TAREAS GENERACIONALES
Un Momento Fundamental para Colombia
Por Peter Cousins/1/
Julio, 2022
En el capítulo de los Hallazgos y Recomendaciones entregado el pasado 28 junio como primera parte de su informe final, Hay futuro si hay verdad, La Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición (CEV) propone una serie de ‘Reconocimientos - Llamados’ alrededor de ocho ejes. El tercero de ellos, sobre la consolidación de la democracia en Colombia, se refiere a “los avances y aperturas que ha tenido” la misma (p. 811). Desde el triunfo de Gustavo Petro en las elecciones presidenciales nueve días antes de la publicación del resumen de la CEV, se viene apreciando la dimensión histórica de su victoria. Sin embargo, descontando una polémica durante la campaña electoral respecto a la pertenencia o no del presidente electo a la Asamblea Nacional Constituyente del 1991, poco se ha escuchado entre las valoraciones respecto a esa ‘apertura democrática’. Ella, no obstante, es una clave para la comprensión de lo que ocurre en el país hoy en día. Se está ante un momento de significado generacional.
La desmovilización de la guerrilla de la M19, su posterior formación como partido político, y la elección de algunos de sus integrantes a la Asamblea Nacional Constituyente, cuentan entre los antecedentes que condujeron a la producción de una Constitución que se estima por ser “una de las más completas, avanzadas y pioneras de América Latina”, garantizando “derechos fundamentales como la salud, la educación, el acceso a servicios básicos, la participación política y las libertades de culto, pensamiento y expresión”, además de insistir en un respeto hacia el medio ambiente. Si bien el presidente electo ha clarificado no haber sido miembro de la Constituyente que la redactó, procede de la estirpe que la legó al país.
Con el ascenso de Petro a la presidencia, se llega a la maduración de una cultura política bajo la Carta Magna actual. Lo mismo va para el caso de su vicepresidenta caucana, Francia Márquez. Surgieron en aquella década los brotes de dignificación a las comunidades afrocolombianas, a las cuales pertenece; concretamente con la Ley 70 de 1993, legislación que tenía sus raíces en el activismo en los tiempos de la Constituyente, y que buscaba asegurar la titulación colectiva para sus tierras y el reconocimiento jurídico de sus costumbres lingüísticas y culturales/2/.
No sería la única prueba de la resiliencia de ese proceso democrático nacional; concurren análisis en que se ha consolidado el lugar de la hija del mismo, la Corte Constitucional. Sin embargo, otras esperanzas de la ‘generación de 1991’ quedan por cumplirse, como la descentralización, la cual sigue siendo una aspiración. Existe debate en torno al grado al cual la Constitución ha permitido el dominio del neoliberalismo durante los últimos 30 años. Y el paro nacional del año pasado, puso de manifiesto la inconformidad generalizada con el incumplimiento tanto con los “derechos fundamentales” arriba mencionados como con el Acuerdo de Paz con las FARC, dejando claro el deseo de cambio que llevó a la eliminación del candidato del “continuismo”, Federico ‘Fico’ Gutiérrez.
El programa del nuevo gobierno, tanto temático como territorial, es la respuesta que este ex-senador de la República y alcalde de Bogotá, considera pertinente ante la problemática nacional actual. Ha empezado a tender puentes con sus opositores políticos, al tiempo que sus nombramientos para ministerios también cruzan las líneas de los partidos. Sin embargo, una política en la que parece haber dado marcha atrás es la de convocar una nueva Constituyente. Puede ser una decisión acertada, ya que el informe reciente de la CEV aclara la tarea que espera al país.
El Acuerdo de Paz con las FARC, que dio lugar a la Comisión de la Verdad bajo la tutela del padre jesuita Francisco de Roux, siempre ha tenido dimensiones generacionales. Si bien no representaba una ‘apertura democrática’, salvo para el caso estrecho del hoy en día partido ‘Comunes’ (las otrora FARC), no cabe duda de que las posibilitaba. Petro, que ha puesto una paz completa como prioridad de su gobierno y para ese fin plantea la creación de un ministerio dedicado a ella, además de plantear un cese al fuego bilateral con el ELN, está dispuesto a asumir este reto como compromiso de Estado, cosa que eludió al gobierno saliente. Sus propuestas para las regiones complementan concepto de ‘paz territorial’ plasmado en el corazón del Acuerdo, y hablan de una visión descentralizada del país. Pero tal vez donde el alcance generacional del pacto de La Habana resulta más claro, está en el desafío que ha planteado la CEV. La introducción al mismo reza:
“Estos volúmenes no agotan la noción de Informe Final. Este no pretende ser un ejercicio académico para engrosar las bibliotecas sino un ejercicio vivo, un proceso social, político y cultural de debate democrático sobre el pasado y la transformación del presente, sin pretensión de convertir estos textos en una «verdad oficial». Dejamos para el país el Informe como un hito importante de la reflexión sobre el pasado que hace esa sociedad que mira al futuro con esperanza” (p.15).
La asistencia de Petro y Márquez al lanzamiento del relato de la Comisión contrastó con la ausencia del mandatario actual, aunque se ha considerado consistente con su postura escéptica ante el Acuerdo de Paz. El qué hacer del informe se encuentra en la bandeja de entrada del gobierno del ex-personero de Zipaquirá, pero tampoco agota –para hacer eco a las palabras de la CEV– sus responsabilidades. Su presencia resultaba importante por lo simbólico: la recepción por parte del país entero, incluido su nuevo presidente, de una tarea que ocupará la agenda pública durante las próximas décadas.
La Constitución del 1991 va madurando al tiempo que el país afronta su nuevo desafío generacional: el de superar y sanar las heridas sociales y ecológicas del conflicto que lo aflige desde hace varias décadas. Esto nos proyecta a una visión de la Colombia del 2050, año también señalado por los medioambientalistas como clave para la neutralidad del carbono. Es de alguna manera apropiado que el trabajo hacia esta nueva era, comience bajo un presidente producto de la época que regaló al país su Carta Magna actual. Que la hereden, perfeccionada, las nuevas generaciones, dependerá –al menos en parte– de cómo Gustavo Petro dirija Colombia durante su mandato.
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/1/ Doctorando en Historia de la Universidad de Granada, Defensor Internacional en el ámbito de protección de defensores de DDHH y líderes sociales, cofundador de Rodemos El Diálogo.
/2/ Senado de la República de Colombia (tr. Norma y Peter Jackson), ‘Pacific Coast Communities and Law 70 of 1993’ en, Farnsworth-Alvear, A., M. Palacios & A.M. Gómez López (2016). The Colombia Reader: History, Culture, Politics (Durham, NC: Duke University Press), pp.69-74.
Édgar Rodríguez Cruz (miércoles, 13 julio 2022 07:05)
Qué no nos de miedo soñar con una Colombia en Paz, próspera, en equilibrio con la sabia naturaleza, con una institucionalidad que permita la creación de oportunidades, un país que por primera vez en su historia construya un proyecto de nación!
Andrés (miércoles, 13 julio 2022 06:36)
Es tiempo de revolución!