Una mirada a la obra artística de Alys Cortés

Por Marta Lucía Castro Ramos

Mayo, 2021

 

¿Cómo y cuándo surge su interés por el arte, cómo enmarca su trabajo y cómo fue ese camino hacia su obra actual?

 

Nací en un ambiente artístico, pues mi abuelo, alumno del maestro Epifanio Garay, y mi madre, fueron pintores. Mi inclinación a la pintura fue de siempre. No solamente he pintado mujeres campesinas, la figura humana ha sido mi pasión y así he realizado series de carnavales de Colombia, resaltando los rostros de malabaristas y mimos, aquellos que hacen parte de mi imaginario y del color propio de estos ambientes.

 

Cuando finalicé mi profesión como abogada y la responsabilidad con mis hijos, decidí enfocarme en mi verdadera vocación: la pintura. Para ello, me preparé con dedicación para aprender esta profesión en el taller del maestro caleño, Gabriel Meneses, quien me inculcó la creatividad y la técnica necesaria para trabajar la figura humana a través del óleo y el acrílico. También tomé cursos adelantados en la Universidad Nacional. Pertenecí a varias asociaciones en Francia, donde viví por catorce años, donde las figuras, los colores y el tema que acompañé en cada pintura hicieron la nota especial y de reconocimiento de mi trabajo, en un país pleno de artistas y de arte.

 

El óleo para mí es el medio amable para trabajar y me inspira por la fuerza de sus colores, aunque también trabajo acrílicos, gouaches y pasteles, entre otros.  En este momento estudio acuarela con Malú, pues otro de mis deseos ha sido trabajar este arte tan especial en el que la trasparencia es para mí lo más hermoso que existe. Así la vida continúa, y a pesar de no ser joven, sigo perfeccionándome en esta noble profesión.

 

¿Por qué ha decidido que las mujeres sean las protagonistas de su obra? 

 

Desde pequeña, por haberme criado en el campo, entendí la importancia de las “mujeres indígenas y campesinas que siembran vida, construyen comunidad, defienden la tierra y paren la paz” palabras que retomo de Edilia Mendoza de la ANUC en el año 2016.  Me hice el propósito de que, cuando empezara a pintar, pintaría el tema social de las mujeres campesinas, indígenas y afrodescendientes, al igual que los niños de diferentes regiones y las condiciones sencillas de su entorno, además de las labores inherentes a su condición. Hace tres años investigo y trabajo alrededor del papel de las mujeres en la “Guerra de Independencia de Colombia” para ellas uso pasteles sobre papel, y las acompaño con cortos escritos.

 

En 1886 fue inaugurada la Escuela de Bellas Artes de Bogotá con acceso exclusivo para los hombres. El trabajo artístico de la mujer era considerado de tercera categoría, llamado por los críticos “cuadritos domingueros, arte de imitación, labores de adorno o entretenimiento”. ¿Usted se ha sentido invisibilidad por ser mujer dentro de una exposición o galería donde haya expuesto su obra?

 

Las mujeres en el arte, de un tiempo para atrás, eran solamente consideradas “musas” de los pintores, y así quedaban plasmadas en sus obras… Salvo algunas excepciones.  Su situación las convertía en seres sin decisión ni personalidad, dependiendo totalmente de sus “protectores”. Pero en la actualidad podemos resaltar a varias mujeres artistas que se destacan a nivel nacional e internacional.

 

Puedo decir que jamás he sido rechazada en los lugares en donde he expuesto, aunque he visto que mi aceptación ha sido mayor en el exterior que en mi país. 

 

¿Qué significa ser un artista en Colombia y qué les diría a los futuros artistas que quieren vivir del arte?

 

Ser un artista en Colombia significa ser creativo, superando los obstáculos y asumiendo los retos.  Reconocer que lo creado es motivo del esfuerzo sin tener en cuenta las dificultades.  Es ser un soñador que vuela y que se da permiso de continuar, a pesar de las adversidades. Es un apasionado de lo que realiza, porque para él lo más importante es continuar, a pesar de todo.  Sus triunfos, satisfacciones y desvelos solo son de él y mantiene siempre esa persistencia porque ama lo que hace.

 

Este camino es difícil, más no imposible. La creatividad, responsabilidad, vocación y profesionalismo los harán crecer y consolidarse. Además, la “suerte” es un factor importante que se debe tener en cuenta