Foto: Getty
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"Time waits for no one"

- El tiempo a nadie espera -

 

Rocio Obregón Rubiano

Septiembre, 2021

 

 

       La muerte de Charly Watts estremeció los cimientos del mundo del rock. Para los Rolling Stones fue un golpe devastador e inesperado. Para nosotros, la generación que vivió los años sesenta y setenta, participando de los importantes cambios que se gestaron, es por decir lo menos, un campanazo que advierte el fin de una era, la cual no se cuenta en años, sino en hechos y eventos trascendentales, que dieron forma a una nueva manera de ver, sentir y vivir el mundo. Los Rolling Stones fueron parte de ese engranaje que propició una revolución generacional y sacudió al establecimiento. Sus críticas plasmadas en canciones, servirían de inspiración a miles de jóvenes en todas partes del mundo, convirtiéndose en himnos de inconformidad y crítica hacia las ideas y costumbres conservadoras del sistema imperante.

 

 

       Canciones como «Gimme Shelter» (Dame refugio) que habla sobre los horrores de la guerra de Vietnam, y se considera una de las mejores grabaciones en la historia del rock, «(I Can´t get No), Satisfaction» (No puedo obtener ninguna satisfacción) tema que lanzó a la banda al estrellato mundial y refleja el descontento de una generación atrapada en el consumismo, o «Street Fighter» (Luchador callejero) una canción subversiva, con una marcada inclinación política, inspirada en Tariq Ali y las protestas estudiantiles de 1968,  tanto en Londres como en Paris, en rechazo a la guerra de Vietnam, son algunos ejemplos de los temas que acompañaron el movimiento hippie de los años sesenta y setenta, y sirvieron de apoyo a la revolución sexual, la psicodelia, la búsqueda espiritual, la expansión de la consciencia, y todo aquello que representaba la lucha contra la autoridad y la represión. Sin importar cuál sea el gusto musical de los amantes de la música rock, si para algunos los Beatles son mejores que los Rolling Stones, o se inclinan por el rock psicodélico de Pink Floyd, si acompañan sus plegarias con las celestiales composiciones de YES o si prefieren escuchar el sonido atronador de Led Zeppelin, el «Martillo de los dioses», la realidad es que los Rolling Stones, «los chicos malos del rock«, siendo los Beatles « los buenos» —una jugada magistral de Andrew Oldham, manager y productor de los primeros y publicista de los segundos— con su actitud rebelde e irreverente, acompañada de un alto consumo de drogas, los convirtió en los adalides de la contracultura que reclamaba un cambio profundo de valores en la sociedad. Nadie como los Rolling Stones, representaron de manera tan contundente, el sentir de esos tiempos. No fueron la excepción, claro está; otros también empuñaron la bandera del cambio. Pero los Stones serían la única agrupación que se mantuvo unida y activa con tres de sus miembros originales (Jagger, Richard y Watts) por más de sesenta años, llenando estadios y vendiendo millones de discos, hecho que los convierte en la banda más longeva y exitosa de la historia del rock and roll.

 

Foto. abc
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       La ferocidad de la pandemia y sus incontables cuarentenas, llevó a muchos a preguntarse—entre esos yo—, si la humanidad sobreviviría a este nuevo castigo que parecía copiar las pestes de la Edad Media. Durante el encierro obligado, me puse a pensar en las «cápsulas del tiempo» esos recipientes herméticos, que se han enterrado o enviado al espacio con alguna información sobre la configuración de los continentes, sonidos e imágenes y direcciones simbólicas para ubicar la Tierra; y también en las que están próximas a enviarse con muestras de aire, agua de mar, el genoma humano, fotografía de la gente de todas las culturas, y un compendio enciclopédico del conocimiento actual. Sinceramente espero que en alguna de esas capsulas vaya todo lo relacionado con el arte: la pintura, la escultura, la literatura, el cine, la fotografía, la cerámica y todos los géneros de música, entre ellos el pop, el rock, el grunge, el blues, el funk, el jazz y el R&B. De ser así, los habitantes de alguna lejana galaxia o planeta podrán escuchar las grandes bandas de rock que nos acompañaron en los años sesenta y setenta, entre ellos a los Rolling Stones y sus grandes clásicos. Sería imposible incluirlos todos en este artículo, pero además, de los ya mencionados al comienzo, yo añadiría: «Under My Thumb», « Let´s Spend The Night Together»,  «Paint It In Black», «She´s A Rainbow», «Sympathy For The Devil», «Gimme Shelter», «Jumping Jack Flash», «You Can´t Always Get What You Want», «Wild Horses», «Sister Morphine», «Miss you», «Waiting On A Friend», «Wild Horses», «Angie», «Time Waits For No One», «Start Me Up», «Harlem Shuffle», «Anybody Seen My Baby», «Almost Hear You Sigh» y «Living In A Ghost Town».

