Arrival
Heidegger pensaba que el lenguaje es la casa del ser. En su morada habita el hombre. Y es que, en efecto, el lenguaje rige la manera como pensamos, y en consecuencia, existimos. Es esa la premisa desde la que se sostiene The arrival, basada en el cuento del gran escritor de ciencia ficción Ted Chiang. ¿Qué pasaría si existiera un lenguaje, no lineal, que por su carácter trascendiera las barreras del tiempo, y permitiera a su conocedor, a su vez, moverse a través de él? El lenguaje al no ser lineal otorgaría la voluntad de pensar, de igual manera, de forma no lineal, por tanto, sin necesitar del tiempo.
Así, el director canadiense Denis Villenueve, con gran pericia, desarrolla esta idea del lenguaje, proveniente de una inclusión alienígena, subvirtiendo el estereotipo del ser aterrador, mortal e invasor, legado de toda una tradición. No es tampoco la figura del invadido, como la de los peculiares extraterrestres de Distrito 9. Se trata de una película en la que los seres otorgan su lenguaje como un regalo, pues también ellos necesitarán de nuestra ayuda en un futuro. Un regalo capaz de transformarnos e unificarnos.
Por tal, The arrival, no es la clásica película de acción de invasión extraterrestre. El director nos construye la acción a través de un ritmo tranquilo y pausado, que toma su medida justa para entregarnos los argumentos que permiten sostener la ficción, sin caer en una rigurosidad que la haga dura. El director nos guía a través de planos bellamente construidos, plenos en su poder narrativo, viajando a su vez en el tiempo, a través de flashbacks y fastforwards coherentes que se encuentran en un final magistral, en la figura de una Amy Davis que brilla en su sobria belleza.
El lenguaje como arma… es esta la acción que debe asumir el espectador al ver esta singular propuesta. Es más, prácticamente el lenguaje como protagonista, un héroe visible solo a través de signos, que nos deja pensando qué tanto somos capaces de cambiarnos a nosotros mismos.