Mayo, 2019

 

Luz Stella Rivera Espinosa

Ibagué (Colombia)

 

Escritora y docente ibaguereña, licenciada en Lenguas Modernas de la Universidad del Tolima, Magister en literatura y Filosofía de la Universidad Tecnológica de Pereira. Ganadora y finalista de varios concursos de cuento y novela a nivel nacional y regional. Perteneció al taller de creación literaria de la Universidad del Tolima y al taller de poesía de la biblioteca Darío Echandía. En el año 2009 fue finalista en el concurso novela infantil de El barco de vapor con la novela El tren de Montelibano, obra publicada al año siguiente. En el año 2011 obtuvo de nuevo este galardón con su novela infantil, El hombre de papel. En el año 2018 publicó su novela Caricatura. Actualmente combina su labor literaria con su labor docente en El colegio José Antonio Ricaurte de la ciudad de Ibagué y la Universidad del Tolima.

 

EL CUADERNO DE LA GITANA

 

-Dame tu mano gadyé*-

 

-No he venido a que me leas la mano. He venido a que me digas-   el significado de mis pesadillas-

 

-Te costará cinco mil pesos más-

 

Belisario coloca otros billetes sobre la mesa. Cruza sus brazos con las manos empuñadas para ocultarle a la gitana cualquier indicio que le de pistas sobre el significado de sus sueños.

 

- ¿Qué es lo que sueñas? -

 

-Cada noche sueño distinto. Nunca he tenido un sueño repetido-

 

-Será mucho más difícil hallar los significados. Por el dinero que has traído hoy, tienes derecho a un cuarto de hora de consulta. Empecemos con el sueño que tuviste anoche. -

 

- “Estaba en el campo y vi a Dios, era un zumbido parecido a un enjambre de abejas. Me persiguió, y mientras corría, sentía que Dios era también el zumbido de una hilera de aviones. Caí y sentí punzadas en mi espalda. No sé si eran aguijones o esquirlas de metralla. -“ 

 

La gitana con su mirada de sicóloga lo interroga:

 

- ¿No soñaste nada más? -

 

-No eso fue todo-

 

- ¿y la noche anterior? -

 

- “…Soñé con un concierto…o tal vez era un combate. El asunto es que todos los instrumentos estaban formados en hileras… Primera fila los violines, luego los clarinetes y las flautas…después los saxofones y las cuerdas. A los lados el piano y los instrumentos de viento y los platillos. No había nadie más en aquel sitio. Tan pronto como sonaron me tiré al piso. La música era negra. Las ejecuciones eran contra mí. Cada vez que intenté levantarme, un redoble de tambor, o un estruendo de platillos volvía a tirarme al piso. Sentí la ira de los chelos, la tortura de los platillos sobre mi cabeza, la estampida angustiosa de las trompetas…amanecí tirado en el piso de mi cuarto cubriendo mi cabeza con los brazos, y viendo desfilar como verdugos los instrumentos del concierto en mi memoria.”

 

*gadyé- (palabra romaní) hombre que no es gitano

 

-Son muy pocos datos. Tendré que mirar en el libro de los sueños. La gente casi siempre sueña con presagios. Símbolos, colores, personajes claves en sus vidas que anuncian un futuro. Tus sueños son muy raros-

 

- ¿O sea que no puede decirme el significado de lo que sueño? -

 

-…por ahora no. Puedes venir mañana a esta misma hora y veremos qué pasa. No te preocupes, no voy a cobrarte de nuevo. -

 

Belisario salió del toldo de consulta de la gitana, miró la feria con ojos de profesor de historia, presintiendo que a pesar de que tras esa carpa de colores había más de mil años de perfeccionamiento de la ciencia de la adivinación, tampoco allí le podrían ayudar. La desazón de saber que tal vez había perdido su última opción y que esa noche volvería a tener otra pesadilla, lo agotó por completo. 

 

Al día siguiente dudó en ir al toldo de la gitana. Estaba trasnochado. Y sin apetito. Sin embargo, hizo cuenta con los dedos le faltaban cuatro días para que acabaran sus vacaciones. Tenía poco tiempo para encontrar el motivo de sus sueños. Después de veintidós terapias infructuosas con el siquiatra, de muchos domingos perdidos en retiros con el consejero espiritual que le había recomendado su madre, una consulta gratuita no parecía mala idea. Bien entrada la tarde se tomó un jugo y decidió volver a la feria. No se dejó distraer por los hombres que escupían fuego, pasó sin ninguna emoción por el toldo donde la mujer araña acariciaba con una de sus patas a quien echara una moneda en su sombrero y finalmente se colocó en la fila de los parroquianos que esperaban su porvenir a cambio de unos cuantos billetes. Cuando la gitana lo vio se sintió un poco contrariada:

