Foto: Luis Gabriel Prado
Foto: Luis Gabriel Prado

 

Bogotá, 486 años

Por Redacción editorial

Agosto, 2024

 

 

Con una herencia milenaria muisca, ser punto de cruce y encuentro de diferentes culturas del Abya Yala, tener cerca de medio siglo de fundación colonial española e influencia de antiguas tradiciones africanas, Bogotá no es una ciudad joven ni mucho menos novicia, falacia que se suele mencionar en espacios políticos y académicos, y que absurdamente, las generaciones hemos aceptado como una suerte de destino fatal.

 

El escenario aquí planteado pone de manifiesto varios aspectos de discusión relativos no solo la pasado sino al camino que se habrá de recorrer. En primer lugar, se debe resaltar que hay una responsabilidad histórica que la ciudadanía bogotana, oriunda o no, debe asumir para transformar culturalmente la sociedad fortaleciendo la cohesión social, el respeto por la vida, la participación ciudadana y la creación de oportunidades para las nuevas generaciones, y eso compas no da espera.

 

Por otra parte, es imprescindible desmontar la marcada estratificación social impuesta desde la colonia basada en un sistema de castas privilegiadas con profundas desigualdades perpetuadas por la corrupción política, la privatización de lo público, la falacia del desarrollo económico sustentado en la industrialización, la calidad de la educación, la urbanización a ultranza en deterioro del medio ambiente y la calidad de vida, el acceso a la cultura y un sistema de transporte público humillante que socava cualquier idea de libertad.

Es fundamental detenerse un momento en lo relacionado con las políticas públicas, pues estas han jugado un papel crucial en la perpetuación de estas desigualdades. La planificación urbana ha favorecido históricamente a los grupos poblacionales más acomodados, con proyectos de infraestructura y desarrollo orientados hacia el beneficio de estos sectores. La falta de una política de vivienda inclusiva ha resultado en una ciudad fragmentada, donde las oportunidades y recursos están concentrados.

 

Un aspecto importante es el pensamiento ancestral, especialmente el Muisca para el caso de Bogotá, lo cual no es un hecho anecdótico del pasado sino la identidad cultural guardada en la memoria del territorio sobre la cual la ciudad florece. El conocimiento milenario ha identificado formas de adaptarse al entorno estableciendo para esto tradiciones y estructuras sociales propiciando el crecimiento poblacional en armonía con el espacio, tal como ocurrió en el altiplano cundí-boyacense, un hecho significativo en un momento de cambio climático en donde se hace imperante la recuperación, cuidado y conservación de la naturaleza, sino se pondera el beneficio económico inmediatista depredador sobre la vida.

 

Del argumento expuesto, resalta la trascendencia de la cultura, esta emerge como un poderoso motor de inclusión social. En Bogotá, diversas iniciativas culturales han demostrado su potencial para transformar realidades y promover la cohesión social. Proyectos como las bibliotecas públicas, centros culturales comunitarios y festivales artísticos han creado espacios donde las personas de diferentes orígenes pueden encontrarse, compartir y construir juntos.

Las bibliotecas comunitarias, por ejemplo, han sido fundamentales en la promoción de la lectura y el acceso a la información en barrios marginales. Estos espacios no solo ofrecen recursos educativos, sino que también se convierten en centros de encuentro y participación ciudadana. Asimismo, los centros culturales y casas de la cultura han fomentado la expresión artística y cultural de las comunidades, contribuyendo a la construcción de identidad.

 

Para lograr una Bogotá más inclusiva, es esencial fortalecer y expandir estos espacios culturales. Esto implica aumentar la inversión pública en proyectos culturales comunitarios, garantizar la participación activa de las comunidades en su gestión y promover políticas culturales que reconozcan y valoren la diversidad cultural de la ciudad. La cultura tiene el poder de romper barreras y construir puentes, creando un entorno donde todos los ciudadanos puedan sentirse parte de una misma comunidad.

 

Finalizamos, resaltando que el camino que recorrerá Bogotá, depende de todos y cada una de las personas que habitamos la ciudad, es una responsabilidad compartida en donde la identidad, saberes y pensamiento ancestrales como el Muisca, se proponen como una fuente de conocimiento inspirador y la cultura como el mecanismo esencial para el diseño e implementación de las transformaciones que el reto histórico y las nuevas generaciones demandan..

 

Comentarios: 2
  • #2

    ROSAURA MESTIZO MAYORGA (martes, 13 agosto 2024 11:05)

    Aquí de nuevo en mi Bogotá para celebrarla.
    Agradezco la semblanza que de esta ciudad lastimada, desde su mirador de la cordillera, las luces solo anuncian interrogantes de tanto serpenteo por sus avenidas. Incógnitas que me llenan de nostalgia por lo abrupto en sus transformaciones. Aquí me animo para aportar una cuota y celebrarlo:

    ENTRE LUCES Y SOMBRAS
    A Bogotá

    Yo pasajera, piso los adoquines grises de ésta ciudad.
    paso la vida aquí donde se concentra la historia.
    Aquí, donde empieza y termina todo principio.
    Por estas calles rotas caminan hombro a hombro
    los enemigos y los amigos.
    Alguno, siquiera alguno guarda virtudes,
    algunos, al menos uno de cuantos se hacen
    en ganancias impúdicas.

    Todo creado en una rara estética.
    Todo en un exótico ingenio de montar al caballo.

    Entre luces y sombras vengo siendo semilla de eso:
    historia, principio, amiga, enemiga, virtuosa, impúdica.

    Y porqué no
    si la resistencia de la ciudad está hecha de la reputación conjunta
    en los ríos de gente
    y a ella no le importa.

    Y porque no
    si nadie o casi nadie se reconoce bandido o verdugo
    mientras ahorca diligentes segundos
    guardados en los bolsillos
    entre papeles o en litigios
    donde el tiempo muere asfixiado,
    y yo, una impostora más, brillando entre luces
    diluyo hacer-es cobardes entre las sombras,
    donde me escondo.
    Como se mentir y transgredir en las calles
    mostrando los dientes o mordiendo a otros
    como si empalar a las calles, de la ciudad que me ama
    como decir que todo lo mío es verdad
    a pesar de mi miedo a esa, mi propia mentira
    a menudo
    valiera la pena.

    R.M.M. (Para no seguir callando, 2017)

  • #1

    Israel Rodríguez González (martes, 06 agosto 2024 12:40)

    Es un sueño que espero se haga realidad , y es que el cacique HYNTIBA tenga un monumento en homenaje a nuestros ancestros , este monumento debe ser fundido con las armas incautadas y ser erguido en los pedestales de la Av El Dorado, donde estaba la de Colon . Ojalá esté sueño lo haga realidad Ideartes, el ministerio de Cultura y las alcaldías . El poderoso capitan HYNTIBA merece este homenaje y ojalá sea como la estatua del zipa en zipaquira o la de Shakira en Barranquilla . isra954@yahoo.com