Estancias de lo Hermético

 

Foto: kumparan.com
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NOSTRADAMUS: DETRAS DEL PROFETA

 Rocío Obregón Rubiano

obregonrocio30@yahoo.com

Julio, 2021

 

 

    Michel de Nostradamus, el controvertido médico y profeta de la Edad Media, que recetaba píldoras mágicas para curar la peste negra, no solo perdió su familia a causa de la pandemia sino que tuvo que enfrentar el tribunal de la Santa Inquisición que  miraba con recelo las extrañas prácticas espirituales y científicas utilizadas por el galeno como un camino alternativo para despertar su conciencia

 

 

 

    La profecía ha ejercido una fascinación poderosa en los hombres de todos los tiempos. Conocer el mañana, el futuro cercano o lejano, el rumbo que tomará nuestra vida en el breve lapso de existencia que nos es concedido, otorga al ser humano la ilusión de adentrarse en los reinos secretos de lo divino y la esperanza de  participar, bien sea como testigo mudo o espectador activo, en los acontecimientos y decisiones que mueven los intrínsecos hilos de su destino.

 

   Es por esta razón que en todas las épocas, gentes de diversos estratos sociales, creencias y religiones, han visitado, así sea solo una vez, las estancias de aquellos que practican la ciencia de predecir  futuros acontecimientos, esperando encontrar respuestas y soluciones a muchos de los problemas que les plantea su cotidiano vivir. Sin embargo, como hay verdaderos profetas, también los hay falsos. Estos últimos, simples charlatanes amparados bajo el rótulo sensacionalista de magos, curanderos, brujos o adivinos, son los causantes del presente escepticismo que gira en torno a todo aquello relacionado con la “visión reveladora”, la cual si fuese aplicada con seriedad podría ser de enorme ayuda para el individuo en su tránsito cósmico y terrenal.

 

    Las numerosas dudas que asaltan la mente del hombre común cuando se acerca a los campos un tanto oscuros de la clarividencia y la profecía podrían ser despejadas si al abordar el sujeto en cuestión, bien sea éste profeta, astrólogo o adivino, se tiene en cuenta un principio: el profeta no nace, se hace. El don de la profecía puede parecer algo “especial” con lo que se viene al mundo, similar a un lunar o una marca sobre la piel. Pero la clarividencia, que en su forma más elemental y primitiva llamamos “intuición”, es un potencial inherente a todos los humanos y puede desarrollarse con la ayuda de sistemas filosóficos, prácticas y técnicas que de una manera u otra, conducen al iniciado a experimentar un alto grado de espiritualidad y a elevar su consciencia.  Si nos apoyamos en este principio será más difícil equivocarnos pues estaremos preparados para reconocer el verdadero profeta del falso, en su actitud, servicio, esfuerzo personal y logros espirituales, dejándonos convencer entonces por el hombre y no por el poder atractivo del rótulo. 

 

 

El pequeño astrólogo

 

Foto: astrologiaparaprincipiantes.wordpress.com
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Michel de Nostradamus, autor de la extraordinaria obra “Las Centurias” nació el 14 de diciembre de 1503 en la población de Saint-Remy, Provenza, en el seno de una familia de judíos conversos. Sus dos abuelos, médicos personales del rey Renato y a su vez astrólogos y cabalistas, fueron los responsables de la educación liberal, y por qué no decirlo, “prohibida”, influyendo definitivamente en su manera de concebir el mundo y en sus pensamientos.  De ellos recibió las primeras lecciones de literatura clásica, historia, astrología, medicina y aprendió a utilizar las plantas, conocimientos que más tarde iría a desarrollar y aplicar, arriesgando en muchas ocasiones su propia vida.