 

-Tuve la esperanza de que no regresaras gadyé. No me gusta y a ti tampoco te gustará lo que he averiguado-

 

-Bueno por lo menos ese “algo” es una pista para mí-

 

-El libro de los sueños no nos dice nada al respecto-

 

-Y usted no cree que eso es muy raro? -

 

-Si. Es bastante raro. Sin embargo, consulté con nuestro patriarca y dijo que debíamos recopilar todos los sueños que has tenido-

 

-No los recuerdo todos. Llevo más de dos años de pesadillas, y siempre son distintas. Lo único que tengo claro es que son aterradoras-

 

- ¿Qué soñaste anoche? -

 

- “soñé que era niño. Estaba decapitado, había perdido mi cabeza y la buscaba. Mientras la buscaba, cantaba por el muñón de mi cuello al compás de una extraña música de fondo”. -

 

-Vamos a seguir las recomendaciones del patriarca- 

 

Saca del cajón de su mesa un cuaderno escolar en blanco y se lo pasa a Belisario.

 

 -Toma transcribe aquí tus sueños. Procura hacerlo en el orden en que has soñado. Como es muy difícil saber cuál fue el primero, empieza por ese del niño decapitado y trata de recordar hacia atrás hasta donde puedas-

 

Belisario recibe el cuaderno. Mira descorazonado a la gitana y se dispone a salir del toldo. 

 

-No regreses gadyé, hasta cuando tengas todos los sueños registrados. Por lo menos, los que recuerdes-

 

Le hace un gesto con la mano, le regala una sonrisa de consolación y se marcha. De camino a su casa se sentó en un café, hizo un par de llamadas:

 

-Hola Víctor. Respecto a nuestro juego de mañana no podré ir. Tengo un compromiso familiar-

Se quitó un peso de encima. Jugaba billar todos los viernes después de las cinco, de   mala gana. Lo hacía para hablar con sus amigos y retrasar en lo posible la llegada a casa. Hizo una segunda llamada:

 

-Hola Martha. Qué pena. Me surgió algo inesperado y no puedo almorzar contigo mañana. /Del otro lado de la línea le pidieron explicación/ Lo siento te llamaré el lunes…es un asunto…de salud-

 

- “Van bien las cosas con ella…pero este asunto de las pesadillas me preocupa. Dedicaré todo el día a trabajar en el cuaderno de la gitana”-

 

Esa noche soñó con una explosión. Después del estruendo la mitad inferior de su cuerpo salió por la mitad de una puerta buscando su otra mitad. Llegó hasta la mitad de un patio, para subir a la mitad de un árbol y desprender de allí la mitad superior de sí mismo que se obstinaba en tomar la mitad de un fruto que pendía del medio árbol. Más allá del patio estruendos lejanos acompañaban la escena como música de fondo. 

 

Al día siguiente despertó sudoroso, de pie, agarrado al barandal de la cama. Se tiró en ella exhausto. Tomó el cuaderno de la gitana y empezó a darle vueltas entre sus manos. De un momento a otro impulsado por el estrago de dos años de amanecer cada día con la resaca de una pesadilla distinta, tomó un lápiz, abrió el cuaderno y empezó a escribir el primer sueño que le había contado a la gitana:

 

PESADILLA 1:

 

Soñé que Dios era un zumbido. 

 

Leyó, frunció el ceño, borró y volvió a escribir:

 

Dios es un eterno zumbido,

 

Se quedó pensando, y de pronto las palabras se le acomodaron en la página del cuaderno, al igual que se le acomodaban sin voluntad las imágenes en sus sueños:

 

PESADILLA  1

 

Dios es un eterno zumbido, parecido al copular de las abejas o al sonido de los aviones en hilera por el cielo…la música es el órgano por medio del cual podemos ver a Dios, así como el perfume es la eterna morada de la rosa, la música es la casa de Dios, pero también hay una música para no ver a Dios: es la música negra, la misma que ahora emana del eterno zumbido de los aviones en el cielo

 

Leyó el texto cerró el cuaderno y se tiró exhausto y temeroso en la cama igual que en las mañanas cuando despertaba de sus pesadillas. Después de unos minutos retomó la escritura:

 

PESADILLA   2

 

Los instrumentos son el ejército del concierto negro. Son fuertes sus descargas. Es un fusilamiento, con esa música se mata. Se siente la rabia de un violonchelo, los platillos aturden la cabeza, el redoble del tambor no cesa. Insisto en ponerme de pie y las descargas de las trompetas me tiran al suelo. Cada vez que me levanto tengo una visión: muchedumbres harapientas sucumben ante cada ejecución. El concierto no cesa.

