Sebastián Waldo

"Poeta, docente e investigador chileno"

Noviembre, 2024

 

 

Nacido en Santiago de Chile en 1984, es poeta, docente e investigador académico. Es licenciado en Lengua y Literatura en la Universidad Alberto Hurtado y doctor en Literatura por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Dirige la revista de poesía contemporánea Vórtice, así como la editorial Vórtice Ediciones. Es autor de las obras El bosque de los ausentes (Puerto de Escape, 2015), Las arpas rotas (Bajo la Lluvia Ediciones, 2020), Espejismos (Adarve, 2022) y Jornadas neorrománticas (Averso, 2024) Sus poemas y artículos han sido publicados en diversas revistas literarias y una parte de su obra se encuentra traducida al inglés. 

 

 

 

Declaración

 

Antigua benefactora de mis delirios,

yo quise abrazarte 

y terminé despedazado

en el fondo de los días.

 

Si insistes en que pronuncie

alguna especie de juramento,

solamente diré: tal vez estamos solos

como el juguete roto

que un niño dejó en el patio

junto a su infancia oxidándose en la maleza.

 

Mientras la tarde se desgarra,

cuando el crepúsculo anuncia

el exilio de los pájaros,

te extraño porque sí,

porque la memoria insiste

como un liquen aferrado

al torso de las piedras.

 

 

 

Tendencia

 

De nuevo el viento cierra las puertas

empecinado en quedarse solo en los cuartos.

 

El viento, es el viento que desordena

la cabellera de los siglos

cuando se rompen las crisálidas

y pasan aullando las horas postergadas.

 

Tú escribes obituarios o palabras

que duelen antes de pronunciarse.

 

Pero hoy te digo que olvides

las rutas conocidas del sosiego

y que no cometas el error de Orfeo

de mirar atrás,

pues iremos tan lejos

que nos adelantaremos a la causalidad

y los hechos ocurrirán antes que los motivos.

 

Tú que permanecerás dormida

en las corrientes abisales

como el detritus de dioses condenados,

nosotros que seremos otro engrane

en la trama de la materia

con el sol reverberando

en las orillas de un sueño irrescatable. 

 

 

 

Utopía

 

Te escribo desde la caverna

platónica del absurdo,

de este vacío que intentan

llenar palabras,

símbolos de siglos en la memoria

suspendida de los témpanos.

 

Pero tú solo comprendes

el aullido del lobo

que la luna desprecia

como el tiempo

nuestros sueños inmortales.

 

Tú solo comprendes 

el gorjear de pájaros

a la salida del sol,

el rumor de las mareas

que un viejo dios agita por capricho.

 

Solo comprendes

el efímero brote de los geranios,

el titubeo del viento

antes de remover las últimas hojas. 

 

 

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