Colombia escribe una nueva historia*

Por Edgar Rodríguez Cruz

Agosto, 2022

 

A mi viejo, José Rodríguez Ricaurte, quien siempre soñó con otro país

y hoy la vida, a sus 87 años, le ha permitido ver nacer otra sociedad

 

 

El 7 de agosto de 2022 será para muchos en Colombia un día inolvidable, el domingo en que se anido la esperanza en los corazones de mujeres y hombres históricamente excluidos, abandonados, humillados, el día en que Colombia inició su camino hacia la construcción de una nueva sociedad.

 

A primera mano se podría afirmar que tuvimos que caer a lo más profundo de la degradación social, permitir las más crueles perversiones de la guerra, la bastardez del saqueo público, el asesinato de jóvenes por exigir sus derechos, condenar con reformas tributarias a mayoras y mayores a podrirse en las calles. Tal vez como en la Divina Comedia, tuvimos que perder toda esperanza para salir de los infiernos, y gracias a esto hoy poder sacar la nariz del fango para por fin respirar algo de aire puro.  

 

Las movilizaciones ciudadanas iniciadas con las marchas estudiantiles de 2011 en contra de la reforma a la educación significó un hito en la democracia colombiana, pues, convocó masivamente a la comunidad académica de universidades públicas y privadas, logrando que estudiantes de pregrado y postgrado, docentes, investigadores, personal de servicios y administrativos, salieran a las calles para congregarse en la Plaza de Bolívar a exigirle al gobierno de Santos “El Malo” parar la profundización de la privatización de la educación nacional. La unión hizo la fuerza y dio resultado, Santos reculó.

 

Posteriormente, en 2013, el Paro Agrario literalmente paralizó al país, generando desabastecimiento y zozobra económica. La situación se puso critica ante la adhesión a las protestas de indígenas a lo largo del país y la salida masiva de estudiantes a las calles, demostrando que “el tal paro ¡sí existía!”, obligando de nuevo a Santos a recular. Quizá el pobre Juan Ma´ recordaría al viejo Jack Sparrow, y como buen pirata que es se diría: ¡paila compa, parley!

 

La campaña presidencial del 2014 demostró que los Santos existen, y un nuevo presidente, en busca de reelección, emergió alzando las banderas de la paz con un discurso institucionalista de izquierda, transformándose, o quizá sea más preciso decir “metamorfoseándose” en bueno. Así nació a la política Santos “El Bueno”, un híbrido demoniaco de paz y amor, algo así como un hippie satánico sediento de un nobel y ácidos.

 

El plebiscito por la paz de 2016 durante el segundo gobierno de Santos, ahora “El Bueno”, demostró que la mayor parte de la sociedad colombiana estaba como ausente, inmovilizada, abatida ante la realidad nacional. Cerca de un 63% del censo electoral no participó en las urnas relegando la responsabilidad al 37% restante bastante polarizado, del cual el 50.21%, 6.431.372 personas identificadas con el espíritu guerrerista de los ocho años de gobierno de Álvaro Uribe dijeron !sí¡ pero a la Guerra. Sin embargo, ocurrió algo trascendental para el futuro, se consolidó, principalmente en Bogotá, una ciudadanía identificada con la vida y los cambios estructurales, la misma ciudadanía que había elegido a Gustavo Petro Urrego como alcalde de la Capital para el periodo 2012 – 2015 y que había reelecto a regañadientes a Santos “El Bueno”.

 

Luego llegó Iván Duque Márquez para demostrarnos la profunda crisis ética de la democracia colombiana. De todas las desfachateces cometidas por el gobierno de Duque resalto una, la que develó la obviedad de las inequidades estructurales y a la vez socavó las bases del tradicionalismo político, su corrupción versión 4.0. De forma vulgar, cínica y descarada, en tiempos de pandemia, permitió que la corrupción campeara a sus anchas apropiándose a manos llenas de dineros públicos cuando millones de hogares colombianos no tenían que comer. Como si no bastará, aprovechándose del encierro obligatorio de la cuarentena propuso una serie de reformas nefastas para la economía de los hogares, la salud pública e incluso la propiedad privada, obligando a la ciudadanía a elegir entre quedarse encerrada aguantando hambre o salir a las calles a frenar la desfachatez del gobierno a riesgo de contagiarse de covid. Definitivamente, no hubo otra opción que salir a las calles. El trato vil y déspota que Iván Duque dio a la protesta ciudadana demostró el “pedazo de mierda” que un imbécil con poder puede llegar a ser.

