Foto: www.upb.edu.co/es/noticias/escritora-mery-yolanda-sanchez-en-upb-2019
Foto: www.upb.edu.co/es/noticias/escritora-mery-yolanda-sanchez-en-upb-2019

 

La poeta y escritora Mery Yolanda Sánchez, posee una escritura renovada en la que  plantea una voz fuerte, reflexiva, sensible y crítica frente a la realidad de un país en el que no cesa la eterna noche de violencia. Mery Yolanda, es la muestra de una voz honesta y que no trabaja el lenguaje desde lo impuesto por una técnica o lo dictado por una época sino por la necesidad profunda de su poética. Su voz, sin duda, atravesará el tiempo y se convertirá en canto y epifanía para los humanos de otras épocas.

Carolina Cárdenas Jiménez

Escritora, poeta y editora literaria de Quira Medios

 

Mery Yolanda Sánchez

Por Carolina Cárdenas Jiménez

Noviembre, 2021 

 

 

La pregunta

Te han tirado al patio de las ranas. Sobre ti, pompas de jabón. Te preguntabas por qué las gallinas son tristes y van con una queja eterna. Hoy te picotean y no saben qué eres. Alguien te habrá mirado por última vez como un mal recuerdo. Nunca supiste estar de pie, no te gustaba estar pendiente. Sin embargo, te acostumbraste a dormir con ropa por si te sacaban con el sueño.

 

 

Heredad

Ahora solo de lejos puedes mirar la propiedad de tu tierra. Alguien te contó de las primeras guerras donde el arcabuco festejó las cenizas en el olor a albahaca. Te resignas al roce de los peldaños donde se abren las bocas de las distancias. Y no hay paz en ti porque te dejaron la fría costumbre de contar los vacíos.

 

 

Cuadros

Guardas retratos de las sombras y en los sorbos de los bebedores, que se toman con afán la vida, curas tu herida, la más próxima al resplandor. Despacio, en el salto tres del calendario escuchas la madera y ves cómo un cabello tuyo tranca la ventana para asegurarse que no escape la cordura. Recibes el territorio del arco iris y tomas cada línea, cada sonido del viento para saberte cuidador del lugar que te pertenece. Ya no te importa quién vigila en la esquina y aunque los carniceros lleguen por ti sabrás cómo retrasar la salida. Llevas un puñado de canciones en el agua de tus ojos.

 

 

Cascada

Eras la confusión y la magia, la marioneta y los dedos. De golpe la vida tartamudea y te inquietas por los mutilados, si sueñan en los trajes que alargan sus pasos, si sostienen el cosquilleo dellamento. Bailas con los lisiados y la imagen que guardan en el zapato que les estorba.

 

 

El baile

Las cantaoras atraviesan la calle de la oscuridad y entierran los caballos del ruido. Y tú ahí, caído, en un asiento perpendicular a la pared ves pasar el cortejo de las navajas. Cae la tela que cubre un rostro, tal vez el mismo que vocaliza la marcha delas candelillas. Secas tu llanto con las prendas de los gritos en la coreografía de hombres alineados. Estás en la memoria del almendro, con bailadores en el lienzo, en la liviandad de niños descalzos que ríen y saltan sin temor a pisar un estruendo.

 

 

Telares

Del olvido sabías, es una madeja de difícil comienzo. Se desenreda el cadejo, se hacen telas donde se amontonan y guardan historias de los cuartos fríos. Sabías que los mancos llevan con orgullo una llave de dos manos para asegurar la angustia.

 

 

Separaciones

Piensas en los dedos de los cuerpos tibios, se entrelazan y te duelen de nuevo las garzas tristes. Oyes los cantos de las mujeres que se volvieron antiguas de tanto buscar. Ellas cruzan la plaza, con sus tetas en el suelo y las ganas apagadas en la caída del agua. Ya no lavan sus rostros para conservar el olor de sus hijos.

 

 

De fácil aplicación

De ella te contaron que nunca supo por qué al salir de su casa se quitó el reloj. Llueven babosas en la piel. Que su tiempo fue el garrotazo que duró seis años de trece meses. Caen rayos y centellas en la radio. Te dijeron que al comienzo preguntó por utensilios y el comandante rio. Se sacude el río en las sombras del sol que cierra la selva. Que la llamaron con varios adjetivos hasta perder el equilibrio y que felicidad fue una pata de gallina en la torta de cumpleaños sobrados de los victimarios. Olvidaron decirte que en la última escena ella se soltó de los ataderos y al público no le gustó.

 

 

En las arterias

Caminas en las cicatrices de las calles, en la región de habitantes que coleccionan escaleras para que la demencia no les entre por el ombligo. Se lavan los dientes y limpian los zapatos por si tienen que alcanzar la esperanza. Contigo ríen, en carcajadas, con la mano en la boca, para no perder el territorio que les devolvieron. Las muecas ahora lucen mejor. Hay un punto que se expande en el agua, un cirio del matorral que levanta la cabeza del día.

 

 

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Reseña

Mery Yolanda Sánchez

Guamo, Tolima (1956)

Obra publicada: poesía La ciudad que me habita, Ritual para las noches, Dios sobra, estorba, Gradaciones, Rostro de Tierra y Un día maíz. Novela El atajo. En coautoría Vidas de historia/una memoria literaria y Escrituras del desarraigo, historias de Floridablanca de la Organización Femenina Popular, OFP. Labores en promoción de lectura y orientación en creación literaria con niños, jóvenes y adultos. Concepto y dirección del proyecto Poesía en escena durante 22 años. Diseño y producción del proyecto Puente Experimento Piloto -promoción de derechos humanos- para la Personería de Bogotá, D.C. Gestión y producción de eventos masivos y de sala.