Aniversario: Los 30 años de Ten (Pearl Jam)

Por Diego Villa Caballero

Octubre, 2021

 

Una noche del 2001 en Bogotá, cuando era estudiante del último año de bachillerato, estaba escuchando como de costumbre el programa Lecturas Compartidas de la Radio Universidad Nacional, la emisión de esa ocasión estaba destinada a la vida y obra de Guy de Maupassant. El presentador, como era habitual, arrojaba datos biográficos que iban intercalados por fragmentos de cuentos, cartas y notas del autor. Mientras terminaba de leer las últimas líneas de un oscuro pasaje, recuerdo cómo un pequeño y delicado brote de guitarras, que sonaban más a campanillas, se abría paso a lo lejos y se entremezclaba con lo leído; como si un sutil hilo de incienso abrazara a una estatua estacionada entre los sepulcros. La voz de aquella canción que desperdigaba dolores, suplicas, dudas y anhelos como si entonara mantras me resultó muy familiar, pensé: “esta parece la voz de Jeremy”, el éxito de Pearl Jam que escuché y vi incontables veces en MTV durante la década de los 90; me pareció inverosímil que se tratara del mismo cantante o de la misma banda, aun así grabé a fuego en mi memoria los breves minutos que sonó la canción y aún hoy puedo recordar el momento fascinante de aquella noche como si fuera ayer. Un par de años después, en una de las tantas visitas a las tiendas de música de la 19 en el centro bogotano, me enteré para mi sorpresa, de que aquella misteriosa canción se trataba de Release y que efectivamente hacia parte de Ten de Pearl Jam, su primer y más grande disco según el consenso general de críticos y fanáticos. 

 

Al comienzo de los años 90 una estela de decadencia, desesperanza y apocalipsis (que ya había sido prevista tímidamente desde los años 80 y que hoy en tiempos de COVID podemos reconocer) parecía cabalgar con fuerza por muchos rincones de la civilización, alcanzando su máxima efervescencia al final de la década con el milenarismo religioso y el pánico de índole tecnológica (el Y2K). El capitalismo, además, había demostrado sus capacidades superiores para poder alimentar y dar abrigo a los cuerpos pero no a los espíritus ni a los corazones. En ese contexto, de una legión de rockeros alternativos, apareció Pearl Jam y su álbum debut; repleto de letras con un tono descorazonador pero también de un marcado acento espiritual que hablan de antihéroes modernos, alienados y derrumbados por la desesperación, el abandono, la tristeza, los dramas familiares y el frenesí que trae la violencia y el caos urbano, todo esto realzado por la fervorosa voz de Eddie Vedder. Su sonido, a pesar de ser nombrado grunge, no termina de encajar del todo en él y siempre ha estado a medio camino entre la histeria ardiente de Jimi Hendrix, las prodigiosas atmosferas de grandiosidad de Led Zeppelin y la fuerza abrasiva de The Stooges. Aunque en un principio Ten no tuvo un éxito rotundo, para 1992 había superado en ventas a su contemporáneo, el icónico Nevermind de Nirvana y terminó lanzando tres sencillos que darían la vuelta al mundo: Alive, Even Flow y el archiconocido Jeremy; sin embargo, cuando alguien se acerca por primera vez al álbum, puede darse cuenta de que es el tema Once el que sirve de anzuelo para quedar prendado, al ser sin lugar a dudas la canción más poderosa del disco. 

 

Once es toda una revelación, comienza con un aura de ensueño que se conecta con el track oculto al final del disco Master/Slave, pero aquel trance es abruptamente interrumpido por una violenta tormenta que inyecta adrenalina en la sangre poniéndonos en estado de alerta. Es cautivante también la ligera impronta oriental de su ritmo. Escucharla es como observar a un dragón que se retuerce entre las nubes, listo para atacar; la letra es todavía más amenazante, en ella la obsesiva introspección de un asesino es capaz de arrebatarle la tranquilidad aún al individuo más templado. Mientras que en Even Flow la voz de Eddie y las guitarras resplandecen como el relámpago que nunca falla en golpear a su objetivo. La tercera canción Alive es un tanto engañosa, su cadencia aligera la rabiosa tensión de sus predecesoras, sin embargo la letra de acuerdo a Vedder habla de los orígenes turbulentos del asesino que conocimos en Once.

 

En Why Go dominan unos riffs y unas distorsiones que nos hacen evocar al convulso sonido de Hendrix pero adaptado al estilo de Pearl Jam, nada más adecuado para acompañar la historia de una joven a quien le es impuesto un falso diagnostico de locura. La quinta canción Black con sus aires de balada, logra traer el primer momento de verdadera dulzura y recogimiento dentro del disco, y en donde la sensibilidad poética de Vedder alcanza puntos remarcables, dejando nuestra piel expuesta y sin defensas para la tragedia que sigue. Jeremy (posiblemente el tema de la banda más conocido en el mundo) gravita entre la crónica, el himno y la elegía; la historia de Jeremy tiene como asunto central el suicidio usado como una amarga venganza personal y fue inspirada por dos historias reales, una de ellas cercana al cantante quien rinde un sentido homenaje al joven Jeremy que conoció y terminó con su propia vida. Luego tenemos la elegancia y el brío de Oceans, una canción de adoración al mar y a las olas (Vedder es un consumado surfista),aquí podemos reconocer de inmediato la influencia y majestuosidad del estilo de Led Zeppelin. La vena más punk de la banda sale a relucir en Porch, aunque es una pieza con una energía bastante controlada por lo que no se trata de una canción punk per se. La apacible Garden trae aun hombre que al parecer está próximo a ser ejecutado y que hace una profunda meditación en sus últimos momentos. La décima canción Deep, es posiblemente lo menos impresionante del álbum y no es aventurado decir que se pueda tratar de un tema de relleno; mientras que Release es una gloriosa epifanía musical para la que no existen suficientes palabras que le hagan justicia. Exactamente 30 años han pasado desde su lanzamiento y Ten continua siendo ese álbum desgarrador, fibroso, altivo, imperioso y que no hace concesiones; que el mundo conoció en agosto de 1991, siempre presto a saltar sobre quien lo escuche para devorarlo o morir en el intento. Una obra maestra del rock que aún hoy palpita, con mucho que replicar al conjunto de la sociedad respecto a sus deseos y a las miserias que esta se inflige a sí misma.