Cuento Latinoamericano

Dos cuentos siniestros latinoamericanos

Por Esteban Hincapié Barrera

Febrero, 2020

 

En Lo Siniestro, ensayo publicado en 1919, Freud plantea esta condición como una vivencia contradictoria donde lo extraño se nos presenta como conocido y lo conocido se torna extraño: ese sentimiento que siendo familiar y conocido regresa a nosotros con una sensación de extrañeza y contenido terrorífico que nos produce angustia. También se refiere a lo siniestro como esa dimensión en la humanidad que prefiere no ser presentada, que procura ser oculta.

Las conductas asociadas a los distintos regímenes en nuestra sociedad continúan tejiendo ese velo oscuro que nos cubre, no precisamente para protegernos. Como eventos cotidianos los casos más extraños, macabros e irregulares nos parecen naturales.

Parece haber algo que se emparenta con lo familiar en la conducta latinoamericana. Sobrevive entre nosotros una circunstancia que nos invita a formas de ver la sociedad y que de manera dramática nos hermana. 

El laberinto que ha construido la literatura a través de la historia a menudo nos ofrece pasajes de encuentro entre las geografías y los tiempos. Lo oculto y lo perverso se ha develado en la literatura y el arte desde tiempos inmemorables. Resulta siendo una ventana para ver una parte de la realidad a través de los ficcional, lo surreal o lo fantástico.

En Quira recordamos a dos narradores ejemplares, uno ecuatoriano y el otro cubano.

Los dos escritores estuvieron muy ligados a la vida política de sus países. Uno muy inclinado hacia el periodismo, otro vinculado a las vanguardias continentales. Tanto Pablo Palacio como Virgilio Piñera han sido reconocidos como grandes cuentistas latinoamericanos y son recordados y referenciados a nivel mundial.

Estos dos escritores nos develan las circunstancias de una Latinoamérica flagelada. A través del humor negro, el sarcasmo visceral de la violenta cotidianidad, o desde la construcción de un universo surrealista caricaturizador, estos dos escritores nos dejan en el terreno de la sorpresa.

Sus cuentos, enmarcados dentro del terreno de lo siniestro, dan cuenta de la virtud del género en manos de dos grandes contemporáneos.

Una muestra de su trabajo narrativo para seguir conociéndolos.


Pablo Palacio

Loja-Ecuador, 26 de enero de 1906

Guayaquil-Ecuador, 7 de enero de 1947

Un hombre muerto a puntapiés

“¿Cómo echar al canasto los

palpitantes acontecimientos callejeros?”

“Esclarecer la verdad es acción moralizadora.”

El Comercio de Quito

“Anoche, a las doce y media próximamente, el celador de policía No. 451, que hacía el servicio de esa zona, encontró, entre las calles Escobedo y García, a un individuo de apellido Ramírez casi en completo estado de postración. El desgraciado sangraba abundantemente por la nariz, e interrogado que fue por el señor celador dijo haber sido víctima de una agresión de parte de unos individuos a quienes no conocía, solo por haberles pedido un cigarrillo. El celador invitó al agredido a que le acompañara a la comisaría de turno con el objeto de que prestara las declaraciones necesarias para el esclarecimiento del hecho, a lo que Ramírez se negó rotundamente...

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Virgilio Piñera

Cárdenas-Cuba, 4 de agosto de 1912

La Habana-Cuba, 18 de octubre de 1979

La carne

Sucedió con gran sencillez, sin afectación. Por motivos que no son del caso exponer, la población sufría de falta de carne. Todo el mundo se alarmó y se hicieron comentarios más o menos amargos y hasta se esbozaron ciertos propósitos de venganza. Pero, como siempre sucede, las protestas no pasaron de meras amenazas y pronto se vio a aquel afligido pueblo engullendo los más variados vegetales. Sólo que el señor Ansaldo no siguió la orden general. Con gran tranquilidad se puso a afilar un enorme cuchillo de cocina, y, acto seguido, bajándose los pantalones hasta las rodillas, cortó de su nalga izquierda un hermoso filete. Tras haberlo limpiado, lo adobó con sal y vinagre, lo pasó –como se dice– por la parrilla, para finalmente freírlo en la gran sartén de las tortillas del domingo.

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