 

PESADILLA 3

 

Soy un niño decapitado, no puedo evitar cantar. La melodía sigue saliendo por el muñón del cuello. Busco mi cabeza. Tropiezo, caigo y escucho aplausos cada vez que me levanto. Encuentro la vara del violín, rasgo la negrura de la música. 

 

Cerró el cuaderno y se tendió en la cama. Revisó sus sueños de nuevo y borró los números de los títulos. No eran fieles a la cronología de su sucesión.

 

- “Dividiré el cuaderno en dos. Estas de las primeras páginas son las más recientes. Trataré de recordar las primeras pesadillas y los escribiré de la mitad hacia adelante”- 

 

Fue a la cocina tomó una tostada y un jugo pasteurizado, regresó a la habitación. Se acomodó recostado al barandal de la cama y empezó a escribir en las páginas centrales del cuaderno:

 

PESADILLA  1

 

Recostado hacia el lado derecho percibo la respiración lenta del otro que duerme. Le espanto los tigres, vigilo la flor roja para que no se alce en llamas desde sus cabellos. El también cuida de mí, me despoja de la luz, de la enorme piedra de la identidad, quita la soga de mis manos. Cuando duermo, él despierta y me enfrenta a la ciudad donde no quisiera estar, me lleva de un lugar a otro sin llegar a ningún lado. Despierto y Dormido somos uno. Nos poseemos hambrientos de vigilia y de sueño. Nos unen los tigres, las sogas.

 

PESADILLA  2

 

Ciego, me veo como un monstruo herido, me palpo solo, chillo. Lloro, no sé de tantas cabezas cual piensa, cuál llora, cuál come, cual camina. De todas mis bocas cuelga el grito, de todos mis ojos el abismo negro de lo que soy.

 

PESADILLA 3 

 

Es incómodo ser cuerda. Me han estirado hasta dar el sonido perfecto en el arpa. Estoy herido de sonidos, ignoro si el mundo tiene otra forma distinta al del arpa. Una mano arranca de mi en blancas y negras, lo único que me queda de aliento. Cesa al vibrar la cuerda, cesa el mundo.

 

PESADILLA 4

 

Ha nacido un piano en mi espalda. Camino la blanca oscuridad del condenado. Alguien sube y se apodera del teclado. Agudos y graves los acordes del piano guían mis pasos. Eternamente doblado vivo la condena de ser hombre, de ser piano. 

 

Siguió escribiendo sin descanso. El mundo con sus instrumentos, la música negra, la música blanca, el alargue de los labios en las boquillas, la extensión de las manos en las cuerdas, los metales y el cuero templado, la prolongación del oído en la navegación invisible de las fusas y las corcheas. No percibió el fin del día. Las tinieblas trajeron consigo el mundo donde ya nada parecía ser lo que había sido con la luz del sol. Recordó setenta pesadillas.

 

  PESADILLA No 70

 

Fallecieron mis manos, caminé con dos difuntas insepultas. Nadie quería acercarse. Tuve que palpar con los ojos, comer con los oídos, escribir con la nariz. Las manos empezaron a apestar. Pronto estaban registrados en grafías todos los olores, la suavidad y la aspereza tomaron su color; lo terrible fue llenarse de sonidos, tener sed de una blanca, atragantarse con una negra. 

 

En el umbral de la madrugada soñó:

 

La noche borra las formas conocidas. En la tiniebla cada cosa se desdibuja desde su nombre; ya no es. La puerta ya no es puerta, es la entrada del abismo. La mano ya no palpa, es sombra. La pupila es la eternidad de la ceguera. Yo no soy yo, soy la tiniebla. Solo queda el sonido, la música negra.

 

El sábado despertó tarde. Puso el cuaderno sobre la almohada. Abrió la ventana de par en par y aspiró la luz del día que le había sido negada durante el sueño. Miró con desgano el almanaque detrás de la hoja de la ventana. El lunes tendría que volver al panal. Así llamaba al conjunto de oficinas donde ocupaba un cubículo de dos por dos. Trabajaba en la administración de impuestos del gobierno desde hacía quince años. A pesar de haber hecho una magnifica carrera de historia no había logrado más que algunas horas cátedra en una universidad privada. Las influencias de su madre le habían ayudado a conseguir el puesto con el gobierno. A pesar de que ese trabajo le permitía llevar una vida digna, jamás había logrado acomodarse.

