Memoria y psicopatología

Por Edwin Camilo Saavedra*

Diciembre, 2021

 

El presente texto tiene como fin establecer una unión entre la memoria, la imaginación y la psicopatología, apoyándose en el filósofo y psicólogo norteamericano James Hillman.

 

 

El papel de la memoria en los últimos años ha sido de mucha importancia, en el campo de la política y también para las víctimas. La memoria de las víctimas no solo es el clamor por la justicia, no solo es el castigo al culpable. La tragedia de aquellos aplastados por el poder y la historia obliga a entender que hacer justicia tiene más que ver con reparar los daños a estas personas. Interpelar por esta justicia restaurativa, se encuentra presente en parte en Jurisdicción Especial para la Paz, es una corriente muy importante, que pone el acento en la restauración de los daños a las víctimas, luchando contra la impunidad.

 

Hemos notado que más castigos o aumentarlos no evitan que el abuso a los más vulnerables se repita; es a través de elementos como la educación y recuperación de la memoria como se logra mantener una comunidad más justa y equitativa.

La memoria nos indica una mirada sobre el pasado, y notamos como esta hace unas referencias por la ética y la justicia. Si tenemos presente que esta remembranza es indicativa de esto, de una mirada sobre la ética y la justicia, nos pone de manifiesto que Mnemosine (memoria), no solo nos cuenta algo del pasado, también nos relata la lucha por una justicia social que siempre busca una reivindicación.

 

Dichas remembranzas han estado unidas con la imaginación.  Así “La memoria humana era concebida como un tesoro o teatro interno más que como sistema de archivo alfabético o cronológico” (Hillman,1999, p. 208). Así esta, tiene como remitente no solo lo acontecido, también por medio de su teatro nos pone de presente el acontecer de lo impensable.  Lo que ha sucedido: la barbarie ha de ser el punto de partida, para una mirada ética sobre las víctimas. Recordar el pasado es indicación de lucha y compromiso social, si somos capaces de conocer la barbarie por medio de la memoria. Esto implica atender una psicopatología (sufrimiento) en los individuos y es el camino que busca por medio de la memoria establecer un vínculo entre la imagen personal y su vínculo con la recordación y, a su vez con el mundo. Lo que significa que tenemos que atender a los acontecimientos que se expresan en nuestra imaginación de la barbarie y el horror, un deber que precede al conocimiento de los hechos para conllevar lo ocurrido en la memoria y la imaginación.  Esto supone que todo lo que se expresa en ese teatro interno tiene que ser articulado ahora por nosotros, por las generaciones que hemos venido después de la barbarie y las víctimas. De esta manera, este apegarse a la memoria, a la imaginación, a la imagen que se expresa en nuestro interior ; en lugar de reemplazarla con un concepto , que desecha la memoria por considerarla una visión del pasado que solo tiene una utilidad para el presente, es decir, el pasado no tiene importancia, como lo menciona los dichos populares “El pasado ya fue”.

 

Este presentarse de las imágenes y de la memoria nos pone de manifiesto la necesidad de tener simpatía con las víctimas. Así la memoria es un “hacer alma" como vocación de la pisque (alma) de patologizar y atender al sufrimiento; no solo se trata de contar acontecimientos históricos desprovistos de la capacidad de patologizar, sin posibilidad de atender al sufrimiento e injusticia que han padecido las víctimas de nuestro territorio, las imágenes de dolor de nuestra tierra, de las personas que han sido asesinadas, violadas, masacradas, que contienen en sus imágenes mentales, desespero y angustia. Por eso no solo es una memoria que trae el legado de un sin olvido, es también, el sentido que tiene que tener el pasado para nosotros una visión quedé cabida al alma y el dolor de las víctimas. Por eso mismo, el que recuerda, de alguna manera, se siente interpelado por la responsabilidad de ese pasado y por tener la sensibilidad de verlo en sus imágenes y expresiones mito-poéticas  de sufrimiento y clamor de no olvido:

 

“Tratar la patologización como algo secundario y extraño en vez de como algo primario e inherente equivale a negar la evidencia de que patologizar no es un campo sino un fundamento, una fibra de nuestro ser que se entrelaza en todos los complejos: pertenece a cada pensamiento y sentimiento, y es también un rostro de cada persona de la psique. Menospreciar la validez fundamental de la imaginería y la experiencia de la enfermedad distorsiona nuestra noción del alma y nuestro trabajo con ella. La afirmación de Erikson de que «la patografía sigue siendo la fuente tradicional del conocimiento psicoanalítico» y la de Freud de que el «punto de partida» es el «síntoma» no son simplemente metodológicas, es decir, relativas al análisis del alma. Se trata de afirmaciones ontológicas, afirmaciones acerca del propio ser del alma, en cuya genuina patología encontramos una fuente de penetración genuina. Pero antes de seguir con nuestro propósito habremos de hacer” (Hillman, 1999, 150-151).

 

 

 

Bibliografía:

  • Durand, Gilbert., “La exploración de lo imaginal” (Spring 1971, incluido en Working with Images, Spring 2000) traducido por Enrique Eskenazi
  • Hillman, James., “el pensamiento del corazón”, Madrid: siruela, 2005
  • Hillman, James., “re-imaginar la psicología”, Madrid: siruela, 1999
  • Nietzsche, Fiedrich., “Sobre la verdad y la mentira en sentido extramoral”, Madrid, sarpe, 1984

 

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* Edwin Camilo Saavedra E. Doctorante en filosofía universidad de Valladolid y Salamanca España. Magister en Filosofía, Licenciado en Ciencias Sociales, cuento con cursos en psicoanálisis y psicología profunda. Director de la fundación centro de pensamiento Psique. Temas de participación: Filosofía de la imaginación, Hermenéutica, filosofía política, política y estética.