EL FUEGO QUE NO SE APAGA

Asamblea del pueblo Kankuamo residente en Bogotá

Franklin Giovanni Púa*

franklinpua@gmail.com

 

Es posible que algunos lectores de Quira Medios no ubiquen del todo al pueblo Kankuamo, por eso conviene recordar que es este uno de los cuatro pueblos originarios del llamado “corazón del mundo” o Sierra Nevada de Santa Marta. Menos conocido que los otros “hermanos mayores”, conservan fuertes lazos con Koguis, Wiwas y Arhuacos o Iku, ocupan la parte baja de la Sierra y refieren, como parte de su territorio ancestral el Resguardo Indígena Kankuamo, cuyo referente más conocido puede ser el Corregimiento de Atánquez, en el Departamento del Cesar.

 

El pueblo Kankuamo se ha visto enfrentado históricamente a enormes desafíos, desde procesos de aculturación que anunciaron su aparente asimilación hasta una violenta ofensiva de violencia por parte de los distintos sectores del conflicto armado, que llevaron a la urgente solicitud de ayuda de organismos internacionales, al punto de que la Corte Interamericana de Derechos Humanos ordenó en 2004 medidas cautelares para su protección. De este modo, han desfilado por su historia, una buena parte de las formas de exclusión posibles. 

 

Con la arremetida violenta de comienzos de siglo, en donde se presenció desde el asesinato de decenas de miembros de la comunidad hasta confinamiento colectivo, se precisaron mecanismos de resistencia y preservación de la comunidad que implicaron, entre otras dinámicas, el desplazamiento hacia otros lugares del país en el ánimo de preservar la integridad y la vida. De este modo, la presencia de los Kankuamos en el centro de la nación fue creciendo y con ello la necesidad de organización y sostenimiento de los lazos identitarios frente al arrasamiento que se daba en el territorio de origen. De esos tiempos recuerda José Apolinar Arias: “al comienzo nos reuníamos para que no nos mataran”.

 

Pero la comunidad no sólo se siguió reuniendo, sino que paulatinamente, y no sin dificultades, lograron constituir una Coordinadora que ya tiene una interlocución con las instancias gubernamentales y el resto del movimiento indígena, pues son muchos los temas que deben ser abordados y las necesidades que se deben atender.

 

La última de estas reuniones, entendida como Asamblea General del Pueblo Kankuamo se llevó a cabo el 2 de abril en el Salón de Eventos Luis Caballero del Parque Nacional, allí líderes, lideresas, mujeres, jóvenes, niños y niñas se dieron cita para tratar los temas acuciantes de la vida en la ciudad, además de  reforzar los lazos de pertenencia y cohesión en medio de las urgencias de siempre: la interlocución con los organismos gubernamentales, el censo de la comunidad, la articulación con el Cabildo Mayor en el territorio originario, la emergencia de los nuevos liderazgos, la necesidad de una casa del pensamiento, entre otros asuntos.

 

Uno de los aspectos más interesantes de la cultura del pueblo Kankuamo es el valor de la palabra, la palabra que se pide, que se da, que se celebra y se debate, los guardianes de la asamblea cuidaron bien de dar la bienvenida a todas las personas arribaron para el evento, lo hicieron con su palabra, propiciada por el permanente ritual del mambeo, al mismo tiempo, las mujeres tejían, por supuesto, tejer es ejercer la palabra y viceversa, el encuentro de un pueblo originario es eso, un tejido constante en el que la persistencia tiene un lugar protagónico,  esa misma persistencia que hace que un grupo catalogado por la academia como asimilado o mestizo haya querido retornar a las raíces, escuchar el llamado de la Madre y generar un irreversible proceso de re-significación y re-existencia.

 

Los Kankuamos residentes en Bogotá y el centro del país saben de las dificultades de asumirse indígena en un contexto urbano, tienen la convicción, el tejido,  el mambear y su palabra. Saben bien que durante muchos años la hoguera de su identidad estaba aparentemente extinguida, pero de seguro, un brasero seguía por allí, esperando el momento para resurgir, durante este dos de abril, mientras la palabra iba y venía, los anfitriones no permitieron que el fuego se apagara, por ello, hoy y frente a los retos, bajo el amparo de la Madre y la inspiración del tejido, el pueblo Kankuamo aviva la llama de su identidad. Así, la palabra-mambear y el tejer-pensar seguirán siendo parte de ese núcleo del ser Kankuamo, la conciencia de lo que la lideresa Silsa Arias menciona constantemente como el “complemento”.

 

 

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* Franklin Giovanni Púa

Filósofo Universidad Nacional de Colombia

Candidato a Doctor Universidad Andina Simón Bolívar

Director programa "Voces Milenarias" UN Radio

Profesor Asociado de la Universidad de San Buenaventura Bogotá

Redactor Circulo Socioantropológico Quira Medios











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