 

Las elecciones presidenciales de 2022, quizá las más anheladas en la historia política nacional, trajeron un manifiesto desenlace sentenciado en las calles a fuerza de crueldad, inequidad y demandas históricas. La ciudadanía libre eligió la propuesta de un Pacto Histórico liderado por Francia Márquez Mina y Gustavo Petro Urrego, respaldados por una emergente generación política de mujeres y hombres dispuestos a sentar las bases de una nueva sociedad.

 

En este momento del escrito es obligatorio caer en la obviedad de señalar que se ha hecho mención solo de la historia más reciente del país, pero la lucha por esa otra Colombia que hoy nace, se remonta a los cruentos tiempos del exterminio de las naciones originarias, la esclavización, y todos los siglos de resistencia en el abandono de la Colombia profunda y la sobrevivencia en los tugurios citadinos entre las cloacas del poder. Que este texto sea un homenaje a esas personas que soñando con otro país alzaron las banderas del cambio y sucumbieron ante la brutalidad implacable del poder egoísta, mezquino y retrograda.

 

Hoy, de pie frente a la historia, justo en medio de la plaza de Bolívar observando  a través del lente un acto protocolario colorido y multicultural, pleno de simbolismo esperanzador, de lágrimas de alegría, de fiesta por el inicio del gobierno de Francia y Petro, no queda más que sumarse a la marcha que contagiosa sueña despierta y celebra agradeciendo a la vida, a las y los dioses, a la historia misma por habernos permitido presenciar este momento por fin de júbilo inmortal. Definitivamente, desde ahora "Colombia escribe una nueva historia".

 

 

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*Agradecimiento especial a Johanna Ospina de Revista Reacción Digital (Francia), Gladys Calderón de la Red Lilliput (Países Bajos) y Adair Lamprea (Francia), sin su aporte y colaboración no hubiese sido posible el cubrimiento de la posesión presidencial

** Fotografía Quira Medios

 

Comentarios: 5
  • #5

    Judith noguera (lunes, 15 agosto 2022 17:19)

    Para mí ese día fue un estallido de felicidad. Esperé este momento por años. Hoy todavía no lo puedo creer. Cada vez que veo y compruebo que Petro es nuestro presidente ratifico que esperar valió la pena. Ese 7 de agosto quedará por siempre en nuestra mente y nuestro corazón. Dios bendiga siempre a Colombia y está luz de cambio nunca se apague.

  • #4

    Ana María castaño Bogoya (lunes, 15 agosto 2022 16:08)

    Ya era hora de un cambio ,solo pido a Dios ilumine y nos lleve por un mejor camino para los seres de las nuevas generaciones gracias por compartir

  • #3

    Maria (lunes, 15 agosto 2022 15:55)

    Cierto Edgar, nos queda trabajar hombro a hombro para hacer sustentable el cambio.
    Por nuestros muertos toda una vida de combate.

  • #2

    Jean Carlos (lunes, 15 agosto 2022 14:30)

    Recuerdo una vez que en el monumento de los Héroes se grita la consigna ¡ nos veremos en las urnas !. Uribe menosprecio el poder del voto popular. Junto con Porky algun día los veremos donde deben estar, en la cárcel.

  • #1

    Johanna Ospina (lunes, 15 agosto 2022 09:39)

    Estimado Édgar, así es. Colombia tomó la decisión de escribir una nueva historia. Hoy, el poder es popular.

    Gracias por escribirlo.