 

- “El lunes…volveré al boquete del que me he fugado. El muro estará completo. Volveré a estar herido de creencias. Colgarán sobre mi cuello el nombre que incómodamente me vuelve hombre. Tocaré de nuevo los instrumentos tan odiados. Una voz oscura y dura azotará la batuta sobre esta partitura que es mi cuerpo”. -

 

El sonido del teléfono interrumpió sus pensamientos:

 

-Hola-

 

-Belisario ya te he dicho que no apagues el teléfono. Ayer te estuve llamando toda la tarde-

 

-Discúlpame mamá, estaba terminando un informe, quise concentrarme y solo volví a acordarme del teléfono hasta hoy. -

 

-…perdiste la cita con el doctor Rosero. El me llamó sobre las siete de la noche. Debías estar allá a las 5:30-

 

-Discúlpame de nuevo. Ya te dije que no volveré con ese siquiatra. El no cree que sueño. Terminó diciéndome que yo inventaba esas pesadillas. Y que la terapia que aplicaría no sería para remediar las pesadillas, si no, para tratar un supuesto trastorno de mitomanía-

 

-…hijo los doctores saben lo que hacen. El me habló de eso. Ese problema de mitomanía tiene su tratamiento. Déjate ayudar. -

 

-Gracias madre por preocuparte por mí. Pero pronto hallaré la solución. Ahora tengo que dejarte. Debo terminar el informe. Te quiero. Adiós. -

 

-…por lo menos prométeme que mañana irás a tu reunión con el padre Rentería. El domingo pasado no fuiste-

 

-…está bien…mamá…como tu digas, ahora déjame terminar ese informe-

 

Tomó “el cuaderno de la gitana”, no supo en qué momento lo había bautizado así. Llevaba solo dos días con él, y ya le había concedido una identidad propia. Lo hojeó rápidamente como para cerciorarse de que todas las pesadillas estaban ahí, y de allí no saldrían. Luego tomó un baño en el que se tomó su tiempo y sobre las dos de la tarde salió para el campamento de los gitanos.

 

Volvió a mirar con sus ojos de profesor de historia la civilización gitana que de manera fugaz se incrustaba con sus presagios, cambalaches, y divertimentos, en la firme civilización occidental del siglo veinte. Sabía que, en cada ciudad, en cada país, en cada continente habría por siempre un campamento como este, donde por monedas, cualquier persona harta de la lógica, fastidiada por el sarcasmo de la ciencia y desilusionada por una espiritualidad en decadencia, podría buscar la atadura de los cabos de la vida. 

 

Se acomodó en la fila de los que esperaban turno para hablar con la gitana. Pasaron sin afectarlo, los gemelos unidos por la espina dorsal que caminaban de lado como dos muñecos de cartón, la mujer araña caminando en cuatro patas y sosteniendo con la quinta el sombrero de las monedas que recibiría por sus caricias, esquivó sin asombro la bocanada de fuego que uno de los malabaristas de los zancos arrojó a su paso.

 

Al entrar puso sobre la mesa de la gitana un billete de cinco mil pesos y el cuaderno:

 

-Hice lo que me pidió-

 

La gitana tomó el cuaderno y le devolvió el billete:

 

-Me pagarás en la sesión de mañana, gadyé. Miraremos el cuaderno esta noche con el patriarca-

 

- ¿No lo leerá ahora? -

 

-Es una labor de examen. Ya te lo dije, lo leeremos con el patriarca. Pásate mañana, después de mediodía, a eso de la una de la tarde, antes de que la feria se llene-

 

La gitana guardó silencio, hizo una venia, puso las manos sobre la bola de cristal en la que una sustancia verde formaba diferentes figuras en su interior. Cerró sus ojos y a Belisario no le quedó más remedio que salir. 

 

- “¿Peregrinos de mil años, su territorio reposa en el globo de cristal…tendrán pesadillas? ¿Soñarán con la ciudad que los contiene en carpas de colores? ¿Estarán emparentados con los arácnidos, los dragones y los cíclopes? -

 

Se fue despacio despidiendo con su mirada el espectáculo milenario de los artificios del pueblo gitano. Esa noche soñó con el cuaderno de la gitana:

 

La tarea era despedazar el cuaderno, cada hoja arrancada resucitaba y subía por un espiral de humo, mis manos de humo arrancaban las hojas de humo, no me sostuvieron mis piernas de humo, perdí mi cabeza de humo, mis ojos de humo se perdieron en el espiral. La última visión: la esfera de cristal en la que el mundo era de humo.

 

Domingo. La mujer araña lo recibe con un abrazo de antiguo conocido, escupitajos de fuego le señalan el camino. La gitana lo mira por encima de la bola de cristal, el mundo de humo atrapado en ella. Le sonríe, del abismo de su boca brotan las sentencias de mil años de sabiduría artificiosa:

 

-Busca un editor gadyé-

 

-¿Qué? -

 

-No solo el patriarca, el consejo gitano en pleno ha escuchado tus pesadillas, tienes el don de nuestros antepasados, los juglares. -

 

En la bola de cristal de la gitana, las imágenes difusas fueron tomando forma.     

 

 

 

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