Validar los derechos de la Madre Tierra desde adentro

Por Diana Victoria Aguirre Santoro*

Mayo, 2025

 

 

 En los últimos 70 años el mundo en general, se ha volcado predadoramente sobre el cuerpo de la Tierra como nunca antes en la historia; la sed de consumo de una parte de la población enviciada con el poder, ha generado un paradigma social basado en la predación de unos a otros, incluyendo de los hijos a la Madre: La Tierra. 

 

La explotación del planeta, ha sobrepasado límites peligrosos; cómo explicarle a un científico financiado por las multinacionales o al obrero de la fábrica, que la Tierra es un ser vivo;  que el Agua es la sangre que purifica y nutre su gran cuerpo, que los árboles son su sistema respiratorio y el nuestro; que las rocas son sus huesos;  el petróleo, la bilis para que su digestión subterránea funcione en equilibrio; que al igual que nosotros, la Gran Madre en su dinámica interna, genera magnetismo, electricidad, calor y que cada ecosistema o matiz de su relieve, habla algo de su sentir. La querida Madre Planeta, puede ser tan árida y silenciosa como el desierto, tan fértil y misteriosa como la selva, tan fría e imperturbable como iceberg, tan plácida como pradera, tan dulce como arroyito, tan inconmensurable como el mar.

 

Cómo hacer para validar desde lo cotidiano, los esfuerzos de gobiernos como el de Ecuador, que en 2008 incluyó en su Constitución: Los "Derechos de la Madre Tierra", validada como sujeto de derecho o como la ONU, que finalmente en el 2009, declaró el "Día internacional de la Tierra”, para fortalecer la relación humana con el planeta. Cómo hacer, para que el compromiso de cuidado, respeto y protección a la naturaleza, crezca naturalmente en los habitantes actuales del planeta; en un mundo globalizado, que da más importancia a expandir tendencias fútiles entre los jóvenes y visibilizar la música, películas y arte, de estrellas de corazón torcido; necesitamos urgente volver la vista a lo realmente importante:  LA VIDA; es como si fuéramos en un auto sin frenos hacia un abismo y en vez de pensar soluciones,  estuviéramos preocupados porque salpicó barro por la ventana o porque el ruido de la carretera destapada, no nos deja escuchar la canción de la radio. Es un tiempo paradójico, donde una fracción de la población, parece estar cavando la propia tumba y de una vez, la de todos sus descendientes, para que, si nacen, vivan en un mundo artificioso, contaminado y sin esperanza.

 

Esto no siempre fue así, las comunidades ancestrales de todos los rincones del planeta, se caracterizaron por su respeto y devoción al lugar que les daba todo:  alimento, agua, aire, medicina, techo, vestido, flores, miel, etc. La Madre Tierra, como muchos le llaman:  Pachamama, Gaia, Nuna, Prithvi, Dame Natura...  fue percibida y concebida por los antiguos, como un ser generoso y poderoso, que paría y cuidaba a todos sus hijos:  montañas, elementales, plantas, animales, seres humanos y en su infinita creatividad, ofrecía abundancia para que crecieran, florecieran, se reprodujeran y habitaran el paraíso de su gran cuerpo cósmico. Madre Tierra no solo da, también nos penetra en cada sorbo de agua, en cada toma de alimento, en cada bocanada de aire; somos ella, viviéndose a sí misma en diversidad de formas, colores y estilos de vida.

 

Durante miles de años los seres humanos se entregaron a ese misterio, con el paso del tiempo, parecen refundirse las memorias de cuando nos sentíamos en unidad con nuestra Madre; más, aunque hayamos silenciado ese instinto de humano cósmico, de tribu; existen en todo tiempo: Abridores de Camino, Enlazadores de Mundos, que abriendo líneas de tiempo paralelas al influjo egocéntrico, han apostado por vivir en armonía con la Madre Naturaleza;  es el caso del movimiento mundial de Ecoaldeas y asentamientos sustentables, de familias neorrurales que han restaurado territorio y siendo nacidos en la ciudad, volvieron al campo para sembrar y crear comunidad; a la gente urbana, que crea colectivos de regeneración cultural y ambiental, como Quira Medios, la Red Mundial de Canto al Agua, todos los cabildos, colectivos artísticos y ambientales de la ciudad... y hasta los más invisibles, que viven solos en la montaña, visitando sitios sagrados y ofrendando y pagando de nuevo a la Madre Tierra.

 

En visión de Águila, comprender que el impulso hacia lo individual que estamos experimentando como humanidad, tiene su sentido en los misterios de la espiral del tiempo; que estemos en un proceso tan fuerte de individuación, promete ir a las capas más profundas del Yo y desde adentro, elegir conscientemente volver a Amar la Vida, el Amor es la gran medicina. Lograremos a través de la mente y el libre albedrío, llegar a encontrar nuestro sentido de vida y sintonizar la intuición, con el pensar...  y el sentir, con el hablar... Pero la cuestión es, si la Tierra va a querer o poder, sostenernos como especie hasta que recorramos este camino de despertar de la conciencia individualizada; esperemos que sí... y que cuando lleguemos al extremo de lo individual, a nuestro propio corazón;  podamos percibir la gran red energética que nos conecta con toda vida, con el planeta, las plantas, los animales, los otros seres humanos; cada uno es fundamental para recrear el gran rompecabezas cósmico. 

 

Validemos los Derechos de la Madre Tierra desde lo cotidiano, desde la vivencia interior; sintonicemos con la parte del colectivo humano, que está en transición a nuevas formas estructurales en la sociedad; celebremos acuerdos internacionales de cuidado de la Tierra, las leyes, los artículos, los decretos de la línea de tiempo del papel; sembremos, reciclemos, prudencia en el consumo, ahorremos agua, etc., y así, cada uno en su pequeño mundo, hará su parte y sin darnos cuenta, un día en masa crítica, volveremos a ser Tribu Cuidadora, no tendremos que estar juntos en presencia para hacer pagamentos como los antiguos, porque cada uno volverá a Amar a la Tierra desde su realidad creada y lo hará para sí mismo y para todos. 

 

A veces parecerá muy complejo e inconmensurable, más si nos percibimos como ancestros del futuro, haciendo que el paraíso natural perdure para la gente por nacer, será sencillo; como brota naturalmente la sonrisa de un niño sintiendo el sol en la frente, el agradecimiento de una madre por el agua tibia que limpia a su hijo; la poesía de un pájaro cantor, el néctar de las flores, el amor de un hijo por su madre... Así será, hecho está. 

 

 

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Diana Victoria Aguirre Santoro

Bióloga, Cantautora, Ganadora de la convocatoria Canción oficial Canto al Agua 2025, Maestra Waldorf de Agroecología, Investigadora y Cocreadora del Campamento Tunjaque, La Calera, Líder de Danzas de Paz en formación, Madre, Mujer Medicina

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Celular: 313 439 3830

Correo electrónico: agroecologiaintihuasi@gmail.com

Instagram: @belihueylafamiliadelatierra

Instagram: @campamentotunjaque

 

Comentarios: 2
  • #2

    Clara Inés Domínguez García (viernes, 23 mayo 2025 06:32)

    Gracias por este llamado a tomar conciencia, hemos vivido en la irresponsabilidad y el abandono ético y moral del medio ambiente, hemos explotado la tierra sin misericordia: ahora aún es el momento de PARAR en muy poco tiempo será imposible.

  • #1

    José Santos (domingo, 18 mayo 2025 18:17)

    Hola buenas tardes



 

 

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