EL ARTISTA FORMADOR EN LITERATURA

Por Alejandro Cortés González

noviembre de 2019

Hablando sobre la educación a través de la literatura, me es inevitable pensar en mi paso como Artista Formador o AFA, acrónimo con el que se le conoce en el medio educativo a quien tiene la responsabilidad de dar formación en creación literaria, a niños de colegio entre grados primero y noveno. Algunos de estos estudiantes vienen con predisposición positiva hacia la literatura, pero la gran mayoría llega accidentalmente o porque no hubo cupo en las clases de danza, pintura, artes visuales, música, o porque, debido a su comportamiento, fueron retirados de las otras artes en las que recibían formación. De este modo, el AFA inicia su trabajo formativo en un escenario en contra, siempre de visitante, con adversidades logísticas, familiares y alimenticias que, a veces, padecen los estudiantes. El AFA tiene la misión inicial de hacerles ver que la creación literaria lejos de ser una prisión o un castigo, es un espacio de libertad y respeto. Sin duda, una misión lenta y con muchos sinsabores, pero que poco a poco va construyendo sus propios resultados. Y a través de cuentos, poemas, fábulas, canciones, ejercicios, juegos, pinturas y cuantos recursos lúdicos tenga el AFA bajo la manga, se va fomentando algo más que una vocación literaria: se desarrollan capacidades imaginativas, expresivas, analíticas, discursivas y argumentativas; se fomenta el respeto a la palabra del otro y la confianza en las palabras propias. La literatura, casi en absoluta cautela, más que crear escritores, ayuda a educar y formar valores fundamentales para un lector crítico, un humano creativo, una persona con libertad expresiva, un ciudadano respetuoso que vaya en búsqueda de nuevas miradas. La literatura, casi en absoluta cautela; tal como actúan las armas más poderosas cuando las condiciones son adversas.

EDUCACIÓN VIRTUAL

Por Sonia Bravo Ojeda

noviembre de 2019 

Cuando se aborda la situación del hombre contemporáneo, debemos pensar primero en la forma en la que se aplica constantemente el conocimiento. No es un misterio entender las nuevas dinámicas comunicativas como un sinsabor a la hora de responder asuntos del cuestionamiento epistemológico que se da en instituciones educativas, proyectos de familia, experiencias personales y en sí, a los grandes paradigmas que mueven el mundo de la educación.

La normalización de plataformas educativas que permiten la interacción alumno-maestro, son la vanguardia que acontece en programas de pregrado y posgrado a nivel nacional y regional. La formación virtual y a distancia son el plus que permiten hacer que la educación sea un privilegio para todos, ya que promete integrar a personas que, pese a vivenciar diversas condiciones de vida no compatibles con la dinámica estudiantil (como jornadas laborales extensas, ser cabeza de familia, residir en zonas rurales, padecer de discapacidades físicas, entre otras), logran encontrarse a un click al momento de obtener un diploma profesional. 

Podemos experimentar un gran abismo entre el uso de las Tics como herramientas que facilitan el proceso educativo y el facilismo. Este hombre contemporáneo cada vez pierde más su esencia racional del "atreverse a pensar por sí mismo", proyectando su sentido de curiosidad a un estado mediocre y vacío, con el fin de llenar requisitos para mejorar su situación salarial. Por ello, la necesidad de tener una mirada crítica en el momento de acceder a dichas herramientas, la autonomía responsable debe primar por encima de un fin burocrático; se debe aprovechar a cabalidad el avance tecnológico sin jugar con la dignidad humana, sin cosificar ni tecnificar la razón. La educación no debe ser entendida como un negocio, va de la mano con el avance, pero así mismo, es todo un arte, que innova, propone y reivindica la dignidad del hombre en un mundo que cada vez se ve, más sumergido en el conocimiento mediático.