 

    A los 14 años, se trasladó a la ciudad de Avignon, capital del enclave pontificio de Provenza, donde estudió filosofía, gramática y retórica, materias de rigor en aquellos tiempos, dejando siempre tiempo disponible para consultar en la sagrada biblioteca los libros de ocultismo y astrología. Debido a su singular afición, sus compañeros de escuela lo apodaron “el pequeño astrólogo”. Finalizados dichos estudios, Nostradamus se inscribió en la Universidad de Montpellier, la más famosa de Francia en el siglo XVI, para comenzar su carrera de medicina. Es allí donde el estudiante profano puede comprobar con gran tristeza el atraso y dogmatismo que se cernían sobre el noble arte de sanar. En 1525 cuando por fin obtiene el título de medicina, ensilla su mula, empaca sus extraños objetos y parte hacia el sur de Francia, persiguiendo la peste, con la idea de aplicar sus remedios y conocimientos, --ciertamente no los que había recibido en Avignon-- sino aquellos que había heredado de sus abuelos. Es aquí donde se nos revela una de las facetas más importantes del hombre: el médico.

 

 

El médico revolucionario

 

Foto: https://conversacionsobrehistoria.info
Foto: https://conversacionsobrehistoria.info

 

En este punto es importante reflexionar sobre la época en la cual Nostradamus ejerció su medicina y comprender el pensamiento ambiguo y los oscuros conceptos que aún regían en la Francia del siglo XVI.

 

    Este siglo se puede considerar como uno de transición donde se mezclaban los rígidos preceptos filosóficos de la Iglesia, la cual dominaba todos los aspectos del individuo, con las nuevas ideas de los librepensadores que empujaban el espíritu reprimido y encasillado en el escolasticismo hacia nuevos caminos de reflexión intelectual.  Nos encontramos en los albores del Humanismo pero todavía estamos muy lejos del Siglo de las Luces. La inflexible moral religiosa de la Edad Media pesaba gravemente sobre todos aquellos que como Nostradamus buscaban alternativas para curar la enfermedad.

 

Por aquel entonces la peste bubónica conocida como popularmente como le charbon, por las póstulas negras que dejaba en el cuerpo, azotaba el sur de Francia. La primera acción que tomó Nostradamus en su contra fue la de la higiene, medida bastante peligrosa en aquella época, cuando la Iglesia consideraba todo lo relacionado con la desnudez y el cuerpo humano antimoral: bañarse era realmente un pecado. Esta medida abarcó desde lo personal (el cuerpo) hasta la limpieza general de las calles, el interior de las casas, dormitorios, ropa de cama y utensilios de cocina. Se deduce entonces que el joven médico conocía muy bien la relación entre los gérmenes y el contagio. Luego contrario a lo acostumbrado, recetaba una dieta prudente baja en calorías, ejercicio moderado, aire fresco y sus famosas pastillas de rosas, las cuales preparaba en un improvisado laboratorio. Estás píldoras, una combinación de ciprés verde, lirio de Florencia, clavo, cálamo aromático, lináloe y claro está, pétalos de rosas, contenían una alta dosis de vitamina C que junto con las otras prescripciones, salvaban a miles de pacientes. Nostradamus jamás utilizó el método del sangrar a los enfermos ni aplicó las ventosas.

 

    Hoy día, estas prácticas nos pueden parecer muy sencillas, de simple sentido común, pero no lo eran en 1500, cuando el tribunal de la Santa Inquisición ejercía un poder absoluto eliminando con sus famosas cacerías de brujas a cientos de personas en su mayoría mujeres, que lejos de participar en ritos satánicos, eran simples portadoras de un conocimiento antiguo: utilizar las plantas con fines terapéuticos. Nostradamus “recetando rosas” se exponía a la hoguera.

