Febrero - marzo 2020

 

Laura Castillo

Bogotá

 

Abogada de la Universidad Externado de Colombia. En el año 2017 publicó su primer libro Prolongación de la Lluvia, el cual fue ganador del XX Premio Nacional de Poesía de la Universidad Metropolitana de Barranquilla. Fue mención de honor en la categoría de Poesía en el Tercer Concurso de Escrituras Creativas Cuento, Poesía y Crónica de la Red Capital de Bibliotecas Públicas – BibloRed (2014). Ha sido incluida en diversas antologías, entre ellas, Luz sin estribos (poetas colombianos y cubanos nacidos a partir de 1980) y Liberoamericanas: 140 poetas contemporáneas.

 

 

Desplazamiento

 

A las tejedoras de Mampuján

 

Tras el golpe de omisión

en el vientre de la tarde

Mampuján anochece

con un terco afán de dormir.

No hay tiempo,

susurran doce cuerpos en los labios,

hay que cargar hamacas y vasijas,

hay que dejar que la hierba seca

sea el huésped que habite la casa,

hay que silenciar.

 

Lejos,

en lo profundo de una habitación,

una mujer peregrina aguarda

entre hilos y retazos que convergen en sus manos.

 

Tejer es su forma de nombrar

la ausencia de arraigo

en la punta de los dedos.

 

 

 

 

 

Posconflicto

 

“El cuerpo pesa tres veces su muerte”,

me digo, apretando las vértebras de mi espalda

contra el suelo.

Palpitan los silencios de la guerra.

 

 

 

 

 

Mestizaje

 

Una mujer negra aproxima sus caderas

como si en su vientre recogiera un golpe de origen.

Observa el borde del camino,

con esos ojos que derrumban memoria,

con el letargo de su boca

mordiendo palabras como agujas del tiempo.

Basta ver su rostro para entender

que la luz situada en sus manos

poco a poco se adormece.

El viento lo sabe:

no hay lugar que cobije su historia

ni que sostenga tanto silencio amontonado.

 

 

 

 

La abuela sufre de Alzhéimer

 

Ha olvidado la temperatura exacta con que las

gallinas picotean el suelo,

el lugar en el que abandona de vez en cuando sus

recuerdos

y el tiempo en el que el mundo acostumbra amanecer.

A veces, mis ojos tropiezan con ella en la madrugada,

me mira y reconoce la orfandad. No le importa.

 

A la abuela le gusta caminar de noche

y, mientras lo hace, deja tajos de luz

como si habitara poco a poco el cielo.

 

 

 

 

Arte poética

 

Las hojas caen del borde de los tejados

y entran de golpe a casa de los poetas.

Sin preguntar, se instalan en las paredes,

cuestionan el silencio,

respiran sobre la pesadez de las manos,

buscan el instante en la palabra.

 

De golpe, el vuelo de un pájaro revienta

en el papel.

La noche entonces despierta.

 

 

 

 

Razones

 

No se necesita la verticalidad del árbol,

no se necesita florecer.

Se necesita el impulso del abismo,

el límite,

la contención precisa

que mantenga el cuerpo adherido al mundo.

 

 

 

 

Vista al edificio

 

Un pájaro observa a un hombre escalar la pared.

Ve sus pies ceñirse a los muros

mientras sus manos

arrojan silentes hojas que planean la caída.

 

Hay una distancia entre ambos cuerpos,

una cuerda

que se agita,

un descender.

 

Oír el golpe de la tierra,

y un vuelo que asume tanta lejanía.

 

Pájaro y hombre

construyen a su modo

sus propios abismos.

 

 

 ***

 

 

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