A Treinta Años de Patrick Bateman

Por O Alba Cuervo*

Julio, 2021

 

 

La década de 1980 es, sin lugar a duda, uno de los periodos de mayor interés para las Ciencias Sociales. La Era Reagan, los cambios sociales y políticos en Europa Oriental, las guerras civiles en Centroamérica, la formación y disolución de naciones, todo colaboraba para que el mayor imperio del mundo tuviera su época de gloria. A mediados de esta década convulsa y cambiante surge en las grandes metrópolis una curiosa tribu urbana que se impondría de manera imparable: los denominados Yuppies, acrónimo de Young Urban Professional People, gente altamente capacitada en negocios, finanzas, banca y todo lo que a hacer dinero se refiere. Se perfilaron como un sector de la sociedad que vestía con las mejores marcas, asistía a los más grandes espectáculos y comía lo más selecto de la gastronomía universal. Tal fenómeno no podía pasar inadvertido para la Literatura y qué mejor lugar que Estados Unidos, con escritores de la talla de Brett Easton Ellis, quien ya había inaugurado la Nueva Narrativa Norteamericana con Menos que Cero, otra tribu que hacía y deshacía en la ciudad de Los Ángeles. Aunque catalogado como el mejor expositor de la Generación X, impreciso término que agrupa una cantidad de variantes de las mismas conglomeraciones al interior de las ciudades del mundo desarrollado, cabe anotar que Ellis, junto a Chuck Pallaniuk (El Club de la Lucha, 1995) y Puppy Z. Brite (La Música de los Vampiros, 1994) constituyen la piedra fundamental de la ya mencionada Nueva Narrativa. 

 

A treinta años de la publicación de American Psycho, el panorama mundial es otro. Sin embargo, la novela sigue teniendo un tremendo impacto entre los lectores de este tipo de literatura que cabalga a mitad de camino entre la crítica social, el humor y el más despiadado terror psicótico. “Perded toda esperanza al traspasarme”, que es la advertencia a la entrada de un banco, además de la primera frase de la narración, da para múltiples interpretaciones. Abordar el texto de Brett Easton Ellis es una labor de coraje, de terquedad y de trabajo literario; lo lúdico se confunde con lo tedioso, la violencia contrasta con el glamour de las grandes tiendas de diseño y es fácil perder el hilo entre el ruido del tráfico atascado de la Fifth Avenue y la música de los Miserables, la obra más exitosa en la historia de Brodway. 

 

Ahora bien, el protagonista de esta obra es un yuppie de lo más particular; Patrick Bateman es un producto de su generación, atractivo, cuidadoso de sí en la medida que lo puede ser un psicópata con trastorno obsesivo-compulsivo, que entre sus muchos pasatiempos tiene afición por torturar y asesinar. Es innegable que la década de los años ochenta del siglo XX estuvo profundamente influenciada por la música popular que reventó gracias a canales como MTV y premios como el American Music Award que invadieron los hogares a nivel global; en este orden de ideas, la novela de Ellis es una novela que suena, que resalta la tradición de la música estadounidense desde los grupos de soul, rithm & blues y toda esa herencia negra que el blanco supremacista detesta y subvalora, sin música negra no habría rock. Bateman no puede vivir sin música, toda la que suene en la radio, tiene una vigorosa colección de pop de entre al cual se destacan Huey Lewis &The News, Withney Houston, Phill Collins e Iggy Pop, aunque se haya vuelto tan comercial, en sus propias palabras.

 

American Psycho es una obra monumental, la crítica más aguda posible frente a un imperio económico y cultural cuyo peligroso tiempo libre deriva en enfermedad mental, el poder adquisitivo en perversión comercial y la absoluta degradación de los valores morales. Es tal la abstracción de esta sociedad que, aun teniéndolos en frente, es incapaz de reconocer el mal, la muerte, la vida o los sentimientos. Transgresiva, irreverente y reflejo fidedigno de una época, es menester detenerse y dedicarle el tiempo necesario para hacer un paralelo con la realidad, con la contundencia de nuestra sociedad, que poco a poco se desmorona, sin que a nadie le importe mucho. 

 

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*Profesional en Estudios Literarios

Pontificia Universidad Javeriana