Microalgas, aliadas contra el cambio climático y protectoras de nuestra salud
Por Billy Cárdenas Jiménez*
Mayo, 2021
Las llamadas microalgas son un grupo bastante amplio de microorganismos cuya característica principal es que dentro de sus células hay presencia de cloroplastos, un tipo de organelo color verde que es capaz de convertir la luz solar y el gas dióxido de carbono, en compuestos orgánicos y oxígeno, por medio del famoso proceso llamado fotosíntesis. Algo que puede darnos una idea de la importancia de la existencia de las microalgas, es que un subgrupo conocido como cianobacterias, hace alrededor de 3500 millones de años, comenzó a expeler oxígeno lento pero, inexorablemente, cambiando la composición de la atmósfera del entonces joven planeta tierra, la cual, hasta entonces estaba hecha de vapor de agua, dióxido de carbono y nitrógeno. Este cambio de composición de nuestra atmósfera hizo posible la aparición, millones de años después, de macroorganismos mamíferos como los seres humanos.
Desde hace unas décadas nuestro planeta comenzó a experimentar desajustes en los patrones del clima, si se compara con aquellos de siglos o milenios pasados. Este cambio climático ha sido causado por la liberación en forma masiva a la atmósfera de gases como el dióxido de carbono, el metano y el óxido de nitrógeno, que en conjunto causan el calentamiento del planeta, en lo que conocemos como efecto invernadero. El dióxido de carbono (CO2)que llega a la atmósfera, sobre todo por la quema de combustibles fósiles, es el gas que más contribuye al efecto invernadero y, sin embargo, es un gas de vital importancia para la existencia de vida en el planeta y para el equilibrio del ciclo biogeoquímico del carbono.
Y es en medio de esta grave situación de daño ambiental causada por los humanos, que las microalgas pueden jugar un papel importante, ya que poseen una gran capacidad de absorber el CO2 en exceso que hemos vertido por décadas en nuestra atmosfera. Comparadas con las plantas terrestres, las microalgas son de 10 a 50 veces más eficientes en fijar o absorber CO2. Además, las microalgas al igual que las plantas, son fábricas de oxígeno, así que al cultivarlas se recupera parte del oxígeno que no es producido por los árboles o capa vegetal que se ha perdido por deforestación de bosques en muchos lugares del planeta. Otra de las ventajas que tiene el cultivo de microalgas es que no compiten por tierras fértiles o con vocación para la agricultura, sino antes bien, algunas especies como espirulina (Arthrospira sp.) se desarrolla bien en lugares desérticos que tengan buen suministro de irradiación solar. Una característica fundamental de la espirulina es que posee un alto contenido de proteína, alrededor de 65%-la carne de res tiene 22% y es la fuente de proteína que más causa emisiones de efecto invernadero en su producción-. Por todo lo anterior, el cultivo de espirulina es bastante conveniente para la conservación de biodiversidad tanto de flora como de fauna. Por otro lado, muchas microalgas son microorganismos extremófilos, término que hace referencia a aquellos organismos que prosperan en ambientes o condiciones extremas, como a alta o baja temperatura, alta salinidad, alta presión, etc.
Como ejemplo tenemos la microalga Dunaliella Salina, que crece de manera natural en aguas con alta concentración de sal y en ambientes que brindan alta irradiación solar. Su presencia es fácil de notar, ya que tiñe de colores purpura, rosa o rojo cuerpos de agua salada como océanos, marismas o lagos cercanos a las costas. Esta microalga es particularmente interesante ya que no necesita ser cultivada con agua dulce y por la alta concentración en sus células de betacaroteno (provitamina A), que es un pigmento y un poderoso antioxidante natural, tiene un sinfín de usos para el cuidado de la salud, la alimentación y la cosmética natural. Como comparación, la Dunaliella salina tiene alrededor de 1000 veces más betacaroteno que las zanahorias, haciéndola la mejor fuente de este antioxidante en la naturaleza. El betacaroteno usado como alimento o suplemento alimenticio, se integra a nuestras células cutáneas protegiéndonos contra los rayos ultravioleta que cusan quemaduras en la piel; de manera semejante el betacaroteno junto con otros carotenoides, previenen el daño macular en nuestros ojos.
Como vemos, las microalgas son pequeñas en tamaño, pero grandes en propiedades que pueden ayudarnos a luchar contra los grandes desafíos que está trayendo el cambio climático, además de cuidar nuestra salud. Si queremos sobrevivir a estos cambios nuestros cultivos deben ser más resilientes, eficientes y adaptables a las nuevas condiciones, como temperaturas más altas en ciertas regiones del planeta, alta concentración de CO2 en la atmosfera y escasez de agua dulce.
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* Billy Cárdenas Jiménez
Químico Universidad Nacional de Colombia
I+D en biotecnología de microalgas y sistemas de producción de alimentos sostenibles
Cofundador & Jefe de Operaciones de Solario Biotechnology S.A.S.
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