 

Imagen: C. Giovannetti / Effigie / Gtres
Imagen: C. Giovannetti / Effigie / Gtres

 

    A este inusitado valor podemos agregar otro más, nuestro médico viajó aproximadamente por 20 años siguiendo la sombra de la peste, primero a Narbona, luego a Carcasona, Toulouse, Burdeos, Aix, sin rechazar nunca un pedido de ayuda de alguna ciudad. Tampoco huyó de ellas, cuando en medio de los peores brotes de peste sus colegas salían escondidos en las carretas junto a los moribundos. Al exponer su vida, no solo a la hoguera sino a las consecuencias mortales de la peste, Nostradamus demostraba ya una actitud firme respaldada por sus profundos valores morales y un gran sentido de la ética profesional.

 

    En 1534, Nostradamus se estableció en Agen donde se casó por primera vez con Adriete de Loubejac, quien le daría dos hijos. Tres años después, la peste visitó la ciudad y el médico que milagrosamente sanaba cientos de familias no pudo sanar la suya. A esta desgracia se sumó otra más: un comentario de carácter estético hecho en otra época a un trabajador que estaba fundiendo una virgen fue entonces revivido y ventilado como prueba de su pública herejía. Nostradamus compareció ante los miembros del Tribunal de la Inquisición que no quedaron convencidos de sus explicaciones y le ordenaron presentarse una segunda vez.

 

    El médico escoge la clandestinidad y huye hacia Italia. Los próximos seis años de su vida serán un constante vagabundear por el sur de Europa, donde entra en contacto con varias corrientes de pensamiento y filosofías herméticas que le proporcionarán el vehículo para desarrollar su visión profética. A su regreso se retira al monasterio de Orval acatando las severas reglas de la Orden. Es durante ese periodo de su vida que se despiertan en él sus facultades proféticas.

 

 

Alquimista, sufista y cabalista

 

Foto: https://josealvarezfotografia.com/
Foto: https://josealvarezfotografia.com/

 

Desde temprana edad, Nostradamus se inicia en la búsqueda espiritual hacia lo Absoluto. Bajo la firme mirada de sus abuelos se familiariza con el pensamiento griego. Estudia a Sócrates, Plotinio y Heráclito, el inconforme místico que predicaba la armonía oculta de los opuestos y enseñaba que la Verdad de Dios era un juego de oscuridad y luz, guerra y paz. “Cómo es arriba, es abajo.” El hombre participa fugazmente en la eterna danza de lo creado. El concepto holístico que se encuentra en el origen del pensamiento místico griego fue aplicado por Nostradamus en su “Astrología Mundana y Esotérica “. Este concepto tiene como base la idea de una solidaridad universal donde el mundo es un extenso organismo conectado de principio a fin por los rayos de energía o rayos de la Creación en constante movimiento.  La especie humana no está separada ni aislada del Universo, sino que hace parte de un gran Ente Viviente conformado por galaxias, constelaciones, sistemas solares y planetas y todo lo que vive en ellos. Por lo tanto, el individuo se ve afectado con cada movimiento de los astros. Esta idea despojada de su filosofía y misticismo conduce a un sentimiento popular que se expresa en una actitud de amor, respeto y confraternidad para con todos los seres del Universo.

 

    Durante su peregrinaje por el sur de Europa, lejos de las tribulaciones que lo afectaban, Nostradamus pudo concretar muchas de sus ideas y estudiar nuevas disciplinas entre ellas el sufismo, la alquimia y una rama de la filosofía hermética: la cábala judía.

 

Foto: nostradamuscatherinemcauley.weebly.com
Foto: nostradamuscatherinemcauley.weebly.com

 

