LA UNION HACE LA FUERZA… EL TEATRO
Por Erika Valeska
Marzo, 2018
Pensarse dentro de una agremiación, un conjunto de personas con ideales parecidos que se agrupan por una lucha en común, por defender algo que afecta al común de dicho gueto ¿Es acaso el camino para la salvación del teatro colombiano?
Para nadie es un secreto que las políticas culturales se han convertido en los últimos años en un campo de concentración para los artistas y agrupaciones independientes; cada que se diseña una política nueva “para defender la cultura” es como si llamaran a un grupo de teatristas y los condujeran directo a las cámaras de gases. Por favor léase resolución 0313 de 2016 (resolución mediante la cual se reglamenta como “productores” a los artistas creadores); la ley 1834 de 2017 (ley naranja que “fomenta la economía” creativa); decreto 092 de 2017, (donde se reglamenta la contratación con organizaciones “sin ánimo de lucro”). Este tipo de normativas están acabando con la cultura.
Cómo explicarle a la Ministra Mariana Garcés, a los ministros del Interior, Hacienda y Crédito Público, Comercio, Industria y Turismo, Educación Nacional, Tecnologías de la Información y Comunicaciones, a los Senadores y Representantes a la Cámara que NO todos los teatros del país tienen una infraestructura económica y política como el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo; cómo explicarles que no sólo hay oferta teatral cada dos años, que “El Estado, al formular su política cultural tendrá en cuenta tanto al creador, al gestor, como al receptor de la cultura y garantizará el acceso de los habitantes a las manifestaciones, bienes y servicios culturales en igualdad de oportunidades”. Ley 1493 de 2011, capítulo 1, artículo 1.
Paradójicamente aumenta cada semestre la oferta de artistas de la escena (cada vez hay más instituciones universitarias acreditadas para la formación de artistas); sin embargo, el apoyo económico es inversamente proporcional a dicho fenómeno, no obstante se crean políticas culturales reguladoras para eliminar del mercado los pequeños teatros independientes que se dedican durante los 360 días del año a formar espectadores, a crear para la comunidad y ofrecer aquello que el estado ha sido incapaz de ofrecer.
Gracias al Movimiento 27 de Marzo, la participación de la Asociación Colombiana de Actores – ACA y la idea de conformar un congreso de artistas, ha logrado en pequeña escala reunir a los maestros del teatro responsables en gran parte de la cultura en nuestro país, realizar intervenciones y radicar propuestas en el senado. Empero, es complejo pretender agremiarse si se sigue teniendo rabo de paja, si la idea de sobrevivir y resistir a los golpes del gobierno de turno no se toma en serio como un hombre y una mujer de teatro debe hacerlo, si se prosigue en el señalamiento melodramático y a espaldas del colega creador.
Es importante dejar de hablar de cansancio, ser cuidadosos a la hora de tomar y fomentar la toma de decisiones puesto que como cualquier guerra, los chivos expiatorios impulsan a tomar decisiones que beneficien a los suyos, o como en este caso, aquellos burgueses sedientos de poder que tanto han desangrado los recursos culturales y maltratado los maestros creadores de nuestro país.
Ninguna lucha es fácil, ninguna victoria se obtiene sin rasguños, sin esfuerzos, ¿cómo podremos volver a creer en el valor de la palabra lealtad, seguir soñando y dejar a un lado la ingenuidad? ¿Cómo construir y legislar una política pública cultural nueva? Si bien es cierto que desarrollar una nueva implica un proceso constituyente desde la unión de colectivos, agrupaciones y artistas a nivel nacional; se debe aprovechar este magno esfuerzo para pasar del reformismo del mal intencionado marco legislativo a la destrucción y claramente la construcción de uno nuevo. Se debe propender por seguir creando cueste lo que cueste.
¿EL TEATRO COMO CULTURA POP, UNA VÍA PARA LA SUPERVIVENCIA DEL TEATRO COLOMBIANO?
Por Erika Valeska
Febrero, 2018
Caminar las calles de Nueva York, observar los murales, la composición visual, el juego de colores de los árboles decadentes en el otoño, ladrillos artificiales, escaleras de incendio, pavimento sin huecos, construcciones, vapor saliente de alcantarillas o “manhole”, evoca recuerdos de imágenes que nos ha marcado el cine. Estar en la ciudad del Taxi Driver, del King Kong es indudablemente uno de los sex appeal de la ciudad que nos captura como artistas del mundo.
Una de las respuestas frecuentes que los artistas colombianos dan para sustentar la decisión de enfrentar experiencias en la ciudad de New York, ciudad Cosmopolita capital del mundo es: “Quería un mejor futuro como artista”.
¿Qué implica tener un mejor futuro?: ¿Buen estudio? ¿mejores campos de acción? ¿mejores condiciones para la creación? ¿Reúne New York estos componentes para ser una de las ciudades más cotizada para los artistas?
En conversaciones con Gabriel Torres, joven y talentoso actor colombiano, ex alumno de Casa E, estudiante actual en The New School of Performing Arts, menciona:
“Aquí me decía la maestra Laura Censabella - quieres que tu obra venda? quieres que el público la vea o quieres que el público no la vea?- En Colombia se crea, la gran mayoría de veces, desde lo que sucede en el contexto, se crea porque hay una necesidad de decir algo, algo al mundo, en New York se crea porque hay que vender, porque es una ciudad muy costosa y hay que entretener a la gente para pagar la renta”
Por otro lado, en nuestro país las artes, las agrupaciones artísticas, las salas de teatro independientes están en vía de extinción, las políticas estatales protegen la producción artística y cultural de un pequeño grupo de creadores, adicional a esto, cada que llega un gobierno de turno, lastimosamente tiene la potestad de reducir o incrementar no sólo el presupuesto para las artes si no también la manera de entregar dicho presupuesto.
Como artistas, como creadores colombianos debemos pensar nuestro trabajo con una mayor proyección, apostarle al marketing y publicidad del que tanto huimos; sin embargo pienso que hacer del teatro independiente cultura pop, entendiendo esta como “cultura popular, masiva”, sería como volver a Frankie ha Muerto en los Bakcstreet Boys.
Tener la oportunidad de conocer trabajos teatrales que se realizan en esta cautivadora ciudad me permite tener certeza de la seriedad y potencialidad de los que se desarrollan en Colombia, pero esperar a que la cultura en nuestro país deje a un lado la estratificación y se destaquen los artistas por mérito propio, por su excelente trabajo y no por pertenecer a círculos o mafias culturales sería como esperar a que Godot llegue.
En efecto, poder vivir la experiencia de acercarme al arte y la cultura neoyorkina me permite estar en una constante comparación de lo que acontece en Colombia, pero finalmente en mi cabeza retunda constantemente la pregunta: ¿Creer en la oportunidad de descentralizar los productos artísticos, poner las creaciones en otras ventanas y buscar apoyos económicos o donaciones como lo hacen algunos grupos de teatros en New York, sería una vía para la supervivencia del teatro colombiano independiente?
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Betaoke Chris (sábado, 03 marzo 2018 23:41)
Excelente Erika. A pesar de toda la ausencia presupuestal, la escasa y limitada oferta para nuestro oficio, debemos seguir haciendo y reflexionando, algo abrá al final. Lo que insiste existe.