Ñuiyanzhi, un ejercicio de guardianía y garantía de los derechos de la naturaleza desde la Sierra Nevada de Santa Marta

Por Amelia María Carrillo Pardo 

Abogada de Derechos de la Madre Tierra

 

Fundación Love Mother Earth en Convenio con Inhabit Foundation.

Mayo, 2025

 

si el espíritu está en nosotros es señal de que estaba antes en el universo

del cual somos parte. 

Leonardo Boff. 2017

 

 

 

Sol! levanta, ilumina, renueva, despierta.  Cada mañana Ñuiyanzhi rejuvenece con la luz siempre nueva, se baña en un océano de cantos de pájaros que va inundando cada vez más todos los tonos de verde que vivifican la media montaña y contrastan con las aguas de mar y cielo; cada día con el Sol Ñuiyanzhi irradia, llama a la esperanza y a la alegría, a la templanza y la ternura, cada noche con las estrellas, la Luna le lleva a respirar el llamado de ranas, insectos y aves vigilantes, buscar en el onírico mundo las claves para regresar. 

 

 

Ñuiyanzhi significa en lengua kogui (idioma originario del Pueblo Kaggaba de la Sierra Nevada de Santa Marta) “el hijo que irradia” es el nombre dado por la Madre a sus hijos sabios para este lugar único en el planeta, revelado a los Mamas, quienes dialogaron con el fuego, la luna, las estrellas y las piedras durante noches para ser autorizados a escuchar, conocer y convocar, para bautizar este lugar como el ser que es, que orienta, que sana y que acoge, pero también que se erige como faro desde el Corazón del Mundo. 

 

 

Este es el primero de los faros bioculturales que conforman una red que conecta áreas naturales e iniciativas heterogéneas para la restauración y la conservación de la diversidad biológica y cultural, configurando un corredor físico global, mediante la conexión de puntos en diferentes regiones y la movilidad de conocimientos vivos para la regeneración ecológica .  El corredor biocultural, proyectado por Inhabit , inicia en la restauración desde cada ser humano consciente de la responsabilidad que tenemos por las transformaciones de origen antrópico sobre la Naturaleza y la superación de los límites planetarios que afectan todas las formas de vida en la Tierra .  

 

Este sistema de faros bioculturales que integran el corredor, se sustenta en un marco jurídico innovador que está integrado por un conjunto de instrumentos legales que formalizan y consolidan las relaciones sobre la base de que 1. Todos y cada uno de los actores humanos y jurídicos entran al sistema asumiendo ser garantes de los derechos de la naturaleza, 2. Cada instrumento es una fracción interdependiente del sistema de garantías de los derechos de la naturaleza para permitir el ejercicio efectivo de sus derechos, 3. Permite territorializar las formas jurídicas que conforman los derechos de la naturaleza, puente entre la ley de Origen y la normatividad estatal, y  4. La tierra es un ser esencial del sistema sobre el cual confluyen las acciones de los demás integrantes para su cuidado. 

 

El territorio como como un actor se fundamenta en que la Tierra misma es un organismo vivo con valor intrínseco y debe ser respetada y protegida como todo ser vivo, esta es la base de su dignidad, en palabras de Leonardo Boff.  Esta dignidad es el sustento de todos sus derechos y principio fundamental de los instrumentos jurídicos declarativos (Declaración Universal de los Derechos de la Madre Tierra, Carta de Principios Bioculturales y de Regeneración), transaccionales (contrato de membresía, contrato de cesión de posesión permanente) o mandatorios (Reglamento interno Inhabit, convenio interorganizaciones) que componen dicho marco legal para la custodia de la tierra. 

 

Tierra custodia y guardianía.

 

 

Según Leonardo Boff  (2017) Tierra y Humanidad fundan una única entidad; no pueden ser separadas. La Tierra es un momento de la evolución del cosmos; la vida es un momento de la evolución de la Tierra; y la vida humana, un momento de la evolución de la vida. Por eso podemos decir con razón que el ser humano es aquella porción de la Tierra en que ella empezó a tomar conciencia, a sentir, a pensar y a amar. Somos su porción consciente e inteligente .  En este mismo sentido, el sistema de faros bioculturales reconoce la interdependencia entre humanos y naturaleza, así como la relevancia de la restauración y protección de los derechos de las familias que ejercen como guardianes de los faros biocultuales, derechos que también han sido negados y vulnerados por un sistema sin consciencia y antiecológico basado en la dominación, control y homogeneización. 