 

Foto: thisismyjam.com
Foto: thisismyjam.com

 

       Sobre Charlie Watts, el caballero del rock, cuyo legado puede escucharse en más de 30 álbumes de estudio, 28 grabados en vivo, y más de 50 años de gira por el mundo, se ha dicho casi todo. Considerado por algunos críticos como el mejor baterista del rock & roll, discreto, sobrio, monógamo, elegante —Vanity Fair lo incluyó en el Salón de la fama internacional de los mejores vestidos—, amante de los caballos árabes y del jazz, este baterista de la sincopa y los silencios estratégicos, era el corazón de los Stones y la razón por la que se mantuvieron juntos a pesar de las terribles peleas entre Jagger y Richards que amenazaron más de una vez con acabar el grupo. Watts, según muchos, era el conciliador «un Salomón entre tanto ego», que mediaba en los conflictos entre los miembros de la banda más importante del mundo (como ellos mismos se autodenominaron).

 

Foto: La verdad Noticias
Foto: La verdad Noticias

 

       También era el asesor de estilo de sus compañeros, y el diseñador gráfico que transformó los estadios donde la agrupación se presentaba. Según una entrevista publicada en Rolling Stone, Watts reconoció que a la banda le fue muy bien tocando en vivo, pero dijo no tener idea de porqué la fascinación por la agrupación no disminuyó con el tiempo, sino que por el contrario, con el pasar de los años su atractivo fue en aumento, convirtiéndolos en verdaderas leyendas. Yo le respondería a Watts que sus «Satánicas Majestades» dejaron hace mucho de ser una banda para convertirse en uno de los arquetipos más poderosos del inconsciente colectivo. Nosotros sus fans, los que aún estamos vivos, no solo asistimos a sus conciertos para ver y escuchar al mejor frontman del mundo mientras se desplaza dando brincos de un extremo a otro del escenario. Ni al casi inmortal Keith Richards, amante del R&B, y del blues, quien según la leyenda, inhaló las cenizas de su padre; tampoco a su teclista, y road manager, Ian Stewart, a quien Oldham no sacaba en las fotos por parecerle muy feo; o a Bill Wyman, quien duró 31 años con la banda y confesó que cuando comenzaron estaban más interesados en su amplificador que en su habilidad como bajista; ni a Ronnie Wood, quien remplazó al virtuoso Mick Taylor, convirtiéndose en la pieza que encajó a la perfección en el rompecabezas de los Stones para que echaran a rodar sin obstáculos; o a él mismo sentado en su batería, guiando con sus baquetas mágicas a los Stones hacia la fama. Nosotros los fans, vamos a experimentar un milagro: poder regresar en el tiempo y vivir una vez más aquel despertar colectivo que nos recuerda  cómo era el compás de nuestra propia alma. Porque Los Rolling Stones son en realidad la proyección de toda una generación y de lo que alguna vez fuimos o quisimos ser: libres, contestatarios, valientes y sobre todo, jóvenes soñadores, esgrimiendo esperanzas e ideales.

 

Fuente: Radionica
Fuente: Radionica

 

       Ciertamente para los Rolling Stones, la partida de Charlie Watts es una estocada mortal al corazón. Se lleva con él la esencia y el groove de la banda. Lo que harán después de esta gira, The No Filter Tour, sigue siendo un misterio. Para nosotros, los que todavía continuamos transitando sobre la Tierra, además de ser un evento doloroso que anuncia el fin de un ciclo, es una señal muy clara de que el metrónomo de nuestra existencia es inalterable, un pulso constante, marcando el paso de los años, los meses y los días. Aunque quisiéramos que fuera diferente... time waits for no one, el tiempo a nadie espera.