La candelaria y mi relación con el teatro

Por Leonardo Rodríguez

Junio, 2021

 

 

La Candelaria es el centro histórico de Bogotá, un territorio significativo para la ciudad y el país puesto que allí se fundó Bogotá, una ciudad que por diferentes razones se convirtió en la capital de Colombia. La Candelaria es un encuentro de patrimonio material e inmaterial: sus calles, sus casas y las costumbres de la gente que vive allí aportan a la identidad del ser bogotano.  Recorrer de manera atenta las calles de esta localidad puede convertirse en un viaje por la historia cultural del país.  

El gusto que adquirí por el teatro, el cual apareció en mi niñez, tuvo una fuerte relación con el hecho de ser “candelario”, como nos llamamos quienes hemos vivido allí por largos periodos. Mis primeras experiencias con el teatro las viví asistiendo a las presentaciones que realizaba el Teatro Taller de Colombia, por las calles del barrio. Este gusto se acrecentó durante las primeras versiones del Festival Iberoamericano de teatro porque venían con una buena cantidad de presentaciones para calle; pero también, siendo niño, asistí a salas como el Teatro Colón, el Teatro La Candelaria, o la Sala Seki Sano. Recuerdo que me sentía impresionado por la fuerza y la calidad de la voz de los actores, se me erizaba la piel, esas voces no las oía cotidianamente; de la misma manera, me ocurría al observar los vestuarios, las máscaras, las escenografías, etc.

No pasó mucho tiempo entre asistir a estas presentaciones y comenzar mis primeras experiencias en el teatro. Estudié en la Escuela Distrital La Candelaria, en la calle once con carrera segunda, allí mi profesor de curso llamado Gregorio, quien era un aficionado al teatro, me puso a actuar en un par de obras. Estas experiencias fueron un camino sin retorno porque cuando entré a la secundaria, en el Colegio Salesiano de León XIII, que queda en la misma localidad, continué haciendo teatro de manera ininterrumpida. Este colegio incentiva la formación en este arte y ha influenciado a grandes creadores de la escena como el maestro Santiago García, quien fundó El Teatro La Candelaria y conocí en el barrio.

 

Fue así como decidí estudiar teatro de manera profesional, en la Academia Superior de Artes de Bogotá, ubicada en la localidad de Santa fe, vecina de La Candelaria. Allí adapté una crónica periodística que narraba un crimen ocurrido en la Bogotá del siglo XIX y a la cual titulé “Sagrario de Muerte”. Después, puse en escena una obra titulada “El redentor”, escrita por Carlos José Reyes e inspirada en un suceso acontecido en el mismo barrio. 

Siendo profesional, reconocí el potencial teatral que tiene la localidad de La Candelaria: con más de quince salas y con grupos activos que mantienen una constante investigación - creación. Asistí en dos ocasiones al taller permanente de investigación, dirigido por el maestro Santiago García, quien me enseñó la técnica de la Creación Colectiva, con la que trabajo hoy en día.

Una de mis hermanas se vinculó como guía de turismo de La Candelaria y ella me vinculó, esto me permitió conocer más sobre los personajes que vivieron allí y los lugares que habitaron. En el año 2009, gané una convocatoria para hacer seis monólogos sobre personajes de La Candelaria: Manuelita Sáenz, Juan Sámano, José Raimundo Russi, PolicarpaSalavarrieta, Margarita Villaquirá y José Asunción Silva. Esta obra la titulamos “Historias que caminan nuestras calles” y realizamos varias funciones, precisamente en los lugares donde ellos vivieron. 

Como en el año de 1985, cuando apenas tenía cuatro años, fui testigo de la toma y la retoma del Palacio de Justicia, siempre estuve interesado en trabajar sobre este suceso de la historia. De alguna manera, las estrellas se alinearon y me permitieron conocer a dos víctimas de la retoma: Pilar Navarrete, a quién le desaparecieron a su esposo; e Inés Castiblanco, a quien le desaparecieron a su hermana embarazada. Con ellas hicimos una obra titulada “El Palacio arde” en la que cuentan su testimonio de desaparición y búsqueda de sus familiares, a través del uso de recursos expresivo propios del teatro. Esta obra la hice con una compañía teatral que fundé llamada el “Teatro Entre Tensiones” y que tiene su sede en la localidad de la que venimos hablando. 

También, en la actualidad hago parte de un grupo de teatro que crea obras con perspectiva histórica, el Teatro Vargas Tejada, dirigido por el maestro Camilo Ramírez, quien ha acuñado el concepto de “Teatro de ficstoria”, refiriéndose a un teatro de ficción histórica. Este grupo de teatro tiene su sede actual en una casa de la calle once con carrera primera, en pleno corazón de la Candelaria, un lugar que el grupo llama “La casa de Fu.”

Estas son solo algunas de mis experiencias en las que se ha cruzado el hecho de ser candelario y de ser teatrista, identidades que desde mi experiencia de vida casi no guardan ninguna diferencia.