 

Dice si el Jucu viene es porque le llama la tristeza.

 

Alargar tiempos ¿Es despedirse?

 

El Ukhu Pacha y el Kay Pacha, se encuentran. El reflejo es su entorno, como para los incas es la naturaleza, a través de la montaña y el río. De aliado el viento.

 

En esta propuesta, no se teme decir que hay miedo, que se avanza temblando. Que no es el canto el que hace aparecer seres, sino es la escritura.

 

La búsqueda de la Palomita y, símbolo de extender alas, pacificar el espacio.

 

Desde el Khay Pacha, sigue llorando el Jucu, hacia el Hanaq Pacha llega el eco del vuelo expandiéndose en el firmamento.

 

Los ojos, son la memoria y la unión de los tres espacios.

 

Recorremos, pero también retrocedemos, como diría el poeta Humberto Ak‘abal:

 

De vez en cuando

camino al revés:

es mi modo de recordar.

 

Si caminara sólo hacia delante

te podría contar

cómo es el olvido.

 

Es así que seguimos el recorrido, escuchando la petición del retorno de su palomita Urpillitay. Nos sumergimos, hacia nosotros mismos. Porque entrar en el pecho de la historia, es entender también que el Ukhu pacha es estar debajo de todas nuestras costuras en el subterráneo de nuestros más fieros deseos que vuelan.

 

Cuando el nido se nombra, vuelve el llanto del Jucu.

 

Aquí a las palabras le salen alas para cruzar los mares, las montañas y el tiempo.

 

La contraposición con el Jucu, ave de mal agüero, que no sabe dejarse entender con el Juan Uckhu Pacha, ¿No es acaso también la soledad, sumergirse hacía uno mismo y entender el llanto del ave que sale a mojar el tiempo y retornar a nuestras venas? Otros saben escuchar algo más, es así que, a partir de giros poéticos de la obra, gota a gota desde la tierra se presenta Juan Kay Pacha.

 

Y en medio de todo ¿Qué es la humanidad? Un recorrido en el que se encuentran constantemente los planos en el suelo. El cielo se acuesta sobre ese manto, espejo de la tierra y corazón del mundo interior, subterráneo de nuestras heridas. Inicio del camino al sol, siendo sus hijos, mediadores de los espacios. Sin poder llorar así mismo, cuando el cóndor siente su sufrimiento.

 

Reconocerse, como un indio poeta, sin necesidad de validarse en los ojos de otros. Orgulloso con sus palabras que vuelan, siendo piedras que se extienden, con buena puntería donde los cantos son volver al arrullo de su madre, escuchar ya sin miedo al Juku, allí donde su voz es líquida celebramos el reino del Hanaq Pacha que mira cómo ha vencido a la muerte, con la trinchera de su palabra.