Paicol, La Puerta del viento
Por Sergio Antonio Chiappe, Neiva
Abril, 2021
Hace unos siete años salí de Bogotá y comencé a fijar mi residencia en otros lugares. Este ir y venir me ha permitido descubrir y conocer puntos de nuestra geografía que nunca pensé harían parte de mis itinerarios. Hay muchos rincones de nuestro país que ignoramos que existen o pasan inadvertidos porque no son los clásicos destinos que aparecen en los mapas de turismo. Con base en esta afirmación he dado con lugares maravillosos por su exuberancia natural o por su sencillez de pueblo.
Cuando salgo de casa, llevo conmigo mi Canon A 2200, no soy fan de tomar fotos con celular, creo en la magia y en el arte del obturador de una cámara fotográfica, considero que ella es una prolongación de la mirada, y ahora me dispongo a compartir con ustedes queridos lectores lo que mis ojos han visto.
Paicol le debe su nombre al dialecto quechua-aymará, palabra que significa “Puerta del viento” ya que en esta zona confluyen las brisas que vienen desde Tierradentro en el Cauca con los vientos provenientes del Nevado del Huila otorgándole a la región su clima fresco.
El pueblo fue fundado como poblado en el año 1701, pero fue hasta el año de 1810 que adquirió carácter de municipio. Está ubicado en la región suroccidental del departamento del Huila, en el cañón del Río Páez. Es una tierra generosa, fértil, propicia para cultivar cacao, café, frutales, los paicoleños, gentes sencillas y honestas tienen una fuerte vocación agrícola y son fervorosos creyentes de la religión católica.
Antes de llegar al casco colonial de Paicol el visitante se sumerge en un paisaje hermoso de imponentes montañas, una diversidad de tonalidades verdes, un cielo diáfano, el murmullo del Río Páez y de las quebradas que se van sucediendo a lo largo del camino. Una vez en Paicol, es como hacer un viaje en el tiempo, regresar a la época de la colonia, caminar por sus calles empedradas, contemplar sus casonas enormes, altas, sencillas, pero a la vez imponentes y sobretodo, fijar la vista y contemplar su templo dedicado a Santa Rosa de Lima. Es una iglesia labrada en piedra, con dos torres que dominan el paisaje. Esta postal sin duda alguna deja al foráneo, al turista con una sensación de tranquilidad y reposo.
Paicol, va más allá, ofrece vida, experiencias de contacto con la naturaleza que bien vale la pena tomarlas, tales como La caja de agua, que es una cueva natural por la que corre una quebrada, posee varios túneles y es hábitat de la población más grande de murciélagos del departamento del Huila. Hay varios cuerpos de agua como las cascadas La motilona y La serpiente, el Río Páez, que en esta zona presenta varios rápidos, ideales para los deportes de aventura.
Esto y más es Paicol, un destino desconocido por muchos y al cual les invito tengan en cuenta cuando quieran conocer y recorrer a Colombia.