 

El marco jurídico del corredor biocultural reconoce que una de las causas de la condición crítica actual de los ecosistemas es la pretensión humana de dominio y apropiación de la naturaleza para ser explotada, que esto ha generado además de la degradación de la biodiversidad y la ruptura en los corredores ecológicos por la fragmentación territorial, la acentuación de las condiciones de pobreza de millones de pobladores rurales y urbanos, la pérdida de la seguridad alimentaria, la falta de acceso a tierra para la siembra de alimento de millones de familias y la erosión cultural y deterioro en la autonomía de los pueblos originarios por la imposibilidad de acceder a los territorios para ejercer el cuidado desde los sistemas de conocimiento ancestral.  

 

Por ello, los faros bioculturales promueven una forma nueva de custodia de la tierra, donde los guardianes en los territorios, garantes de los derechos de la Madre tierra, son poseedores de buena fe, con estabilidad jurídica, respaldados por la ley y multiplicidad de actores públicos y privados, naturales y jurídicos, locales e internacionales para ejercer la tenencia de la tierra como forma de territorialización de los principios de la regeneración, potenciados en nuevas formas de economía regenerativa y digital.  Esta nueva forma de custodia de la tierra se basa en los principios de: 

  • La naturaleza como el ser en sí mismo que es respetada, valorada, cuidada y amada
  • Agradecimiento con los seres no humanos en la labor que cada uno hace por la salud humana y del planeta 
  • Reconocimiento de la importancia de los ecosistemas para seres humanos y no humanos 
  • El conocimiento ancestral de los pueblos originarios y su ejercicio como autoridad sobre la base de la Ley de Origen es marco de los derechos de la Naturaleza, del orden natural y de los procesos de restauración que se llevan a cabo en los Faros Bioculturales 
  • Es urgente mejorar las condiciones de vida de las siguientes generaciones, a sabiendas que la tierra no es una herencia de nuestros antecesores, sino un préstamo de nuestros predecesores
  • Protección integral a las familias guardianas, la comunidad y los saberes tradicionales 
  • La soberanía alimentaria como derecho y valor fundamental tanto para las familias de seres humanos, como de seres no humanos. 
  • Lo intangible da sentido a cada proceso, lugar, ser y estructura vital y esto intangible es la sacralidad de los territorios en custodia. 

 

Lo Sagrado es Vida y la Vida es Sagrada

 

La garantía de los derechos de la Naturaleza en Ñuiyanzhi como faro biocultural se basa en que la Vida está en el centro, en la urgencia del cambio de sentido de la relación entre los humanos y la Madre Naturaleza, en que las estructuras vitales se conciben como bienes comunes, con multiplicidad de valores, no como recursos, en la dignidad y la diversidad como esencia de las interacciones entre los humanos y todos los seres, de las familias con la comunidad y de las comunidades con las autoridades originarias y custodios de la normas de origen, según la cual todo lo que permite la Vida es Sagrado. 

 

 

La espiritualidad presente siempre, emerge en Ñuiyanzhi, especialmente en los momentos de incertidumbre, para cohesionar, dimensionar, potenciar y localizar las acciones desde la consciencia y el cuidado, evidencia la conexión con todo.  Manifiesta que es necesario salir del esquema de la materialidad vacía de sentido, carente de singularidad, para comprender la Naturaleza como ser en sí mismo, reconocer la sacralidad de su Ser mismo, de su orden natural, sus conexiones complejas, espacios y seres. 

 

El Corredor de faros bioculturales identifica cada territorio como un ser en sí mismo y cada ser como parte del cuerpo de la Madre Tierra, en diálogo permanente con el cosmos, un diálogo que nos nutre, diálogo con el agua que nos limpia, con el aire que nos trae memorias, con el fuego que transmuta, diálogos sin la obsesión antropocéntrica materialista de los nuevos conquistadores, diálogos con el espíritu.  La espiritualidad es acto de resistencia, más allá de la materialidad desolada y una cientificidad hegemónica que no puede cuantificar el Espíritu.

 

 

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