    De los conocimientos que adquirió en su contacto con los alquimistas de la época que buscaban el espíritu de Dios a través de la transformación de la materia, dedujo uno de sus más importantes conceptos: al hombre solo puede curársele en su aspecto físico si se tiene en cuenta su aspecto espiritual, el alma. El sufismo por otra parte que establece que ciertas formas de actividad mental como la percepción oculta, pueden producirse bajo condiciones especiales y esfuerzos personales, le proporcionó un método de pensamiento y algunas de sus técnicas. Finalmente,  el estudio de la Cábala le indicó el camino a seguir para lograr la unión con Dios. Similar a las enseñanzas del sistema filosófico del Tantra Yoga, el iniciado despierta ciertos niveles de conciencia o chakras hasta que logra fundir su consciencia individual con la Suprema. En la “Escala de Existencias” o “Árbol de la Vida” que enseña la Cábala, a estos niveles se les conoce como “dimensión” y son siete en total: el pasado, el presente y el futuro conforman las tres primeras dimensiones. La cuarta es señalada como la “Dimensión del Tiempo”. El mundo de la quinta dimensión pertenece al plano sutil de las formas. La sexta dimensión es el “Tiempo del Cristo Cósmico” y es la consumación de todas las probabilidades y todos los instantes. La séptima dimensión es el “Mundo de la Eterna Emanación” que no es más que un punto situado a la vez en el Espacio y el Tiempo.

 

    El acceso a estos planos o dimensiones de conciencia requiere de una gran preparación física y espiritual. Nostradamus conocía muy bien las técnicas inherentes de por sí a todas las sendas místicas que estudiaba: ayuno, purificación, abstención, posturas físicas, meditación, concentración. Se sabe que el método de concentración que más utilizó fue el de sentarse sobre un trípode de latón con la espalda recta y colocar enfrente otro trípode sobre el cual depositaba un recipiente de cristal o una llama. En el Yoga esta técnica se conoce con el nombre de Tratak,  yes sin lugar a dudas, una de las más poderosas que el individuo puede utilizar para expandir su conciencia. Nostradamus también practicó la meditación por medio de la cual “vaciaba su mente de toda preocupación, alcanzando un estado de quietud mental y tranquilidad, requeridos para la manifestación de la clarividencia”.

 

 

El profeta

 

Foto: nostradamuscatherinemcauley.weebly.com
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La búsqueda espiritual de Nostradamus se caracteriza también por una actividad desinteresada de servicio y una investigación honesta de las diferentes religiones y filosofías, la cual dio como resultado que se desarrollara en él un poder superior de conocimiento: la Visión Cósmica, que intentó expresar escribiendo sus famosas profecías a media noche, bajo la luz de las velas en su consultorio situado en el último piso de su casa en Salón. Desde entonces muchas han sido las interpretaciones que se han dado a las mil cuartetas que conforman “Las Centurias o Profecías”.

 

    Según estas interpretaciones, la mayoría de los eventos que profetizó Nostradamus para el siglo 20 y comienzos del 21 ya se han cumplido. Otros hechos están por verse. Si hemos de tomar en serio los mensajes un tanto apocalípticos que nos legó el profeta, debemos también comprender que su intención no fue la de condenar al hombre a sufrir un destino colectivo sin esperanza. Sus profecías más bien parecen una advertencia sobre los inminentes desastres que el ser humano puede provocar a causa de su limitada conciencia y egoísmo.

 

    El siglo 21 se nos revela como un siglo de grandes tragedias naturales pero también como un siglo en el cual el hombre habrá conseguido transformar definitivamente su pensamiento. Este despertar, acompañado de cambios profundos de comportamiento y maneras de concebir el mundo, tuvo comienzo a mitad del siglo 20, aproximadamente en 1962, aquellos años cuando se enfatizaba en “la paz y el amor”. Nostradamus, visionario del pasado, profetizó para la Era de Acuario, la llegada de una nueva conciencia religiosa. Esta nueva religión que según sus palabras “vendría del Este” ya se encuentra entre nosotros, personificada en las vidas y enseñanzas de grandes maestros iluminados, cuyo propósito no es otro que el de salvar al hombre de su ignorancia y orientarlo en su camino de renovación espiritual hacia su más elevado destino: Dios.

 

Imagen: geocosmos.es
Imagen: geocosmos.es

 

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* Publicado por primera vez en la revista Notas de Luz, 1994


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