La crisis de la Naciones Unidas: un déjà vu

Por Jaime O. López de Mesa C.* 

Enero, 2024

 

 

La reciente agudización de la crisis en la Franja de Gaza, tiene antecedentes que se remontan al surgimiento del Estado de Israel en el seno de las Naciones Unidas en 1947 con la Resolución 181 que propuso la partición de Palestina en dos estados, uno judío y otro árabe y el estado judío fue proclamado por Ben-Gurion en mayo de 1948. Allí empezaron los problemas puesto que el mundo árabe no aceptó la propuesta de Naciones Unidas y, en consecuencia, tampoco la creación de un estado judío.

 

La creación de las Naciones Unidas con la carta de San Francisco que entró en vigencia el 24 de octubre de 1945, constituyó, sin lugar a dudas, un hito para el sistema internacional. Recogiendo la fracasada experiencia de la Sociedad de las Naciones, nacida en el Tratado de Versalles que puso fin a la Primera Guerra Mundial. La Organización de Naciones Unidas nació con cuatro lineamientos centrales: mantener la paz y la seguridad internacionales; desarrollar relaciones de amistad entre las naciones; impulsar el progreso social y los derechos humanos; y garantizar el cumplimiento de los tratados y acuerdos internacionales.

 

Muchos de los problemas que enfrenta las Naciones Unidas desde hace décadas, tiene que ver con la estructura con que surgió, heredada del resultado de la Segunda Guerra Mundial en las que los ganadores impusieron sus condiciones y que luego de 78 años sigue conservando. Está regida por seis órganos, la Asamblea General, el Consejo de Seguridad, el Consejo Económico y Social, el Consejo de Administración Fiduciaria, la Corte Internacional de Justicia y la Secretaría General.

 

Con el correr de los tiempos, la Naciones Unidas se ha convertido en un sistema complejo, conformado por una serie de Programas y Fondos, Agencias Especializadas, Otras Entidades Adscritas y Organizaciones Relacionadas, las cuales suman más de 38 organizaciones conformando el Sistema de Naciones Unidas.

 

De esta forma, cuando se plantean críticas a la Naciones Unidas hay que tener en cuenta la complejidad de su sistema y la multiplicidad de organismos que hacen parte de ella y que, cada uno en su área, ciertamente, han aportado beneficios a la humanidad, más allá de lo perfectible que pueda ser.

 

Por ejemplo, en el tema justamente de su función central, la búsqueda de la paz, el papel de la Naciones Unidas fue central en 1995 para alcanzar el acuerdo de Dayton que puso fin a la guerra en Bosnia; jugó un papel fundamental en el Acuerdo de Paz de El Salvador; igualmente en el Acuerdo de Paz de Namibia; en el acuerdo de Camp David que puso fin a la guerra entre Egipto e Israel; o en el Acuerdo de Paz de Timor Oriental.

 

No es el objeto de esta breve nota reseñar exhaustivamente los aportes de diversos organismos de Naciones Unidas, baste recordar los que ha hecho en el respeto por los Derechos Humanos, el papel en el tema del medio ambiente, en el de la infancia con UNICEF o en el de la alimentación con la FAO. La problemática, radica en la herencia estructural que arrastra y en la complejidad de la misma.

 

Y, es precisamente, en la base de su estructura donde yacen varios de los problemas que la han llevado a una crisis recurrente. El más notorio estriba en que las decisiones centrales que atañen a la paz entre los pueblos, son tomadas en el seno del Consejo de Seguridad, conformado por 15 miembros, cinco de ellos permanentes con derecho a veto, Reino Unido, Estados Unidos, Francia, Federación de Rusia y China. El derecho a veto ha implicado en muchos casos la inmovilidad de las Naciones Unidas para la toma de decisiones sobre conflictos apremiantes, impidiéndole ejercer sus funciones en la búsqueda de la paz, centrales según los mandatos que se le otorgaron cuando fue creada.

 

Estos vetos surgen de los conflictos de intereses entre los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, y en muchas ocasiones la propuesta de algún miembro para atender un determinado conflicto es vetado por otro que lo considera su oponente, es el caso recurrente entre Estados Unidos y Rusia y entre Estados Unidos y China, sólo por mencionar dos casos.

 

Otra fuente de la crisis de las Naciones Unidas es su aparente incapacidad para prevenir conflictos, un ejemplo vigente es el caso de la guerra civil en Siria.

 

Igualmente, la falta de recursos económicos, ha coartado las actividades de las Naciones Unidas, entre ellas, por ejemplo, las dificultades que ha tenido para adelantar las denominadas Operaciones de Mantenimiento de la Paz y, además, se le ha acusado incapacidad para enfrentar situaciones complejas en el terreno.

 

Lo anterior conduce a señalar que la Naciones Unidas mantiene un déficit de financiamiento, en particular por el incumplimiento de las obligaciones de contribución de algunos miembros, lo que en la práctica ha menoscabado sus facultades para cumplir con las misiones que le han sido encargadas.

 

En el corazón de la crisis también se encuentra el problema de la falta de representación equitativa en el Consejo de Seguridad que maneja la geopolítica mundial, pues no consulta la distribución real del poder a nivel global.

 

Las debilidades estructurales y presupuestales han conducido a diversos analistas a señalar la falta de efectividad de las agencias especializadas que conforman su sistema, entre ellos, problemas de transparencia y rendición de cuentas.

 

Un elemento que es transversal a las críticas a muchos de sus organismos es el de una excesiva burocracia, ineficiente y costosa.

 

En conjunto, todas estas problemáticas han conducido progresivamente a una pérdida de legitimidad del sistema de Naciones Unidas.

 

En síntesis, en diversos aspectos la crisis de Naciones Unidas repite la crisis de la Sociedad de las Naciones, es un déjà vu, falta de voluntad de los Estados miembros para cumplir con sus obligaciones, intereses contradictorios entre ellos, desigualdad estructural para la toma de decisiones, inobservancia o violación de las resoluciones de la organización, como en el caso de Japón y Alemania que desconocieron las resoluciones de la Sociedad de las Naciones sin enfrentar consecuencia alguna.

 

El desconocimiento por parte de Israel de cerca de veinte resoluciones de las Naciones Unidas desde su creación como Estado, es una repetición de los problemas y una señal de la debilidad de la Naciones Unidas para hacer cumplir sus propias resoluciones.

 

No obstante, todas estas deficiencias, sus debilidades estructurales, su inmovilidad en casos críticos derivada del derecho a veto de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, la Naciones Unidas ha cumplido un papel importante en muchos campos del quehacer humano. Como producto histórico y social, requiere un proceso continuo de actualización y transformación para reconocer los cambios que han operado en el sistema internacional aupados por los avances científicos, tecnológicos, las transformaciones sociales y culturales, entre otros.

 

 

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* Economista, Magíster en Economía, Magíster en Ciencia Política, Candidato a Doctor en Historia. Profesor de la Facultad de Relaciones Internacionales, Estrategia y Seguridad de la Universidad Militar Nueva Granada. Las opiniones vertidas en este documento no comprometen a la organización a la que está vinculado y son de exclusiva responsabilidad del autor.

 

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