The house that jack built

Dirección Lars Von Trier (2018)

Por Juan Carlos Carvajal

Noviembre, 2021

 

En Jack conviven el placer y la culpa, como partes de una balanza, o mejor aún, como la rueda de la fortuna. Como él mismo lo declara, cuando no es capaz de soportar el dolor por sus actos, que lo persigue como una sombra creciente, necesita atacar de nuevo y asesinar. Es esa su droga: su oscura adicción.

 

Sin embargo, si bien siente culpa, no siente arrepentimiento alguno, pues en él la muerte se perfecciona, se sublima estéticamente, ya que cada uno de sus “trabajos” es una obra de arte -tal como llegó a pensarlo Thomas de Quincey,  satíricamente, en su ensayo El asesinato considerado como una de las bellas artes-.

 

 

Jack también busca la perfección, en parte, porque es obsesivo-compulsivo. No obstante, si bien comienza sus asesinatos guardando con severa meticulosidad no dejar rastro alguno que pueda inculparlo, poco a poco va cediendo a la improvisación, para otorgar más importancia a la catarsis por la obra bien ejecutada. 

 

Y es que para Jack los cuerpos no son simplemente cadáveres: son materiales dotados de una vitalidad que confieren belleza y armonía a la muerte. Es por esto que se considera un artista, un “creador de íconos” que busca no sólo la perfección estética en sus asesinatos, sino desarrollar todo un concepto. Se considera un vanguardista del asesinato, un, como él mismo se denomina, “Señor sofisticación”.

 

Por su parte, Von Trier también se entrega a un refinamiento supremo en la consecución de sus planos, que, en algunos casos, bien parecieran obras pictóricas por sí mismas, dotadas de un sutil movimiento. Se hace presente en el director la maestría en la composición de cuadros que se esculpen en la memoria. El deslumbramiento acompaña desde la mirada del director la búsqueda de la magnificencia de la belleza en la muerte; el arrobamiento estético de lo siniestro. Así, el director no se contiene en cuanto a la crudeza y rareza mortificante de las situaciones, que como es por algunos sabido, ocasionó que muchas personas abandonaran la sala de cine durante su estreno en el festival de Cannes.

 

 

La razón: Jack no piensa solamente como un artista. Es también un arquitecto e ingeniero, que ante la imposibilidad de construir su propia casa, en el plano de la realidad,  levanta los cimientos de su construcción más allá de la muerte, sin notarlo. 

 

El precio: convertirse en un Dante cuyo único destino es el infierno. El poeta Virgilio –Verge-, al igual que con el poeta florentino, salva a Jack de las bestias que le persiguen, en este caso la policía, y lo conduce a la Catábasis: el descenso a las profundidades. Es pues la película, en suma, la confesión de Jack, pero más allá su manifiesto, la revelación de su poética de la muerte a través de cinco obras maestras y el descenso al infierno ineludible como resultado de que el placer sobrepase cualquier entendimiento.