Por Luis Rogelio Hernández*
Escritor, traductor y crítico literario
Marzo, 2017
Por fortuna los libros no pueden ser detenidos con muros. Ya en el siglo XVIII, pese a la dificultad para editar y transportar, la Declaración de los Derechos del Hombre circuló por el mundo y las ideas libertarias pasaron rápidamente de un lado a otro del Atlántico. La literatura, tanto de ficción como científica y social, se ha enriquecido en Francia con la “migración” de autores no nacidos allí pero que optaron por vivir y escribir en francés. Desde aquel extraordinario Camus, nacido en Argel, pasando por un Jonathan Littell, norteamericano que publicó en francés esa increíble obra maestra sobre el horror de los campos de concentración nazis, llamada “Las benévolas” (Les bienveillants”), llegamos en este ensayo a la obra de Tzvetan Todorov (1939-2017), nacido en Bulgaria y quien por lo tanto padeció en su juventud la ausencia de democracia, hasta cuando se radica en Francia (1963). Escribió en francés su extensa obra sobre política, historia y literatura. En historia del arte se destacan dos obras suyas de belleza impresionante: una sobre Goya (Goya a l´ombre des Lumieres, 2011) y otra sobre Rembrandt (“L´art ou la vie. Le cas Rembrandt”, 2014). Sobre Historia política son esenciales para la comprensión de lo que ocurre en el panorama contemporáneo, las lecturas de “L´homme dépaysé” (1996) y “La peur des barbares” (2008), que tratan la problemática de la migración, así como los ensayos geopolíticos “Les morales de l´histoire” (1991), y en particular “Les ennemies intimes de la démocratie” (2012) de la que nos ocuparemos en detalle, ilustrando entre paréntesis, con ejemplos contemporáneos escogidos por el autor de estas líneas, las ideas de Todorov.
Todorov parte del reconocimiento de que el comunismo dejó de ser el enemigo de la democracia después de sufrir su implosión soviética, la caída del muro de Berlin, la democratización de Europa oriental y la primavera árabe. En la actualidad, los enemigos de la democracia proliferan esencialmente en el interior de la misma y tienen su origen en una práctica común: lo que los griegos llamaban “hubris”, que es la intolerancia, el exceso, la desmesura, por oposición a la tolerancia, la moderación, la temperancia, que son la mejor forma de mantener la paz. Los tres enemigos internos de la democracia son según Todorov: el populismo (de izquierda y derecha), el ultraliberalismo y el mesianismo.
El populismo actual, tanto de derecha (Trump) como de izquierda (Chavismo, Evo Morales) se caracteriza por ser: a) demagógico: propone soluciones que son imposibles de cumplir. b) es nacionalista y por ello, si es de derecha es anti-inmigrantes y anti-islam; si es de izquierda, pretende crear una nueva república en Cataluña o suponer derechos de Nicaragua sobre Costa Rica y Colombia; c) usa mensajes y personajes que sean carismáticos, por ejemplo, la selección chavista de la figura de Bolivar desconociendo por ignorancia que el verdadero Bolivar fue un terrateniente elitista; d) evade los conceptos teóricos y los argumentos científicos, privilegiando lo local e inmediato; e) apela al miedo y los sentimientos, no al razonamiento; f) dirige su mensaje a los menos educados y este mensaje es emitido por líderes que sorprenden por su ignorancia, (como los actuales Trump, Maduro y Evo Morales). Paradójicamente las dos formas de populismo utilizan una retórica muy similar y políticamente se pueden caracterizar como estrategias para consolidarse en el poder.
El ultraliberalismo, versión extrema del neoliberalismo, coloca la soberanía de las fuerzas económicas en la voluntad de los individuos. Defiende el mercado libre y la globalización, a nombre de un “progreso” mal definido, que no toma en cuenta la necesidad de conservar el medio ambiente mediante la restricción, por el bien de la comunidad, de acciones que lo afectan. Defiende la libertad de expresión ilimitada de las minorías, siempre y cuando tengan forma de pagarla.
Respecto a la libertad de expresión en los medios y para las personas, en el capítulo sobre “Los efectos del neoliberalismo” Todorov explica: “En tanto que contra-poder, la libertad de expresión es preciosa. En tanto que poder, a su vez debe ser limitada” (p.190, traducción de LRH).
El mesianismo, se ha reflejado históricamente en varias oleadas: la primera, en 1492 cuando Colón y los conquistadores europeos se abrogan el derecho de invadir y destruir culturas avanzadas, como la azteca y la inca, para traerles la “salvación” en la misma envoltura sangrienta de las cruzadas. Esta primera acción mesiánica no es mencionada por Todorov en el libro que estamos comentando, pero sí en su libro sobre la conquista (La conquista de América, 1982).
La segunda ola mesiánica proviene de la traición a la revolución francesa, por parte de Condorcet en la teoría y de Napoleón en la práctica. Considera justificada la dominación de otros pueblos para “liberarlos y civilizarlos”. La oleada más reciente se presenta cuando las democracias occidentales, se atribuyen el derecho a intervenir en “defensa de la democracia” en casos como Rwanda (1994), Kosovo (1999), Afganistan, Irak (2003), Libia (2011). En algunos casos esa defensa de la democracia es justificada por el horror de dictaduras como la de Gadafi y la de Sadat Hussein, o la actual dictadura norcoreana de Kim Jong-un, pero el supuesto “derecho de injerencia” puede ser catastróficamente mal empleado.
Algunos lectores podrían extrañarse de que Todorov no mencione los peligros de la corrupción, el terrorismo y el narcotráfico. Acertadamente, considera que estos no son causas sino efectos del ultraliberalismo y el mesianismo. Es por ello que la corrupción afecta por igual a Rusia, China, Brasil y Venezuela; el narcotráfico se asocia claramente al populismo de izquierda en Venezuela y en Bolivia y el terrorismo puede ser tanto la respuesta palestina al mesianismo de Israel como la respuesta islámica a la intervención extranjera en Siria.
Todorov propone como alternativa una democracia pluralista, tolerante y responsable, que debe partir de una evolución de las mentalidades y por ende de las costumbres. El reconocimiento de la diversidad humana, la aceptación del otro como ser humano, la tolerancia con las migraciones internas (los desplazamientos) y el manejo adecuado de las migraciones hacia los países más desarrollados; la exigencia de responsabilidad a los gobernantes elegidos combatiendo la corrupción y promoviendo el cumplimiento de las promesas de campaña de los políticos. Todorov no era pesimista respecto al logro de esa democracia, porque alcanzó a ver síntomas positivos que repuntan sobre los negativos. Una lectura y difusión de su obra en las nuevas generaciones contribuirá sin duda a mejorar la democracia, haciéndola cada vez más participativa gracias a la educación política e histórica de la nueva generación.
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Nació en Bogotá, se educó en México (UNAM) y en Inglaterra (Univ. Of London, Univ. Of Southampton). Master en ciencias en Bioquímica y Master en Educación. Es autor de 8 libros y actualmente se dedica a la traducción científica y literaria.
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