POÉTICA DEL AGUA

Un Acto de Autonomía e Independencia

Escrito por Gabriela del Mar, fragmento libro inédito

 

Imagen de archivos, tomada en Arimaka "el oído del mundo" en Minca, Sierra Nevada de Santa Marta, por Felipe Echeverri García
Imagen de archivos, tomada en Arimaka "el oído del mundo" en Minca, Sierra Nevada de Santa Marta, por Felipe Echeverri García

Religión y moral católicas vs. paganismo y salvajismo indígenas. Después tomó otros nombres: libertad de comercio contra monopolio colonial; emancipación republicana contra coloniaje imperial; principio europeo contra principio americano; liberalismo contra conservadorismo; progreso positivo contra oscurantismo religioso y atraso indígena; pensamiento social revolucionario contra pensamiento retrógrado oligárquico. Desde hace dos décadas, es el conflicto de la modernización y el tradicionalismo, pero también del centro y la periferia, de la dependencia y la autonomía. 

— Ángel Rama, Transculturación Narrativa en América Latina


 

Hoy en día la historia “oficial” aún sigue su curso bajo la antigua dicotomía colonial, traducible en dependencia, que en el mundo virtual lo abarca casi todo: el contacto personal, las relaciones, las noticias, el conocimiento, los libros etc. En contraste, la autonomía se encuentra representada —entre otros aportes— por las literaturas indígenas, oralituras y oraliteraturas, como insurgentes prácticas y saberes sobre el contacto vivo con la palabra, no como mero vehículo de comunicación, sino como entidad viva tejedora, enlazadora y unificadora de divergentes maneras de pensar.

 

En un mundo globalizado, (in)mediático como el de nuestros días, este tejido de pensamiento cobra fuerza al no apuntar únicamente a las “minorías étnicas” de donde provienen como público receptor, sino a la totalidad de la población “lectora”, o si se quiere, marcada por los rasgos de la educación occidental. Especialmente a una fragmentada parte que desea retomar prácticas humanas que reactualicen el sentido de la vida y la comunicación con un todo. Tal parece entonces, que los sistemas mediáticos como el internet y la televisión, contribuyen a un mundo en el cual todos nos encontramos “conectados” o mega-informados con lo que sucede a nivel “global”. Sin embargo, la verdad es que tal dinámica ha suscitado una capa de insensibilidad e indiferencia, visible no sólo ante calamidades cotidianas, sino también ante elementos básicos ya ignorados por estilos de vida desentendidos de la simplicidad, la armonía y el equilibrio en balance con el todo.

 

No solo por devenir histórico estamos inmersos en el individualismo social, en donde la estabilidad económica no garantiza un buen vivir y la acumulación material, convertida en lastre, genera a diario toneladas de basura incontrolables como impacto ambiental. Espacios en donde se ejerciten el carácter reflexivo de la consciencia, la interdependencia o conexión entre los seres vivos se han perdido casi en su totalidad: no existen como costumbre social para el ser urbanizado. Muestra de ello son los incontables núcleos familiares disueltos, inoperantes, en los que la violencia se encuentra normalizada. La familia como institución hace que principios esenciales para la vida en comunidad y su organización, se practiquen de manera desarticulada, acentuando el carácter individual y egoísta, reproducido en dinámicas de la vida en la ciudad. Las facilidades ofrecidas masivamente por sistemas de superintendencia alimenticia, no son asequibles para todos y, en esa medida, muchos ya no sabemos lo que es sembrar el propio alimento. Las nuevas alteraciones genéticas en las semillas y la cantidad de agroquímicos utilizados para abarcar la demanda de nuestros días han generado graves problemas de salud en personas y ecosistemas. A pesar de esto, muchos están despertando ante los hechos, buscando alternativas para devolver al campesino o agricultor su ignorada importancia, retomando prácticas de autoabastecimiento que parecerían imposibles en el mundo rápido y ligero que hemos creado.

 

Estos son solo algunos ejemplos de costumbres sociales que reflejan una herida sangrante en lo profundo de la psiquis humana, generando una dura costra ante las contrariedades de un estilo de vida del cual nadie sabe (pero todos quieren) huir. Con este panorama, propuestas como las que ofrecen movimientos culturales, literarios y artísticos, enfocados en el fomento y recuperación del conocimiento ancestral, proveniente de quienes salvaguardaron gran parte de lo que dicho estilo de vida niega, son una de las salidas prácticas y vivenciales operando al interior de esto que llamamos sociedad de consumo. Ante ello, la autonomía busca recuperar dinámicas como las del buen vivir o Sumak Kawsay de las comunidades indígenas y campesinas, que en países como Bolivia y Ecuador ha entrado a formar parte de la Constitución Nacional, reivindicando la importancia de prácticas y saberes ancestrales sobre una visión de mundo que propone alternativas ante el avasallante modelo de desarrollo occidental para el medioambiente y el tejido sociocultural.  

 

Así también, la poética del agua surge como un trabajo hermenéutico de la palabra ancestral hecha poesía proveniente de las alturas del Macizo Andino Colombiano, lugar que los Mayores reclaman como territorio Útero del Mundo, donde nace el 70% del agua que consumimos, y que comienza a dispersar su semilla de frailejón y canto de páramo, bajando por los cuatro ríos más importantes del país: Magdalena, Caquetá, Patía y Cauca. Recordemos que la poesía es uno de los más antiguos encantamientos conocidos por el hombre y que —para nuestra fortuna— ha sobrevivido al pensamiento inquisitorio que no cree en magias, ni en supersticiones. Así pues, el acto de nombrar y ser nombrado ha sido desde tiempos inmemorables un acto de magia, de poder. Esa facultad humana nos ha otorgado dominio sobre otras especies; esa forma de encantar, de forjar con la palabra, de nombrarse a sí mismo y a todo lo que nos rodea. ¿No fue así, acaso, como los europeos se apoderaron de territorios para ellos nuevos y desconocidos? Territorios que fueron y han sido habitados desde siempre, pero con otros nombres, bajo leyes que regían formas diferentes de entender y acaparar los misterios de la vida. La palabra —como la magia— es peligrosa cuando es malintencionada. Y así fue como la península Ibérica, reemplazó con una lengua tantas otras, y se apoderó de tierras, riquezas y almas porque “la colonización es en primera medida un renombramiento.” 

 

Como el recorrido del agua, su poética ha de ser larga, llena de detalles y momentos, llena de vida, pero también de violentos arrebatos que devienen en el principio caótico de donde ésta surgió. Son muchos los objetivos emergentes de esta investigación, que en realidad es el recorrido de la memoria colectiva desembocando al gran vacío del mar, buscando retornar al origen para recordar quiénes somos, de dónde venimos y para dónde vamos. Por ahora, el principal interés en presentar la poética del agua, es el de dar a conocer una tendencia poco conocida de resistencia cultural por medio del retorno a la palabra, no ya como mero vehículo de comunicación y/o expresión artística, sino como experiencia que reintegra al pensamiento original de la palabra y al respeto por lo pluricultural, no sólo a las culturas indígenas reconocidas como “minorías étnicas”, sino también a la cultura “mayoritaria” en donde estamos inmersos y de la cual también ellos hacen parte.

 

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@chaskisdelcaribe

Minca - Sierra Nevada de Santa Marta - Colombia

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